Recibo en el correo electrónico y difundo la siguiente reflexion en torno al atroz contexto represivo en el que se encuentran los territorios gobernados por el Estado argentino, y la necesidad de intensificar la lucha y las acciones contra él. Hablo del Estado argentino porque es la región de la cual proviene este texto, pero creo que, lamentablemente, este contexto que el texto describe, así como las reflexiones en torno al mismo, son extrapolables a buena parte del mundo, con lo que no deben ser tomadas como algo circunscrito exclusivamente a tierras argentinas, sino como una reflexión general que comparar y calibrar en nuestras propias latitudes.
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¡La venganza no sólo es necesaria, es urgente! Sobre la situación represiva en la región controlada por el Estado argentino.
El Estado policial, de vigilancia, castigo, sometimiento y muerte no se detendrá sea que vivamos en dictadura o democracia. Prueba de ello son los más de 4.600 casos de personas torturadas, desaparecidas y asesinadas desde el año 1983 (fin de la dictadura en esta región) a manos de carceleros, policías y diversas fuerzas armadas.
Hoy, mientras continúa el circo electoral para ver qué amo dominará a los esclavos voluntarios los próximos años, los candidatos presidenciales Daniel Scioli y Mauricio Macri amenazan con más mano dura y encarcelamiento para los marginales, los que se rebelen o los que ataquen la propiedad de los ricos, con continuar inundando de cámaras de vigilancia cada esquina y perfeccionando los sistemas de identificación biométrica, usando el presupuesto acumulado tras años de saqueo para la inversión en tecnología militar de última generación, amenazan los miserables con sacar a la calle al mismísimo ejercito, prometen tolerancia cero… prometen y cumplen.
Como en el caso del joven asesinado de un disparo dentro de un patrullero en la ciudad de La Plata en agosto pasado, como la represión coordinada por el intendente nazi Carlos Arroyo al encuentro nacional de mujeres en Mar del Plata (segundado por los skinheads al servicio de Carlos Pampillon) el 11 de octubre, y el ataque a antifascistas los días siguientes a este hecho en la misma ciudad, y recientemente, como el fusilamiento de Lucas Cabello hace apenas unos días en el barrio de La Boca, joven que hoy agoniza tras ser baleado delante de su hija de 2 años.
Sobre este último caso, María Eugenia Vidal, vicejefa del gobierno porteño y flamante gobernadora de la provincia de Buenos Aires, emitió declaraciones que justificaban el accionar policial a raíz de una supuesta denuncia por violencia de género, algo desmentido drásticamente por la propia pareja del joven baleado. Se aprecia de este modo cómo el sistema recupera luchas que desde ciertos sectores se impulsan y las utiliza de excusas para fortalecer y perdurar en su dominación. Mientras, el ministro de seguridad Guillermo Montenegro simula estúpidas investigaciones que sabemos no llegarán a ninguna parte. Justificaciones absurdas repetidas por los medios de comunicación al servicio de las mierdas del poder, justificaciones como las que emitió el actual jefe de gabinete Aníbal Fernández años atrás, ante la muerte de Ángel Verón durante una protesta en el Chaco, diciendo que había fallecido a causa de una infección obviando mencionar que previamente fue apaleado por los mercenarios al servicio del poder, el mismo Aníbal Fernández que cuando Julio López tras declarar en un juicio contra genocidas fue desaparecido por los grupos de tarea que siguen operando post-dictadura dijo que “se habrá ido a la casa de la tía”.
Así se burlan de nosotros. De esta manera nos siguen provocando, escupiendo en la cara, asesinado a los pibes y pibas que se niegan a transar y hacer arreglos con la yuta como le pasó a Luciano Arruga, como le pasa a tantos otros y otras.
Hoy, Lucas Cabello se encuentra internado en un hospital, con impactos de bala en la pera, en el brazo y en un testículo, su médula esta destrozada y nunca más va a poder caminar ni utilizar las manos. Pero la policía metropolitana sigue custodiando las calles de la ciudad de Buenos Aires, la misma metropolitana que reprime y desaloja hospitales, escuelas, huertas comunitarias, casas okupadas…
Cómo siguen los vigilantes de la Federal, la Bonaerense, la Prefectura, la Gendarmería (que con su proyecto X se encargó de investigar e infiltrar a cientos de organizaciones sociales refractarias al modelo imperante), reprimiendo en conjunto como en el año 2002 en la batalla del Puente Pueyrredón, donde cayeron en combate los compañeros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Y para mayor mal se sumaron los imbeciles de la policía vecinal, nueva fuerza de botones en la cual muchos jóvenes de extractos populares ven una oportunidad de salida laboral prostituyendo tal vez lo más importante que tengamos… nuestra dignidad.
Para entender la realidad que afrontamos los que luchamos en esta región, mencionar que en un informe represivo del período 1983-2014, se registraron un total de 4278 muertes por accionar policial y torturas seguidas de muerte en cárceles y comisarías. Además, de un total de 210 personas desaparecidas y 69 asesinatos en el marco de protestas y manifestaciones.
Otro dato relevante es que del total de los casos, el 51 por ciento de las personas corresponde a varones de entre 15 y 25 años, en lo que demuestra una no casual decisión de apuntar a los sectores más jóvenes. El 90 por ciento de ellos está por debajo de la línea de pobreza, por lo que son los chicos de mayor vulnerabilidad social quienes más intervenciones sufren en diferentes instancias de conflictividad. De igual gravedad es el caso de las mujeres, que además de ser víctimas de las redes de trata y explotación sexual sufren la complicidad de todo un sistema patriarcal que las desampara.
Responsable de esta situación son varios y los estamos nombrando. No hablamos en abstracto o desde la teoría políticamente correcta. Nosotros no creemos que haya casos de “gatillo fácil”, renegamos de esa expresión acuñada por la izquierda vernácula, como si hubiese un gatillo fácil y otro “responsable”, sólo sabemos que hay gatillos del enemigo apuntándonos diariamente, sabemos del infeliz milico de Sergio Berni dirigiendo la emboscada para desalojar el Parque Indoamericano, en donde mataron a dos personas, sabemos de los punteros políticos inundando de pasta base nuestros barrios, sabemos de Andrés Núñez que fue secuestrado en su domicilio la madrugada del 28 de septiembre de 1990 por personal de la Brigada de Investigaciones de La Plata, y llevado a esa sede donde lo torturaron hasta la muerte, de Walter Bulacio asesinado por la Policía Federal en 1991 tras asistir a un recital de rock, sabemos de Miguel Brú detenido y torturado en la Comisaría 9º de La Plata, que durante la investigación hubo testigos amenazados e incluso asesinados. A uno de ellos lo secuestraron y no volvió a aparecer. Sabemos de Iván Torres que el 2 de octubre de 2003 salió de su casa en Comodoro Rivadavia, Chubut, y se fue a una plaza a jugar al fútbol con amigos. Esa tarde dos patrulleros merodearon la zona. A la medianoche lo subieron al móvil nº 469, y desde entonces nunca más se lo vio. No olvidamos a Mariano Ferreyra, manifestante caído en 2010 a balazos por una patota del sindicato Unión Ferroviaria, mientras la policía dejaba la zona “liberada”. No perdonamos la desaparición del niño César Monsalve, de trece años, secuestrado desde su casa en la ciudad patagónica de Trelew, el lunes 27 de mayo de 2013. Era sobrino de Bruno Rodríguez Monsalve, un testigo clave en el caso donde un joven de dieciséis años denunció que había sido abusado dentro de una de las celdas de la Comisaría Segunda de Trelew, el 18 de enero de 2012, que fue asesinado el año pasado.
Sabemos, claro que sabemos, del sorete ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires, Alejandro Granados, que luego de protagonizar un tiroteo contra quienes intentaron asaltarlo, declaró a la prensa “Estamos en guerra con los delincuentes, y la guerra hay que librarla. Es a matar o morir” y afirmó categórico: “En ninguna casa debe faltar un arma”.
¡Y nosotros estamos de acuerdo! ¡Hay una guerra declarada y negarla no sólo es estupido sino que es suicida! Que a ninguna persona consecuente con su deseo de libertad le falten armas con que defender su propia vida de estos lacayos del Estado.
Así están las cosas compañeros y compañeras, es momento de redoblar nuestras propias medidas de seguridad, de preparar y acondicionar el cuerpo, templar la mente y el corazón, atacar a la policía en todas partes, con propaganda, con sabotajes, con piedras, con fuego, con balas, con todo lo que tengamos a mano y lo que nuestra creatividad sea capaz de proporcionarnos.
Ellos continuarán sus investigaciones, sus seguimientos, tomando fotos, periciando teléfonos, secuestrando, torturando, asesinando…frente a tales maniobras no alcanza algún simple gesto solidario o una mera charla informativa, es hora de ser contundentes antes de que sea demasiado tarde.
No ignoramos ni somos indiferentes al dolor de los familiares y de los seres más cercanos de los muertos y desaparecidos, y no en todo los casos esta situación nos toca “de lejos”, y como hablamos con “conocimiento de causa” no vamos a dejar de afirmar que la cárcel y los patéticos pedidos de castigo a la misma justicia que se encarga de condenarnos a años de agonía entre alambradas y muros de hormigón, no conducen a ninguna parte salvo a la resignación y a la posterior aceptación de esto que nosotros y nosotras buscamos abiertamente destruir.
En cada uno de los nombres de los muertos y desaparecidos que aquí plasmamos hay vidas, sueños, proyectos, deseos, eran personas de carne y hueso y fueron agujereadas por las balas de la democracia o fondeados en algún riachuelo… los responsables de tanta masacre también son de carne y hueso, y hace tiempo que el miedo debe cambiar de bando.
¡A organizarse en los barrios, las villas, en cada rincón del campo o las ciudades!
¡A atacarlos con sus mismas armas!
¡Muerte a políticos, empresarios, jueces, policías y periodistas al servicio del poder!
¡La venganza no sólo es necesaria, es urgente!
Pibas y pibes Antiyuta en constante conflicto contra la Autoridad.