Breve historia del anarquista magnicida Gaetano Bresci, a 144 años de su nacimiento.

Hoy se cumplen 144 años desde que aquel 10 de noviembre de 1869 nació el compañero Gaetano Bresci, en el seno de un matrimonio humilde y campesino en Coiano (Italia).

Cuando era adolescente, después de haber pasado por la Escuela de Artes y Oficios de Prato, empezó a trabajar en una fábrica textil («Fabbricone»), donde entró en contacto con el mundo sindical, se involucra en el Círculo de Anarquistas de Prato y comienza a participar activamente en las huelgas y protestas, siendo despedido, y perseguido, vilipendiado y encarcelado por ello. Tras pasar por varios curros donde le perseguía el fantasma de la represión (que le había catalogado como «anarquista peligroso» justificando así la persecución constante contra él) emigra a EE.UU. donde se asienta en Nueva Jersey. Allí se organiza con otrxs anarquistas italianxs afincadxs en América y forman la «Società per il Dirito all’Esistenza» (Sociedad por el Derecho a la Existencia). Además, colabora con la editorial anarquista Era nuova (de la que compra acciones) y junto a Errico Malatesta y otrxs intelectuales anarquistas de la época participa en el periódico libertario La questione sociale. En noviembre de 1899 salva la vida a Malatesta, quien sufre un intento de asesinato durante un debate con otro anarquista cuando un bastardo camuflado entre el público le dispara, desviando Bresci el revólver que finalmente hiere a Malatesta superficialmente en una pierna.

Bresci tenía ya su vida montada en Nueva Jersey con mujer e hijxs y una activa militancia anarquista en la que siempre fue partidario de la propaganda por el hecho y la acción ilegalista sin dejar de lado la producción teórica ni la sana dialéctica, cuando se entera de las protestas de la llamada «Huelga del estómago», una insurrección popular que había comenzado en Italia contra la subida del precio de la harina y el pan, una reforma que había dejado a muchas familias pobres sin acceso a los alimentos básicos; dicha huelga se tradujo sobre todo en paros en las fábricas y disturbios en la calle, duramente reprimidos por la policía y el ejército, destacando una triste jornada en la que una manifestación contra esta subida del pan se dirige al palacio real para protestar a sus puertas, pero es detenida por Fiorenzo Bava-Beccaris, general de la fuerza armada, que advierte que si la protesta no se disuelve ordenará abrir fuego. Ante la actitud rebelde de la gente, cumple su amenaza y el ejército tirotea una manifestación de personas hambrientas dejando miles de heridxs y cientos de muertxs, entre ellxs la hermana de Bresci que cuando recibe la noticia no duda y prepara un plan para vengarse del rey Humberto I de Saboya, al cual responsabiliza de la muerte de su hermana y de lxs demás manifestantes al ser él quien había decidido subir el pan y reprimir de aquella forma las protestas valiéndose del aparato militar y policial, además de como respuesta a la condecoración que el monarca otorgó al general que ordenó la masacre en concepto de recompensa por su «defensa de la casa real». En mayo de 1900, Bresci ya estaba en París (Francia) y el 4 de junio regresa a Prato, donde pide al director de la Seguridad Pública un permiso de armas que le es denegado algo que, de todos modos, no le disuade de su empeño de cobrarse su vendetta contra el rey. Entre el 20 de junio y el 8 de julio se hospeda en Castel San Pietro (Bolonia) en casa de su hermana, la cual regentaba con su marido una taberna. El 8 de junio participó en Bolonia en la inauguración del monumento a Garibaldi y a continuación pasó unos días en Parma. Después alquiló una habitación en la avenida San Pietro all’Orto de Milán con el fin de espiar durante unos días los movimientos del monarca que desde el día 21 de julio se encontraba de vacaciones en la Villa Real de Monza. Tras tener claro su plan, el domingo 29 de julio de 1900 Bresci aprovecha un paseo del soberano, que entre gente que le vitoreaba (burgueses y lacayos que merecían su misma suerte) retornaba con carroza abierta a su residencia de Monza después de asistir a una competición de gimnasia en la sociedad deportiva «Forti e Liberi» y de entregar el premio; Bresci coge su arma y dispara tres veces (algunas fuentes afirmaron que se trató de cuatro tiro, no tres), matando al rey en el acto y siendo luego detenido sin oponer resistencia. Es irónico que la deleznable fuerza de seguridad que le arresta es la misma que en cierto modo le «salva» de la muchedumbre adinerada que tras el magnicidio intentó lincharle en el acto.

Dado que la ley había cambiado, no es condenado a muerte (destino que sí tuvieron otros anarquistas que también intentron acabar con el rey anteriormente) sino a cadena perpetua (la cadena perpetua fue abolida del código penal italiano en 1889, pero Bresci es igualmente condenado a la misma), sentencia que recibe gritando «¡Viva la Revolución Social!», digno y sin temor, y el 23 de enero de 1901 es trasladado en un buque de guerra de máxima seguridad a la penitenciaría del islote de Santo Stefano, en las Islas Poncianes, de donde no había manera de huír no siendo en barco. Se le asigna el número de matrícula 515 y es encerrado en una celda sin equipamiento alguno y de sólo 3×3 metros, donde, según su condena, estaba obligado a pasar en total aislamiento al menos los 7 primeros años. El comportamiento del compañero fue normal durante su breve estancia en prisión pero el 22 de mayo de 1901 es encontrado muerto en su celda ahorcado con una toalla. La versión oficial alude al suicidio, pero los círculos anarquistas de la época, lógicamente, no creyeron tal infamia y sostuvieron siempre que se trató de un asesinato de los carceleros.

A pesar del magnicidio exitoso que pagó con su vida, Bresci no logró terminar con el despiadado régimen absolutista que Humberto I de Saboya dirigía. No obstante, pudo vengarse y demostrar que lxs poderosxs no eran intocables y que del mismo modo que ellxs asesinaban y torturaban pobres día a día, la sangre derramada también podía ser la suya.

La hija de Gaetano, Getanina Bresci, siguió los pasos de su padre y fue una destacada anarquista. En Carrara existe un monumento dedicado a Bresci, obra en mármol realizada por el escultor milanés Carlo Sergio Signori. En Prato, población natal de Bresci, por su parte, en 1976 se le dedicó una calle.

El recuerdo de este y otrxs tantxs compañerxs, la historia de sus sueños, esperanzas y miserias, nos hacen ser lo que somos y guían nuestros pasos hacia la libertad inexplorada y como decía aquel Himno Individualista:

Pria di morir sul fango della via imiteremo Bresci e Ravachol (Antes de morir sobre el fango de la calle imitaremos a Bresci y Ravachol).

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 Gaetano Bresci

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