Hace unos días hablaba en este blog (aquí) de la triste noticia de la muerte del preso en lucha y compañero Eugenio García, más conocido por sus cercanxs por su apodo “Gavioto”, en el Centro Penitenciario de A Lama, presuntamente por suicidio mediante sobredosis de pastillas.
El grupo de apoyo Galiza-Sur de la campaña Cárcel = Tortura (de la que Eugenio era participante activo), pudo informar ahora, a través del colectivo EsCULcA (observatorio para la defensa de los derechos y las libertades fundamentales frente a la arbitrariedad represiva y sus abusos sistematicos), de que el hermano del preso fallecido, llamado Luís, pretende llevar el caso a los tribunales, responsabilizando de la muerte de Eugenio a los funcionarios y a la propia administración de la prisión. Al margen de que yo o alguien más podamos pensar sobre lo en cierto modo inútil o contradictorio de este tipo de medidas (los tribunales saben perfectamente que en sus cárceles se tortura y mata, y muy rara vez hacen algo al respecto, y para colmo cuando lo hacen siempre es insuficiente), la decisión de Luís, hermano de «Gavioto», es muy respetable, puede ser útil para visibilizar una vez más sus irregularidades de cara a esa hipocresía generalizada que se conoce como «Opinión pública» y además, el propio Luís señala que es lo que a «Gavioto» le habría gustado, ya que él acabó así precisamente por denunciar y gritar bien claro lo que sucede tras los muros de la cárcel.
Según la información de EsCULcA, habían pasado 3 años desde que Eugenio fue trasladado a la cárcel de A Lama, pese a que su familia vive en Gijón. Estaba en segundo grado, y le quedaba menos de un año para pasar al tercero, lo que le permitiría empezar a optar a permisos de salida. Sin embargo, estaba siendo objeto de castigos, tal y como afirma su hermano, que vive en Canarias siéndole muy difícil desplazarse a menudo a la prisión donde estaba “Gavioto”. Según relató Luís: “Una semana antes de su muerte nos llamó diciendo que lo ponían en aislamiento. Lo noté mal y me puse en contacto con el centro a través de la trabajadora social y la psicóloga. El motivo del aislamiento era que le habían encontrado la carta del abogado de un colectivo de defensa de los derechos de los presos. Conseguí hablar con el subdirector dos días antes de la muerte y la respuesta fue que no daban explicaciones por teléfono y prácticamente me colgó. Dos días después recibimos la noticia del fallecimiento”.
Descartada la muerte violenta, ya que el cadáver no mostraría signos de golpes ni forcejeo, la familia espera ahora los resultados de la autopsia para confirmar alguna de sus hipótesis, entre las cuales contemplan como las más probables la sobredosis o el infarto. Luís señala al respecto: “En cualquiera de los dos casos, la cárcel sería responsable por negligencia. Si fue un infarto, Eugenio no podría haber recibido ayuda de nadie por encontrarse en aislamiento, y si fue sobredosis no hay razón para que una persona aislada pueda tener acceso a esa cantidad de drogas”. Basándose en estos argumentos para culpar directamente a la prisión de la muerte de su hermano, Luís estudia denunciar a la administración por homicidio o asesinato. El hermano del compañero indica que la familia ya había advertido a la prisión del delicado estado de salud de “Gavioto”, y señala que si no hubiese sido puesto en aislamiento bajo pretextos tan ridículos como encontrar entre sus cosas una carta de un abogado vinculado con un colectivo de defensa de los derechos básicos de las personas presas, continuaría en un segundo grado, donde rodeado de otros presos alguien podría haberse dado cuenta de su situación y tal vez la muerte se podría haber evitado.
Continúa informando Luís de que esta no era la primera vez que “Gavioto” era castigado de forma excesiva en A Lama bajo cualquier pretexto. Entre las pertenencias que la familia recibió tras la muerte de “Gavioto” fueron entregados los partes que se le fueron poniendo a lo largo de estos 3 años, y entre sus castigos se contarían, por ejemplo, uno de cuatro fines de semana de encierro en la celda simplemente por haber sido pillado conversando desde la ventana con un preso de la celda contigua u otro de más de veinte días de aislamiento (es decir, casi un mes) por haber dado un golpe a la puerta de la celda desde dentro, medidas éstas que el propio hermano de “Gavioto” define como “desproporcionadas”, señalando, apenas una semana después de la muerte de su hermano en una celda de aislamiento, que “una persona normal no puede aguantar veinte días estando 21 horas al día sola y aislada. La prueba irrefutable de la responsabilidad de la cárcel son los partes en los que las sanciones son desproporcionadas con respecto a las que consideran faltas”. Para Luís, estas medidas sólo tienen dos posibles desenlaces: “Convertir a un preso en un ser sin personalidad o en un rebelde”. No hace falta aclarar qué efecto tuvieron con “Gavioto” estas medidas, que lejos de lograr doblegarle sólo aumentaron sus ansias de rebeldía y sus deseos de libertad.
El hermano de “Gavioto” le describe de la siguiente manera: “Puedo decir que era de las personas más honestas y justas que pasaron por mi vida. La razón de estar en la cárcel fue porque era toxicómano desde los 15 años y los delitos fueron siempre robos para conseguir el dinero para la droga, pero siempre sin violencia. Era un hombre de una gran integridad moral…” y para defender su visión de su hermano relata un episodio – contado a su vez por uno de los propios funcionarios de la cárcel de Villabona – que pone de manifiesto el gran sentido de la solidaridad y el apoyo mutuo que “Gavioto” mostraba con sus actos y palabras: “Un funcionario de Villabona, en Asturias, nos contó que en una ocasión llegó un preso sin ropa. Otro interno de la prisión tenía tres pares de zapatos y Eugenio le pidió que le diese uno al otro preso que no tenía. Al negarse, mi hermano convenció a todos los compañeros para que no le diesen tabaco a ese preso como sanción por su comportamiento poco solidario al no prestar unos zapatos al otro. No pasó un día cuando Eugenio estaba dando de su propio tabaco a terceras personas para que se lo hiciesen llegar sin saber que era de su parte”. Continúa Luís relatando que “por eso no le gustaba a la dirección de la cárcel, los problemas que tenía siempre eran por defender a otras personas”.
La situación familiar (una madre mayor, de 84 años, viviendo en Gijón y un hermano viviendo en Canarias) dificultaban mucho las visitas, reservadas mayormente para los periodos vacacionales en los que el tiempo libre permitía una mayor disponibilidad para planear y llevar a cabo los desplazamientos, pero tanto su madre como su hermano hablaban con él casi a diario, poniéndose al día y manteniéndose informadxs de todo cuanto pasaba. Sin embargo, a pesar del interés por conocer el estado de su hermano, preocupadxs por su estado tras notarle mal en su última llamada (cuando avisó de que le llevaban a aislamiento), no recibieron respuesta de la dirección de la cárcel, exceptuando cuando ésta les llamó para comunicarles la muerte de “Gavioto”.
“El historial de denuncias y abusos al subdirector de seguridad llegaba de lejos. Mi hermano me habló en días anteriores de las medidas represivas que se empleaban y de los abusos que se cometían. Por eso tenía la carta del abogado, porque él quería contribuir a luchar contra ese maltrato que reciben los presos”, contaba Luís.
Habiendo firmado ya un poder para ser representado por un abogado de EsCULcA (colectivo que, además, también comparecerá como parte acusatoria en el juicio que pretende llevar a cabo el hermano de “Gavioto” contra la dirección de la cárcel), Luís explica que: “Denuncio porque quiero que este proceso sirva como medida disuasoria para que se lo piensen dos veces antes de tomar medidas contra los presos. También me dirigí a Instituciones Penitenciarias para que abran un expediente disciplinario a la dirección. Tengo que intentarlo por su memoria”. Y es que Luís confía en que a Eugenio le habría gustado que esta denuncia saliese adelante, pese a lo, muchas veces, inútil de denunciar a la “justicia” de los ricos los abusos de sus propios brazos ejecutores, ya que de hecho, Eugenio estaba incluído en el registro de los FIES “sólo por denunciar los abusos en las cárceles, que castigan a quien no es dócil y sumiso”.
Que el silencio no vuelva a ocultar ninguna muerte en prisión.
¡Cárcel = Tortura! ¡Carceleros asesinos, lo pagaréis!
En la foto, una pintada recientemente aparecida en la céntrica plaza de Barcelos, en Pontevedra. El lema en galego dice «En las cárceles se tortura»