A menudo, aunque con mucha menos frecuencia de la que nos gustaría, escuchamos o leemos noticias de presos y presas que se rebelan, que atacan a sus carceleros y se fugan, o arman motines y se organizan para responder a las agresiones de las que son objeto cotidianamente por parte de las instituciones penitenciarias y sus encargadxs. Para nosotrxs, esos hechos representan mucho más que el acto concreto en el que esa persona decide empuñar su rabia para plantar cara a sus captores. Son un reflejo de unas emociones y unos sentimientos hermosos de amor a la libertad, de rechazo a todo aquello que la niega o amenaza, hasta el punto de arriesgar la vida o la integridad en un último arrojo al vacío para intentar conquistarla.
Sin embargo, cuando hablamos de animales de otras especies que desean y persiguen su libertad, a muchas personas (movidas por una moral especista) les parece que exageramos, y que esas criaturas sólo actúan movidas por un instinto, y su determinación y su resistencia al encierro pierden valor, quedándose en meras reacciones inconscientes. Por eso, cuando el otro día leía por encima, de nuevo, el libro «En ese sitio maldito donde reina la tristeza… Reflexiones sobre las cárceles de animales humanos y no-humanos» (OchoDosCuatro Ediciones, Madrid) en busca de un par de citas y algunos datos que necesitaba, me reencontré con esta parte, y se me ocurrió transcribirla para difundirla aquí.
Esta es la hermosa historia de las otras fugas, la historia de las otras resistencias, la venganza protagonizada por lxs eternxs olvidadxs, invisibilizadxs y silenciadxs, lxs animales no-humanxs, y que demuestran que más allá del automatismo instintivo al que se suelen atribuír, tras estos desafíos se encuentra el mismo deseo de libertad que motivó y sigue motivando a muchxs presxs humanxs a ponerlo todo en juego por otra bocanada más de aire, lejos de la asfixia…
Nota: El título es mío, y no se corresponde con el título en el libro de los fragmentos aquí replicados.
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Querer la libertad. De fugas y otras negaciones no-humanas contra el encierro…
Esa fuerza de la que hablamos que empuja a la lucha por la libertad, trasciende el género y, por supuesto, también la especie. Habrá quien considere que las fugas de animales no humanos son fruto de “meros” instintos o actos prácticamente mecánicos. Nosotras no sólo no lo creemos así, sino que además consideramos irrelevante el grado de complejidad intelectual que haya en una fuga, cuando es tan evidente la relación directa entre carecer de libertad y actuar para conseguirla. Independientemente de que sea interesante el estudio del comportamiento animal, sus orígenes y mecanismos, lo único que pretendemos aquí es narrar hechos que, en nuestra opinión, hablan por sí mismos.
El 18 de mayo de 2011, en la provincia italiana de Messina, una vaca destinada al consumo de carne escapó del vehículo que la trasladaba al matadero y recorrió un largo trecho hasta la localidad de Santa Teresa di Riva, donde el mar se interpuso en su camino. La vaca no miró atrás, se zambulló en el agua, y comenzó a atravesar el estrecho con dirección a las costas de Calabria, o mar adentro, hasta donde sus fuerzas le permitieran. A mitad de camino, habiendo recorrido un kilómetro de mar en tres horas de incansable natación, fue avistada por la guardia costera, que la capturó y devolvió a la costa siciliana. Aún exhausta, muchos testigos declararon que la vaca se resistió enérgicamente a ser atada y subida a la lancha que la devolvió a tierra.1
Teresa, que así fue bautizada en honor al pueblo que la vio arrojarse al mar en busca de vida y libertad, iba a ser sacrificada antes de tiempo junto a otras compañeras por encontrarse afectado su grupo de un brote de brucelosis, una enfermedad que no las hacía aptas para el consumo humano. Su historia conmocionó tanto a la población, que mucha gente se movilizó para exigir el indulto, y varias personas y asociaciones se interesaron por adoptarla y ofrecerle una vida digna. También hubo quien declaró haber tomado la decisión de pasarse al vegetarianismo tras observar la hazaña. Teresa despertó en muchas personas esa parte, deliberadamente adormecida en nuestra sociedad, que comprende que los demás animales merecen nuestro respeto más allá de que nos sean útiles o no, y más allá de que sean capaces o no de reivindicarlo y luchar por él.
Ella tuvo la suerte que no tuvieron otras muchas, cuyos intentos de fuga les llevaron a una muerte violenta.
En 2004, por ejemplo, un gorila llamado Jabari fue abatido a tiros por la policía tras escapar de un zoológico de Dallas. Había escalado el muro y sembrado el pánico entre las visitas, en lo cual se escudaron los oficiales para justificar su muerte, alegando que Jabari también había cargado contra ellos2.
Mención aparte merece el caso de la jirafa Aleksandre que, tras su fuga de un circo italiano en 2012, fue sedada tan intensamente que acabó falleciendo de un paro cardíaco3.
El caso más llamativo en el Estado español, lo encontramos recientemente en una localidad de Gran Canaria, cuando siete tigres huyeron del parque Cocodrilos Park, en Los Corralillos. Un centenar de guardias civiles y la Policía Local de Agüimes participaron en el dispositivo, capturando a cuatro de los animales y abatiendo a tiros al resto.4
En todos los casos, los medios se hacen eco de la espectacularidad de la noticia, pero no cuestionan el absurdo y la injusticia de tener animales encerrados, con sus necesidades e instintos básicos mermados, con el único objetivo de satisfacer caprichos humanos. Pero, al igual que sucede con las presas de nuestra especie, las víctimas de esta injusticia no siempre se resignan, y existen innumerables ejemplos de animales que reinciden una y otra vez en sus intentos de huida.
En 1974, una elefanta bebé fue capturada en África para ser sometida de por vida al infierno del circo. Bautizada como Tyke, fue maltratada durante años, viviendo en terribles condiciones y sufriendo el castigo con picos de metal como método de entrenamiento. En abril de 1993, durante una actuación en Pennsylvania, intentó poner fin a su situación por primera vez, arrancando parte de la estructura de la carpa y deambulando durante una hora por las calles hasta volver a ser capturada. Al día siguiente, según informaciones de algunos medios, atacó a uno de los entrenadores, sin ser apartada del espectáculo a pesar de todo. Así, tres meses más tarde, Tyke se encontraba actuando en la feria de Dakota del Norte, cuando volvió a intentar huir, pisoteando a un empleado de la feria y asustando a la muchedumbre. En esta ocasión, sólo tardó 25 minutos en volver a ser atrapada.
Finalmente, el 20 de agosto de 1994, en Honolulu (Hawai), Tyke salió a la pista enfurecida y, ante numerosas miradas, mató a su entrenador, Alan Campbel, hiriendo también a un cuidador. Tras esto, salió a la calle arrasando con todo lo que encontraba a su paso, embistiendo a peatones, aplastando coches e hiriendo a un periodista. Treinta minutos más tarde, era reducida por más de 85 disparos y moría por una hemorragia cerebral (Hribal, 2010, p. 57). Tyke ya no era la esclava de nadie, pero había pagado con la vida su lucha por la libertad.
La rebelión animal
La historia de Tyke es uno de los muchos casos en los que animales explotados se cobran la vida de quienes les explotan. El libro de Jason Hribal Fear of the Animal Planet: The hidden history of Animal Resistance, presenta por primera vez a los animales no humanos como protagonistas directos de su propia rebelión. Si bien no conocemos si existen datos científicos que puedan apoyar la afirmación de que los demás animales cometen actos conscientes de revuelta o venganza, se puede demostrar al menos que manifiestan su rechazo a la explotación de formas muy diversas y, en ocasiones, contestatarias y organizadas. Aquí se recogen numerosos ejemplos, cuando menos interesantes, de la respuesta que muchos animales han dado a sus captoras en diferentes ámbitos de explotación.
Los parques SeaWorld, en varios lugares de Estados Unidos, han sido escenario de múltiples ataques de orcas a sus autoproclamadas entrenadoras. En 2006, una orca llamada Kasatka sostuvo a Ken Peters bajo el agua durante varios minutos. El hombre logró librearse con ayuda de sus compañeras, y lamentar únicamente la fractura de un pie. No era la primera vez que Kasatka le atacaba. El autor David Kirby (2012) sugiere que estas agresiones podrían deberse a que la orca respondía así a los gritos de sus crías de dos años de edad, que se encontraban cautivas en otra pileta. Cuatro años más tarde, otra orca de nombre Tilikum asesinaba a su entrenadora en plena función. En 2009, una orca llamada Keto y procedente probablemente de un convenio con SeaWorld, se había cobrado la vida de un cuidador en el Loro Park de Tenerife. El parque trató de ocultarlo en su momento, pero terminó copando titulares en 2013 gracias al estreno de “Blackfish”, un documental de Gabriela Cowperthwaite.
Este tipo de ataques también son frecuentes en zoológicos y circos. En marzo de 2013, una voluntaria en prácticas en uno de estos recintos en Fresno (California), falleció tras ser atacada por un león al entrar en su jaula.5 Un mes antes, en México, un domador había muerto “a manos” de un tigre, que le propinó un zarpazo durante el espectáculo.6Aunque a las responsables de los centros de explotación les gusta presentar este tipo de ataques como meros accidentes o hechos aislados, sorprende descubrir que, según muestra Jason Hribal, en un gran número de los casos los animales se ceban en objetivos muy determinados (sus criadoras, entrenadoras, o personas del público que han sido especialmente molestas) (p. 21-30).
Y a pesar de que todo esto pueda parecer algo más propio de animales salvajes, los llamados “domésticos” también pueden participar de esta “rebelión”. En octubre de 2012, por ejemplo, un granjero de Oregón de nombre Terry Vance Garner, apareció devorado por los cerdos que criaba. Si bien no se esclareció en su momento el motivo del fallecimiento, y podría haberse tratado de un infarto, no se descartó la posibilidad de que los propios cerdos le hubieran derribado, provocando así su indefensión y su muerte para, posteriormente, devorarle. La familia de Terry encontró, no sólo el cuerpo consumido, sino también algunas partes arrancadas7. Lo más probable es que esta noticia esté impregnada de sensacionalismo y fuera un cúmulo de circunstancias lo que llevara a este hombre a la muerte, pero no podemos pasar por alto las declaraciones de sus familiares, indicando que Terry ya había sido atacado y herido en otras ocasiones por los animales.
A algunas personas, la idea de una conspiración o un ataque orquestado por varios individuos de otra especie les puede parecer imposible de asumir; pero todo el mundo ha visto documentales que reflejan cómo los animales en libertad cooperan y se organizan para conseguir agua o alimento, protegerse de determinados peligros, etc. ¿Por qué no iban a coordinar esfuerzos para liberarse o para rebelarse contra una situación de cautiverio? Existen varios ejemplos documentados de animales no humanos que luchan por su libertad y su vida de manera claramente planificada, incluyendo también el empleo de herramientas.
Hribal narra en su libro la historia de un grupo de babuinas en el norte de África que, frente a la masacre y captura reiterada de varios miembros de su comunidad por parte de comerciantes de animales, se organizaban para atacarles y perseguirles para intentar liberar a los prisioneros (pp. 96-97). Durante el camino, incluso, otros clanes se implicaban es dichos ataques.
Más recientemente, en Guinea, la BBC pudo grabar a grupos de chimpancés salvajes haciendo incursiones en la selva para desactivar las trampas dejadas allí por los cazadores.8 Del mismo modo, en julio de 2012, National Geographic publicaba la historia de dos jóvenes gorilas de Ruanda, de nombre Rwema y Dukore, que se habían organizado para destruir trampas, después de que un miembro de su manada hubiera muerto tras ser atrapado por una de ellas. Los dispositivos estaban destinados a la caza de otros animales, pero con frecuencia afectaban a los miembros de su grupo. Rwema y Dukore realizaban su tarea de manera coordinada, de modo que mientras uno rompía la rama del árbol del que pendía la trampa, la otra se encargaba de deshacer el lazo de la cuerda.9
Los animales no humanos también pueden cooperar para ayudarse a escapar los unos a los otros, como veremos más adelante. En 2012, en un zoológico de Brasil, ocho monas silbadoras consiguieron romper la verja de su jaula con piedras que previamente habían preparado para la huida. Según los empleados del zoo, dos de ellas actuaron como “cerebro” de la operación, facilitando la huida para las demás. Lamentablemente, fueron capturadas a las pocas horas.10
Las primatólogas de Rainfer, un centro proteccionista que acoge primates en Madrid, han declarado en varias ocasiones que los chimpancés son muy difíciles de mantener en cautividad, ya que buscan la manera de escapar de todo tipo de instalaciones.11 Algunos de los individuos comprueban las vallas electrificadas en busca de fallos, o fabrican bolas de barro cuando llueve, dejando después que se endurezcan para utilizarlas como piedras.
Este tipo de acciones se da en todo tipo de centros de encierro, de un lado a otro del mundo y con seres de diferentes especies. En febrero de 2013, en un zoo de Australia, una hembra de orangután llamada Karta, consiguió escapar de su jaula usando una rama para provocar un cortocircuito en la verja. Tras esto, “escaló sobre los cables inutilizados, construyó un montículo de hojas, y entonces usó una rama para trepar fuera de la zona de exhibición”.12
Algunos animales pueden usar herramientas, otros el ingenio, la fuerza o la agilidad. Ninguna de estas capacidades hace más o menos importante su lucha por la libertad, del mismo modo que el hecho de pertenecer a la especie humana no nos hace a nosotras más merecedoras de la misma. Sencillamente, cada una hace lo que puede por sí misma y por las demás, compartiendo todas ese “algo” tan básico que se nota cuando falta, ese “algo” que nos falta cuando sobran muros y cadenas.
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Notas:
1 RT Actualidad (2011) Teresa, la vaca que huyó del matadero para acabar en la Red. RT Actualidad, [online] 6 agosto. Disponible en: http://actualidad.rt.com/actualidad/view/30974-Teresa,-vaca-que-huy%C3%B3-del-matadero-para-acabar-en-Red
2 Associated Press (2004) Gorilla ́s scape, violent rampage stun zoo officials. Nbc News, [online] 19 marzo. Disponible en: http://www.nbcnews.com/id/4558461/
3 Agencia EFE (2012) En aprietos circo Martini por intentos de fuga de sus animales. El diario, [online]13 octubre. Disponible en: http://www.eldiariony.com/En_aprietos_circo_Martini_intentos_fuga_animales#.UUZKa1d8YQg
4 Agencia EFE (2010) Siete tigres se escapan de un zoo en Agüimes. La Provincia.es-El diario de Las Palmas, [online] 23 marzo. Disponible en: http://www.laprovincia.es/sucesos/2010/03/23/siete-tigres-escapan-zoo-aguimes/292258.html
5 Montanez, Rick (2013) Lion attack kills a female intern at the Cat Haven in Fresno County. Abc30/KFSN-TV, [online] 6 marzo. Disponible en: http://abclocal.go.com/kfsn/story?id=9018458
6 El Comercio.pe (2013) Tigre mató a su domador en plena función de circo en México. El Comercio.pe, [online] 4 febrero. Disponible en: http://elcomercio.pe/actualidad/1532440/noticia-video-tigre-mato-su-domador-plena-funcion-circo-mexico
7 Agencia EFE (2012) Un granjero de Oregón, en EE UU, es devorado por sus cerdos. 20 Minutos, [online] 2 octubre. Disponible en: http://www.20minutos.es/noticia/1605933/0/granjero/devorado/cerdos/
8 BBC Mundo (2010) Chimpancés aprenden a desactivar trampas. BBC, [online] 4 septiembre. Disponible en: http://www.bbc.co.uk/mundo/ciencia_tecnologia/2010/09/100903_chimpances_trampas_truco_pea.shtml
9 Than, Ker (2012) Gorilla Youngsters Seen Dismantling Poachers’ Traps – A First. National Geographic News, [online] 19 julio. Disponible en: http://news.nationalgeographic.com/news/2012/07/120719-young-gorillas-juvenile-traps-snares-rwanda-science-fossey/
10 Teinteresa (2012) Unos simios fabrican una herramienta con la que escapan de un zoo en Brasil. Teinteresa.es, [online] 12 enero. Disponible en: http://www.teinteresa.es/ciencia/simios-fabrican-herramienta-escapan-Brasil_0_626338793.html
11 Merino, Alfredo (2008) Asilo de chimpancés. El Mundo, [online] 5 febrero. Disponible en: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/02/04/madrid/1202150326.html
12 Rtve.es (2011) Una orangután se escapa en un zoo de Australia pero se lo piensa mejor y regresa. Rtve.es, [online] 10 mayo. Disponible en: http://www.rtve.es/noticias/20090510/una-orangutan-escapa-zoo-australia-pero-piensa-mejor-regresa/276220.shtml