A continuación, sigue la siguiente noticia del colectivo Amigxs de Mumia de México y que yo recojo del blog de les compas del Boletín Tokata (Valencia), informando sobre el acceso de Mumia Abu Jamal, por fin (aunque por ahora sólo en la teoría), al tratamiento para la hepatitis C que padece desde hace años, provocada (y empeorada) por las insalubres condiciones de la prisión y la deliberada desatención y negligencia que las autoridades utilizan contra él a modo de tortura, buscando acabar con él físicamente.
El compañero obtendrá, según conclusiones recientes, el tratamiento para la grave enfermedad, si bien se advierte de que el daño es ya avanzado y a causa de la hepatitis C no tratada, el compa ha desarrollado una fuerte cirrosis que, en un futuro, si no es tratada de inmediato, podría causarle un cáncer en el pulmón u otro tipo de avances terminales/mortales para su enfermedad.
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El 31 de marzo de 2017, Mumia Abu-Jamal recibió una cruel mezcla de buenas y malas noticias de un doctor en su prisión. El doctor le enseño los resultados de un reciente análisis de laboratorio, el cual reveló claras señales de cirrosis, es decir, la formación de cicatrices en el hígado, obviamente provocada por su Hepatitis C no tratada. El doctor también informó a Mumia que recibiría la cura para la Hepatitis C la semana que entra.
La inminente victoria era agridulce. Mumia compartió sus sentimientos con algunas personas por teléfono en la mañana. Su expresión de emoción, poco común, también fue captada en una entrevista en la tarde: “Mi primera reacción era choque, rabia, incredulidad. Si me hubieran dado tratamiento en 2015, si me hubieran dado tratamiento en 2012 cuando dicen que lo diagnosticaron por primera vez, no estaría tan avanzada…Para muchos hombres y mujeres en las prisiones de Pensilvania, creo que es un paso adelante, y un gran día, pero les aseguro que no me siento así ahora mismo”.
La aparente decisión del DOC de darse por vencido y darle a Mumia el tratamiento que cura la Hepatitis C fue lograda en una agonizante lucha de dos años en las calles y en los tribunales. Sin embargo, Mumia todavía no recibe el tratamiento y no lo recibirá sin nuestra constante vigilancia y protestas.
Si recibe el tratamiento inmediatamente, es posible que Mumia vuelva a disfrutar de buena salud. Pero los pacientes que han desarrollado cirrosis son más susceptibles a desarrollar el cáncer del hígado en el futuro y tienen que ser monitoreados durante toda la vida.
Frente a la batalla de Mumia para recibir un tratamiento médico decente, el DOC de Pensilvania adoptó una posición de represalias y aceleró sus esfuerzos para silenciar y asesinar a Mumia con el retraso del tratamiento. Debido a que no trataron su Hepatitis C hace dos años, Mumia cayó en un shock diabético, padeció inflamación del cerebro y sufrió una dolorosa condición de la piel que dejó su cuerpo desfigurado. Durante el año pasado, él y otros presos han sido obligados a tomar y bañarse en agua visiblemente contaminada –“negra y turbia”, según Mumia.
Muchas personas que apoyan a Mumia en diferentes partes del mundo creyeron que Mumia empezó a recibir tratamiento en enero de 2017, porque un juez federal ordenó a la DOC dárselo. Pero el DOC de Pensilvania, necio y obstruccionista, se negó a obedecer la orden.
Al ordenar el tratamiento inmediato para Mumia, el juez destacó la inconstitucionalidad del protocolo del DOC para el tratamiento de Hepatitis C. El juez condenó al DOC porque su protocolo “intencionalmente retrasa” el tratamiento con la cura estándar para Hepatitis C hasta que el preso experimente sangrado de la garganta, entre otros síntomas mortales. El dictamen citó violaciones de derechos humanos establecidos en la Enmienda Ocho de la Constitución de Estados Unidos que prohíbe castigos crueles e inusuales.
Las constantes demoras del DOC se confirmaron esta semana. El mismo día que el doctor de la prisión le dio las noticias a Mumia, los abogados del DOC presentaron una escandalosa moción en el tribunal. Solicitaron que el juez desestimara la demanda de Mumia, dado que el DOC había tomado la decisión de tratar a Mumia bajo las lineamientos de su previo protocolo para el tratamiento de Hepatitis C – ¡el mismo protocolo que el juez ya había declarado anti-constitucional!
Estos argumentos demuestran la mala conducta del DOC y sus esfuerzos para minar las implicaciones jurídicas de la demanda de Mumia. Cuando Mumia por fin reciba la cura, su tratamiento sentará un precedente para el tratamiento de miles de presas y presos en Pensilvania con Hep C y también para personas fuera de las prisiones que no pueden pagar el altísimo costo de los medicamentos. La lucha de Mumia ha sacado a la luz la crisis letal de la atención médica en las prisiones y la barbaridad del sistema comercial de salud que cobra 90 mil dólares para la cura de Hep C.
Como la historia demuestra, el dictamen de un juez no garantiza su implementación, especialmente cuando éste desafía a los intereses dominantes. Por eso pedimos que actúen: Exijan tratamiento inmediato para la Hepatitis C para Mumia y también para más de 700,000 presas y presos con Hep C en el país, y las millones que sufren esta enfermedad letal sin tratamiento afuera de los muros de las prisiones, en nuestros propios barrios.
Este momento también ha creado una oportunidad para demostrar la inocencia de Mumia y luchar por su libertad. El lunes 24 de abril, 2017, el día que Mumia cumple 63 años, sus abogados estarán en el Tribunal de Causas Comunes para impugnar su condena. Les llamamos a estar con nosotros en la audiencia y en las calles. .
El 24 de abril, sus abogadas Judith Ritter y Christina Swarns (del Fondo de Defensa Jurídica de la Asociación Nacional para el Avance de Personas de Color, NAACP), se aprovecharán del reciente dictamen de la Suprema Corte de Estados Unidos en el caso Williams vs. Commonwealth para demostrar la manera en que la parcialidad jurídica y procesal en todas las apelaciones estatales de Mumia lo han mantenido tras las rejas. Este importante dictamen de la Suprema Corte determina que un juez no puede juzgar un caso con imparcialidad en el cual él o ella ha desempeñado un papel en una significativa decisión de la procuraduría.
En el caso de Mumia, el juez Ronald Castille, el mismo juez que estaba bajo escrutinio en el caso Williams vs. Commonwealth, también fue el Fiscal elegido en Filadelfia quien hizo argumentos a la Suprema Corte de Pensilvania en 1988 para avalar el veredicto de culpable y sentencia a muerte para Mumia dictados en su juicio de 1982. Castille también había sido un sub-fiscal de alto rango durante el juicio original. Después de que él fue elegido a la Suprema Corte de Pensilvania en 1994, estuvo involucrado en deliberar y negar todas las apelaciones estatales de Mumia en contra del “juez de la horca” Albert Sabo y la juez Pamela Dembe, quienes avalaron la sentencia a muerte de Mumia y le negaron un nuevo juicio en múltiples apelaciones entre 1998 y 2007. Estos jueces le negaron un nuevo juicio a pesar de la inocencia de Mumia, aun cuando la evidencia de su culpabilidad fue fabricada por la policía y la fiscalía, y le negaron prácticamente todos los derechos a un debido proceso y protección bajo la Constitución de Estados Unidos
Durante las apelaciones, los abogados de Mumia pidieron al juez Castille que se recusara debido a su parcialidad. También destacaron la cercana relación del juez con la Orden Fraternal de Policía (FOP), la cual hizo lobby por el veredicto contra Mumia. La FOP financió la campaña de Castille para la Suprema Corte y lo honraron como “Hombre del Año”. Al responder a los abogados de Mumia, el juez Castille declaró enérgicamente que él no iba a hacerse a un lado. Insistió en que él no era el único juez que había recibido dinero de la FOP. ¡Cinco de los siete jueces de la Suprema Corte de Pensilvania también habían recibido aportes de la organización policiaca! No sorprende que el juez Castille no encontrase un sólo error en el proceso original y que avalase la sentencia de muerte de Mumia y le negase el derecho a un nuevo juicio.
¡Exigimos la inmediata liberación de Mumia!