El comunicado a continuación se trata de una noticia que llega con bastante demora, pues data de finales del pasado mes de abril. Por alguna razón, no apareció publicada en medios contrainformativos en inglés hasta la semana pasada, y tras leerlo, decidí traducirlo por las reflexiones que contiene, en cuanto a la relación entre el imperialismo militar de Turquía y de la OTAN sobre Siria y otras regiones de Oriente Medio, y los proyectos energéticos, centrándose en el TAP (Gasoducto TransAdriático), un megaproyecto para el transporte de gas del que podéis encontrar más información en la publicación que tradujimos y editamos en castellano desde este mismo blog en el verano pasado, y que podéis encontrar haciendo click aquí.
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Las Rote Zora, una red alemana de grupos de guerrilla urbana feministas e internacionalistas, tenían una idea simple de la solidaridad internacionalista. Atacar a las complicidades industriales, políticas y financieras de los asesinos del extranjero a través de la acción directa: interrumpir la producción saboteándola, dañar sus medios y atacar a aquelles que son responsables de la injusticias. Estas son las múltiples y variadas posibilidades ofrecidas a les individues en lucha contra este mundo.notes on the territories and populations concerned
En meses recientes se dio mucha atención a la Operación Rama de Olivo (ver la campaña internacionalista fight4afrin para más info) llevada a cabo por Turquía en los territorios kurdos de Siria. Sin embargo, si Erdogan puede darse el lujo de establecer los términos masacrando a miles de seres humanos y reconstruyendo el sueño imperial otomano, esto es sólo porque el rol geopolítico de su país le permite hacerlo: por un lado controla las fronteras de “nuestro” oeste en nombre de la UE ya que mantiene a les indeseables alejades, por otro controla el flujo de recursos energéticos en el viejo continente. El papel central en el sector energético desempeñado por el poder turco se destacó una vez más a mediados de febrero de 2018, con el bloqueo militar del barco italiano Saipem 12000 (propiedad de ENI) en mar abierto de Chipre, en aguas disputadas: los hidrocarburos que buscan los técnicos italianos deben permanecer en la esfera de influencia turca, no hay discusión en eso.
Así que, si la tecnología no es neutral, y el gasoducto TAP apoya y nutre un cierto modo de vida, entonces menos neutral todavía puede ser un gasoducto con un gran peso geopolítico: y el TAP sólo refuerza el poder de Erdogan. Apoyar al TAP significa apoyar uno de los elementos futuros para la legitimidad geopolítica de Turquía, es decir, respaldar y reforzar los proyectos imperialistas turcos (ver el apartado “Notes sobre los territorios y poblaciones preocupadas” en el extracto del panfleto “Al Otro Lado”): el proyecto de construcción del gasoducto [TAP] es tan responsable de las guerras como lo es el proyecto para la ampliación de la base militar de Camp Darby (el mayor arsenal de EE.UU. en el extranjero), el cual ha estado teniendo lugar en Pisa en meses recientes. Ese cemento y ese hierro no son «sólo» cemento y hierro sino también realizaciones de este mundo, independientemente del daño medioambiental [que causan] y de la cantidad de recursos públicos [que requieren], los cuales según algunes serían de este modo destinados a intervenciones más «urgentes»: por esta razón la oposición a las elecciones para este proyecto realizadas por el dominio pueden pasar por alto muy bien estos aspectos.
Con el fin de atacar a la guerra, además, une no tiene necesariamente que prodigar elogios sobre la «revolución de Rojava». Estamos de acuerdo con las dificultades de algunes para figurarse cómo se puede llevar a cabo una revolución social mediante acuerdos con la OTAN, el régimen de Assad o las fuerzas especiales francesas. Hacerse a un lado y pretender actuar como si no estuviese pasando nada, así como cerrar los ojos de une frente a las contradicciones de nuestros tiempos, parece de igual manera incorrecto. Así que une necesita encontrar un modo de intervenir en la realidad de las cosas, de actuar en su alrededor, por ejemplo atacando a la guerra donde quiera que sea producida o donde quiera que sea reforzado el rol geopolítico de varios Estados. Este es nuestro enfoque anarquista de la realidad, con la perspectiva de nutrir el conflicto social.
Hay muchas maneras de articular un camino de lucha y el discurso que lo apoya. Nosotres creemos que la fuerza de una intervención revolucionaria sobre la realidad está en la capacidad de arreglárselas para conectar diferentes aspectos y temas, que pueden y deben ser unificados en una crítica radical, incluso si el mundo nos los presenta como separados, para que así nuestras acciones no se fosilicen en el especialismo, sino que en lugar de eso nos proporcionen una visión global e integral de las posibilidades que las ideas y las acciones tienen cuando se realizan a sí mismas en (y contra) la sociedad que nos rodea.
Por lo tanto, luchar contra el TAP no «sólo» significa oponerse a la nocividad o traer la solidaridad con otres individues en lucha; «también» significa luchar directamente contra las masacres que están siendo perpetradas en Oriente Medio y oponerse a las ambiciones geopolíticas o las alianzas militares (como la OTAN) de Turquía y de cualquier otro Estado. De manera similar, luchar contra la guerra y los intereses turcos es también luchar contra el TAP, ya que la guerra en Siria (y no sólo) está profundamente conectada con varios proyectos de suministro energético. Como hemos repetido muchas veces, quizá sin entenderla realmente, la dimensión del dominio es un todo, incluso si se presenta a sí misma como sectores divididos. Atacar a un elemento mientras miramos a la totalidad de lo existente con la perspectiva de que podría crear reverberaciones con consecuencias inesperadas, lo cual puede conducirnos a los lugares más impensables.
¿Llegan nuestros proyectos revolucionarios hasta esta complejidad, o quizá no podemos siquiera percibir toda la riqueza de posibilidades?
ASP – Algunes Estudiantes de Pisa, 12 de abril de 2018