Según un comunicado publicado en Contrainfo, la noche del 14 de marzo de 2014 fueron incendiadas dos excavadoras y tres tractores de la empresa constructora PATO en el área de Occhiobello, con unos daños valorados, según la prensa burguesa local, en unos 250.000 euros.
La acción se dedicó a la memoria de Soledad Rosas y Edoardo Massari, compañerxs que en los años ’90 se suicidaron al no soportar la represión de la que fueron objeto en el contexto de una operación represiva que buscaba el cese de las acciones de sabotaje contra las infraestructuras y obras del TAV, Tren de Alta Velocidad, las cuales por aquel entonces se expresaban en forma de ataques incendiarios contra la maquinaria utilizada para reconocer el terreno y la documentación recogida por ésta…
Un poco de historia…
Esta guerra contra la máquina y contra las necesidades de movilidad que la comunidad europea exigía ya por entonces para poder desplazar sus mercancías entre los principales núcleos urbanos, a costa de destruir y arrasar lugares de incalculable valor ecológico (como Val Susa, en Italia) escalaba en intensidad desde hacía más de una década, hasta que en 1996 la paciencia se agotó y los ataques comenzaron a darse de manera más o menos continuada.
En 1998, la incapacidad de las fuerzas policiales para predecir los movimientos de las células e individualidades que golpeaban las bases de las obras constantemente (muchas veces sin reivindicarlo y otras atribuyéndose las acciones mediante comunicados emitidos más tarde o dejados en el lugar del ataque) empezó a preocupar a las altas esferas, que ordenaron una operación represiva de carácter intimidatorio y ejemplarizante dirigido contra los movimientos anarquistas en Turín, donde se allanan tres edificios okupados deteniendo a 3 personas, Soledad Rosas, Edoardo Massari y Silvano Pelissero, a quienes se acusa de buenas a primeras de formar parte del grupo «Lupi griggi» (Lobos Grises), uno de los grupos informales bajo cuyo nombre habían sido reivindicadas algunas de las acciones.
Silvano y Edoardo eran anarquistas conocidos en la zona, y ya habían tenido problemas con la «justicia» italiana y su juego de intereses anteriormente, pero Soledad era una compañera argentina la cual había llegado a Italia para vivir okupando junto a Edo y Silvano, con quienes mantenía amistad. Algunos de los ataques que se imputaron a Soledad habían sido realizados antes de su llegada, ya que según Silvano su amistad con ella había comenzado en diciembre del 97. Sin embargo, esto no sirvió de nada y las acusaciones prevalecieron. Era necesario ofrecer cabezas de turco, cuerpos del delito que pudiesen devorar los carroñeros de la «opinión pública».
En medio de una fuerte campaña de criminalización mediática donde se hablaba sin cesar de la «gran labor» de la policía al «desarticular un grupo ecoterrorista», al día siguiente de las detenciones se lleva a cabo una concurrida concentración solidaria, la cual es reprimida por cargas de los antidisturbios. Este hecho hace estallar una vez más la rabia y se suceden enfrentamientos en los que las barricadas prenden sobre el asfalto y numerosos escaparates de bancos y otros símbolos de la economía dominante son destrozados. La policía detiene ese día a más de 15 personas, de la cuales varias quedarían con diversos cargos a posteriori, pero en medio del fragor de la batalla se consigue okupar de nuevo El Asilo, uno de los centros sociales okupados allanados el día anterior.
El 26 de marzo, unas semanas después de los hechos relatados, Soledad, Edo y Silvano reciben la noticia de que su petición de excarcelación había sido denegada y a pesar de la inmensa fuerza transmitida por el movimiento solidario en el exterior (tanto en la jornada siguiente a las detenciones como a través de pintadas, pancartas, acciones descentralizadas de sabotaje, cortes de tráfico etc…), Edo no lo soporta y dos días después se suicida en su celda de la prisión de Vallete.
La rabia vuelve a aflorar y se suceden diferentes homenajes y muestras de solidaridad. El caso más llamativo acontece durante el funeral del compañero. Escoltada por la policía, se permite a Soledad asistir, pero también acuden otros que no habían sido invitados, y a pesar de que familiares, amigos y compañeros habían pedido expresamente que no se presentasen en la zona periodistas ni maderos, ambos hacen acto de presencia arruinando la ceremonia, hecho que vuelve a provocar a lxs compañerxs alli presentes, lxs cuales actúan atacando a prensa y policía, con resultado de varios periodistas heridos (uno de ellos, el periodista experto en calumnias Daniele Genco, terminó con varios huesos rotos, y dos anarquistas pagaron también con prisión posteriormente por haberle dado una paliza).
La prensa burguesa así como la izquierda (tanto institucional como extraparlamentaria, incluyendo tanto a socialdemócratas como a stalinistas y demás que hasta ese momento habían cargado sus plumas contra lxs compañerxs y/o habían mantenido un cómplice e insultante silencio) comienzan de repente a «compadecerse», intentando presentar a Edo como una víctima, un joven inocente víctima de una represion desproporcionada. Este intento de recuperación de la capacidad de movilización que este caso había tenido entre anarquistas, autónomos y otras fuerzas anticapitalistas, se ve reforzado por un cambio progresivo en las acusaciones. Lxs compañerxs ya no son lxs «Luppi Griggi». Aquellos titulares donde se les señalaba como lxs saboteadorxs sin dejar margen alguno a la presunción de inocencia, se convierten en mediocres acusaciones de «colaboradores», y continúan descendiendo, demostrándose también no sólo que temían una posible expansión de la solidaridad y del conflicto en caso de seguir con la criminalización ahora que un chico había muerto en la prisión, sino también que carecían de pruebas para demostrar que Edo, Sole y Silvano eran lxs «Luppi Griggi». Asi, van «edulcorando» sus noticias en una humillante progresión, donde intentan restar importancia al papel de Soledad (dado que su origen argentino y su llegada posterior a los ataques dificultaban mucho la elaboración de un montaje para inculparla) y se centraban en Silvano. Soledad es excarcelada y puesta bajo arresto domiciliario permanente, a espera de juicio.
Sin embargo, Soledad, rota por la muerte de Edo (con quien mantenía una relación sentimental) y por la represión que, pese a todo, seguía afrontando, tampoco puede más y el 11 de abril es encontrado su cadáver en el domicilio donde cumplía la medida cautelar, ahorcado con la cortina de la ducha. Antes de morir, dejó una carta donde, pese a que aun muestra algo de fuerzas, ya se puede percibir su desesperación:
“Voy a buscar la fuerza de alguna parte, no sé de dónde, sinceramente ya no tengo ganas pero tengo que seguir, lo hago por mi dignidad y en nombre de Edo. Lo único que me tranquiliza es saber que Edo ya no sufre más. Protesto, protesto con mucha rabia y mucho dolor”.
Silvano, el único que vivió para contarlo de lxs 3, estuvo en la cárcel hasta 2002, pese a la inconsistencia total de las «pruebas» presentadas, la cual fue reconocida incluso por la propia «justicia» italiana. Soledad y Edo salieron absueltos, irónico absolver de un crimen a un cadáver…
Hoy se les recuerda como símbolos de la lucha contra el TAV en Italia, que lejos de ser mártires, afrontaron hasta el límite de sus fuerzas una vida de lucha y coherencia.
Hoy, sigue habiendo compas encarceladx por acciones contra el TAV. Chiara, Mattia, Claudio Alberto, Niccoló… y otro compañero, Guccio, se suicidó hace poco, no soportando tampoco las condiciones de la represión. Por lxs que aun respiran, y por lxs que dejaron de respirar pero nunca de brillar, que la solidaridad atraviese los muros de sus cárceles.
Bastardos asesinos.