Sonja Sunder es una compañera alemana que lleva los últimos 2 años en prisión, y que, desde hace uno, espera ser sometida a un juicio que parte de dos testimonios, uno de los cuales es falso y proporcionado por un arrepentido chivato de mierda al que habría que cortarle la lengua, mientras que el otro fue obtenido mediante salvajes torturas a otro compañero justo después de que este hubiese sufrido un grave accidente que le costó la amputación de las dos piernas y la pérdida de ambos ojos, aprovechando los maderos su especial vulnerabilidad para avasallarle a preguntas y obtener lo que buscaban sabiendo que se encontraba atiborrado a calmantes para el dolor y desorientado, algo que, igual que las constantes contradicciones y mentiras en las declaraciones del otro «testigo», el juez no parece tener en cuenta a la hora de presentar esos «testimonios» como la verdad absoluta. Utilizando un dolor físico inefable, aislamiento y acoso constante lograron rellenar 1300 páginas de declaración forzosa, mientras mantenían ilegalmente en una celda sin abogado y sin asistencia médica a una persona que acababa de ser literalmente mutilada en un atroz accidente.
A la compañera se la acusa de pertenecer a las RZ (Revolutionäre Zellen, Células Revolucionarias), un grupo armado de la Alemania de los ’70, de tendencias marxistas pero opuestos al modelo leninista del partido único y la vanguardia, organizado de manera informal a través de células de pocas personas que, aunque coordinadas entre sí, perpetraban sus propias acciones, basadas en secuestros, ejecuciones y sabotajes dirigidos contra estructuras, símbolos y representantes del capitalismo de entonces, y las cuales nunca reivindicaban. Dentro de su presunta participación en las RZ, se la acusa de estar detrás de, al menos, tres de las acciones perpetradas presuntamente por esta organización, en concreto, un ataque contra la empresa MAN (destinada a la fabricación de armamento nuclear para Sudáfrica en tiempos del apartheid), otro ataque contra KSB que fabricaba piezas para centrales nucleares y un último ataque contra el castillo de Heiderberg como protesta y respuesta a las políticas gentrificadoras y el urbanismo carcelario. Además, se la acusa de haber participado en la preparación logística de una cuarta acción dirigida contra la OPEP en Viena (Austria) en 1975.
Sonja tiene ya 80 años y percibe ante ella la posibilidad de no volver a ser libre jamás. Quieren librarse de ella por haber inspirado a tantxs a no someterse. Sometida a la tortura, la presión y el hostigamiento, su actitud firme sin embargo no ha menguado y continúa denunciando al sistema penitenciario, la farsa judicial y a las instituciones asesinas del Estado y el sistema financiero, y rechaza declarar y someterse. Sonja es, por tanto, un símbolo de todas las conciencias que, más o menos atrevidas, dan pasos pequeños o grandes en el camino a la rebeldía y a la revuelta.
Así, el día 14 de septiembre se convoca una jornada de movilización internacional por Sonja Sunder, contra la legitimación de la tortura en su juicio, contra su situación actual y contra el mundo que la reprime y encierra por cuestionar los parámetros dictados por la mercancía.
El comunicado para la movilización lo podéis leer en Contrainfo.
En los últimos meses han surgido acciones solidarias en diferentes puntos.
En la ciudad alemana de Hamburgo compas reivindicaron mediante un comunicado (que podéis leer aquí) haber lanzado piedras y pintura contra la fachada de los juzgados y definieron su acción como una muestra de solidaridad simbólica a Sonja Sunder y a lxs compañerxs afectadxs por las redadas policiales en la okupa Rigaer 94 y en domicilios particulares de compañerxs el pasado 14 de agosto (click aquí para ver la noticia relativa a estos hechos en este blog).
En el barrio de Exarchia (Atenas, Grecia) se colgó una pancarta con la conocida consigna de las RZ «Cada corazón es una célula revolucionaria» escrita en griego y alemán y un mensaje pidiendo la libertad de Sonja Sunder. A continuación imagen de la pancarta.
