El otro día leía un artículo en A Las Barricadas (aquí) donde se proponía una crítica al Veganismo considerándolo una forma de reinventar el consumismo capitalista y por tanto, de engrasar los engranajes que trituran nuestros sueños y vidas, arrebatándonos autonomía y capacidad de decidir por nosotras mismas y de responsabilizarnos de nuestros actos en un entorno viciado por deseos televisivos y frustración, por explotación y depredación de todo lo vivo, encarcelando y ahogando la vida salvaje. Cabe señalar que dicho texto, al que este pretende servir de respuesta crítica con una intención constructiva, fue editado para su reparto y discusión dentro de un encuentro del libro anarquista celebrado en Santiago de Chile, y es un resumen de los textos «Veganism, why not» (Veganismo, por qué no) y «Veganism is a consumer act» (El veganismo es un acto de consumo), ambos de Peter Gelderloos y todavía no traducidos a castellano. Últimamente estoy colaborando con compas para la traducción de un texto y traduciendo por mi cuenta un fanzine, pero cuando termine, si nadie lo ha hecho, quizá me ponga a ello. Me apetece leer los originales de Gelderloos para saber lo que opina, porque después de leer el resumen, sinceramente, me siento ofendido.
Decidí escribir este texto, a modo de humilde réplica, no sin ciertas dosis de cinismo y hostilidad hacia ciertos argumentos que considero que carecen de sentido (y nunca hacia la persona que escribió el otro artículo al que este pretende contestar) por considerar que la falacia y la desviación de la atención son prácticas que deben corresponder a los medios de comunicación burgueses y no a nosotras.
Para una mayor comprensión de este texto, recomiendo leer primero el artículo de A Las Barricadas.
En primer lugar, fundamentar la crítica al Veganismo como opción personal de vida en que este conduce, per se, a un nuevo modelo de consumo integrado en el capital es falso. El veganismo no es nada más que una alternativa enfocada al no consumo de productos de origen animal por considerar ese consumo como algo no ético, injusto, cruel e innecesario. Como siempre, los encargados de fagocitar los contenidos de las alternativas que surgen a lo existente para integrarlos en el corpus social encadenado a la estructura de la normalidad espectacular-mercatil, vaciándolas y volviéndolas nada, son conscientes de las posibilidades de mercado que hay tras esta proclama, y ha sabido, una vez más, recuperarlo y crear todo un microcosmos consumista en torno al veganismo y los productos presuntamente libres de explotación animal.
Está claro que es imposible alcanzar una coherencia del 100% en un mundo como este, tanto si eres veganx como si eres anarquista y simpatizas con las tesis anti-desarrollistas pero luego vives en una ciudad, donde edificios, coches, fábricas y escaparates dibujan los contornos de lo que odiamos, sólo porque sabemos que es aquí, y no en comunidades astetas alejadas de los problemas del mundo y regocijadas en un bienestar egoísta y auto-complaciente, donde urge tener una presencia y actividad rebeldes que sean capaces de incidir materialmente sobre todo lo que nos oprime mientras conspiramos para asaltar los cielos, y no basta con pirarse al campo y olvidarse de todo lo demás, y aquí quiero aclarar antes de nada que no pretendo con este comentario menospreciar a las personas que toman esa decisión y desde su nomadismo rural siguen siendo parte de esta guerra, aportando textos de su experiencia, creando proyectos cooperativos de auto-gestión alimentaria o tomando parte en luchas contra la expansión industrial y del dominio tecnológico que poco a poco amplía los márgenes de esta máquina omnipresente. Al mismo tiempo, tampoco podemos ser veganas totalmente consecuentes ni estar libres de responsabilidad en la explotación animal que se produce y expande globalmente. Los alimentos que unas compran, otras roban y otras reciclan proceden, muchas veces, de otras partes del mundo y han sido transportados en avión o en camiones para cuya circulación y funcionamiento han sido destruidos hábitats enteros, masacrando millones de animales. Cuando usamos un coche, aunque sea en autostop, estamos siendo parte de unas máquinas genocidas que no sólo obedecen a un cierto estilo de vida impuesto vinculado directamente con la explotación de nuestras vidas, sino que además contamina y destruye la tierra, legitimando la barbarie petrolífera y enriqueciendo a las corporaciones terroristas que nos dominan. Nadie es totalmente consecuente y de hecho, tampoco creo que se trate de competir a ver quién lo es más, a ver quién tiene más o menos errores. Me parecería una competición rematadamente estúpida.
Sin embargo, la lógica más básica del Veganismo como opción de vida puede aplicarse perfectamente a un pensamiento anti-autoritario y anti-capitalista. Es cierto que si consumes, eres incoherente, pero eso pasa con todo, así que pasemos por alto este detalle. Puedes evitar comer carne, incluso reciclada, por salud y por coherencia, puesto que al comerla legitimas indirectamente que otrxs lo hagan y esxs otrxs no la reciclarían. Se trata, precisamente, de que la imposibilidad de alcanzar la coherencia plena no exima a cada unx de su responsabilidad en la búsqueda de la mayor coherencia que pueda alcanzar, no dándose nunca por satisfechx, en una lucha que dura toda la vida, porque además de lucha, es aprendizaje, y nunca dejaremos de aprender, y de usar esos conocimientos para nuevas intentonas y nuevos pasos. Por ello, si queremos liberar a lxs animales no tiene sentido alguno devorar su carne, vestirnos con sus pieles, ducharnos con productos testados en sus cuerpos mutilados, reducirles a mercancía productiva mediante el mascotismo o admirar su encierro en zoológicos y demás lugares. No me vale que me digas que aspiras a una realidad en la que ningún/a animal pueda vivir enjauladx a no ser que seas veganx.
Si utilizas argumentos como por ejemplo que «tarde o temprano, el dinero que gastas va a pasar por la industria animal y si sólo nos fijamos en la industria alimenticia, será más temprano que tarde” y luego me dices lo de que las frutas que compramos o reciclamos o robamos están polinizadas por abejas que están comercialmente explotadas, o que la verdura está, en muchos casos, abonada con estiércol animal que los agricultores compran al por mayor en las granjas-fábricas, y añades que la única alternativa sería el uso de un abono petro-químico que se produce a partir del petróleo, el cual implica actividades extractivas altamente destructivas para la tierra y sus habitantes, o, que el petróleo “es un producto de animales que murieron hace millones de años” (… sin comentarios, ¿desde cuándo es incoherente con el veganismo aprovechar los desechos de un/a animal no-humanx que murió hace miles de años en unas circunstancias totalmente distintas a las actuales y sin una explotación sistemática alrededor?), sólo puedo pensar que estás tratando de encontrar, sea como sea, una serie de pretextos con los que lanzar críticas estériles al veganismo basándote sólo en las incoherencias que plantea al mismo tiempo que pareces olvidarte de todas las incoherencias que implica, desde el punto de vista anarco-ecologista que dices defender, la producción y consumo de carne y otros productos de origen animal, así como de otros que implican explotación de manera más indirecta. Cuando hablas de que la producción de soja destruye la selva y que esto también mata animales, obvias, quizá interesadamente, que una enorme proporción de esa producción de soja transgénica que devasta la selva tropical (casi la totalidad de la producción, de hecho) va destinada, precisamente, a la fabricación de piensos para sobrealimentar artificialmente al ganado, por lo que eso no es responsabilidad de lxs veganxs precisamente, sino más bien al contrario. No pretendo con esto obviar la cuestión principal, y es cierto, según diversas fuentes al menos, que la mayoría de maíz comercializado en supermercados (el típico maíz dulce que viene en botecitos), por ejemplo, es transgénico, igual que gran parte del máiz empleado para las palomitas de microondas (asquerosidad donde las haya a nivel nutricional y de salud, por cierto) y el usado para algunas de las infinitas modalidades de pan de molde que unx se puede encontrar en cualquier maldito supermercado. No obstante, no creo que todo esto sea suficiente para elaborar una crítica al veganismo como extensión de la lucha contra toda autoridad, y esto lo digo admitiendo (aunque nunca lo haya negado) que lxs veganxs no estamos, en absoluto, libres de culpa ni lo estaremos hasta que la práctica concluya por fin, si es que lo hace algún día, en la destrucción de este maldito mundo y su reemplazo por comunidades libres, integradas en la naturaleza y respetuosas con sus demás habitantes, humanxs o no, libres de jaulas, de roles, de pautas de normalidad que etiqueten a las personas, libres de autoridad y de dominación. No obstante, aquí hablamos de veganxs como podemos hablar de cualquier otrx anarquista, y en eso doy por sentado que estaremos de acuerdo.
Respecto a que el veganismo se trata de una cuestión moral ciudadana, no anárquica, como ya he dicho, ninguna lucha es, per se, anárquica, sino que adapta sus parámetros a una serie de características que el anarquismo, como filosofía, añade y aporta, complementándose con otras prácticas y posicionamientos cotidianos que lo complementan y dan sentido a la guerra social y a los esfuerzos que llevamos a cabo. Si dices que el veganismo es contradictorio con el anarquismo porque sólo lleva a una reinvención de lo existente, podríamos hacer eso con el feminismo también. ¡Para qué ser feminista!, eso es moral de ciudadano, no de anarquista, ¡el feminismo llevaría a un nuevo capitalismo feminista, no sirve, vamos a dejar que se sigan dando agresiones en nuestros espacios y que el patriarcado siga afianzando sus jerarquías sobre nosotrxs! O con la lucha contra el racismo. Es que eso de ayudar a los inmigrantes cuando los maderos les están trincando y persiguiendo en nuestros barrios y calles, ¡eso es paternalismo, es moral cristiana!, ¡que se salven ellos! Pero claro, como siempre, cuando se alterna entre víctimas humanas y no-humanas, la posición cambia y la indiferencia desaparece o aparece a placer ¿no? El trato de lucha parcial que das al veganismo en todo el texto es, en cierto modo, legítimo, pues es verdad que, por sí solo, ser veganx no implica compromiso con causa alguna, y mucho menos con la causa anarquista. Sin embargo, tal y como planteas tu texto parece que asumes que todas las veganas somos así, y no sólo eso, sino también unas prepotentes que no saben admitir su parte de culpa en toda esta mierda, que siempre nos situamos por encima de lxs demás en una esfera moral superior (es algo que muchxs tenemos interiorizado, pero contra lo que luchamos diariamente) desde donde dar discursos aleccionadores, como si fuésemos incapaces de dar razones y análisis humildes y objetivos y de llevar a cabo desde los más pequeños gestos hasta las más incendiarias y destructivas acciones con el espíritu evidente y sincero de querer cambiar las cosas más allá de crear asociaciones de consumidores vegetarianos que no conducen a ningún sitio ni mucho menos a la liberación de todas las especies y del entorno natural donde viven (o vivieron alguna vez hace mucho, mucho tiempo…).
Hace poco, precisamente, tuve una bronca con un tío de la organización Ingenuidad Animal (perdón, Igualdad Animal) que, para colmo, ocupa un cargo de responsabilidad en la misma. Dicho encontronazo se produjo porque el tío se jactaba, sin pelos en la lengua, de ir a tomarse un frappuccino vegano al Starbucks, y promovía, entre otras cosas, la introducción de productos “veganos” en la carta de “restaurantes” (por llamar de algún modo a semejantes vomitorios) como Mc Donald’s, Burguer King u otros. Si os digo la verdad, estuve a poco de romperle la cara días después cuando me lo crucé en la calle, porque además de un pijo de mierda revestido de verde, el tío es un bocazas y un chulito con el que es imposible mantener una conversación salvo que le des la razón en todo como a un niño mimado. Esta es, precisamente, la clase de comportamiento, actitud y “reivindicación” que hace del veganismo un nuevo artículo a la venta en el super centro comercial del Espectáculo. Sin embargo, aquellas que luchamos, desde nuestra opción vegana y anarquista, contra la proliferación de imbéciles de este calibre, ¿merecemos ser también objeto de tus críticas, merecemos que menosprecies y difames de un modo tan, en mi opinión, estéril y falaz, nuestra decisión de no alimentarnos, no vestirnos, no divertirnos, no mantenernos limpias etcétera con productos que impliquen explotación animal directa? (sabiendo que la interminable lista de cosas que la implican de un modo indirecto no nos es posible cubrirla totalmente hoy en día por lo que tú mismx has explicado, aunque eso no es pretexto para dejar de intentarlo). Yo creo que no, y me duele encontrar textos como este que arremeten contra una opción de vida sin contemplar los esquemas diversos que caracterizan a cada una de las personas que la adopta.
Argumentos tan falsos como “pero el veganismo, al pretender no participar de esta maraña, obvia la naturaleza y el funcionamiento del capitalismo y entrena a sus partidarios en una ignorancia escandalosa de lo que realmente es el capitalismo. Lo que consigue, al contrario, es una conciencia del capitalismo más cercana al liberalismo, es decir, al propio capitalismo” son los que me hacen pensar no sólo que no eres veganx sino que además, no tienes ni la menor idea de aquello que estás criticando, y lo reduces todo a una cuestión de alternativas de consumo cuando el veganismo, al menos para aquellas que lo entroncamos con una lucha contra toda autoridad, es mucho, mucho más.
Cuando dices que “no se habla de la posibilidad de una confluencia entre los intereses del veganismo y del capitalismo”, simplemente mientes o te equivocas sin quererlo. Textos como La falsa oposición de la liberación animal (cuya lectura recomiendo especialmente a la peña que ya es vegana) y otros ya han reflexionado sobre la peligrosidad del veganismo dada su facilidad de ser recuperado por el dominio para presentarse con otro rostro que muchxs asuman como válido o como soportable, retornando la domesticación y apagándose la rabia que tanta falta nos hace a nivel generalizado para empezar a plantarnos en el camino y dejar de arrastrar la carroza de nuestros amos hacia el abismo donde nosotrxs habremos de caer primero por estar delante.
Respecto al apartado donde se aborda la cuestión de la moral cristiana presuntamente presente en el veganismo discrepo totalmente.
Primero dices que matar no es un acto autoritario, y podría coincidir pero ¿no es autoritario privar de su vida a una criatura que, por instintiva natural o por una mayor o menor conciencia de sí (que la tienen, aunque para tí el comportamiento de lxs animales quizá sea simplemente cuestión de impulsos), demuestra un deseo de seguir viviendo? Es cierto que la moralidad cristiana, vomitiva e hipócrita, ha sembrado un cierto vitalismo que ha impuesto en todas las esferas de la cultura civilizada. Tenemos que amar la vida, tenemos que querer vivir, no podemos decir a las claras que odiamos nuestra vida, y cuando alguien decide suicidarse, por el motivo que sea, la reacción estándar es impedírselo “por su propio bien”, aunque quien acude a “salvar” (concepto cristiano nuevamente) al/a la suicida no tenga ni la menor idea de lo que es el “bien” de esa persona que, además, no le ha pedido ayuda, basándose siempre en conceptos abstractos y vacíos (el bien y el mal, lo justo y lo injusto, lo correcto y lo incorrecto…). Esto, especialmente en los últimos siglos, ha adoptado una razón mercantil, dado que se nos considera sujetos rentables a los que exprimir hasta el último céntimo que puedan retribuir a las rebosantes arcas de las élites. Si morimos, es dinero perdido y por eso se trata de mantenernos con vida a toda costa, ya sea con conservantes y con medicinas y drogas farmacéuticas como con la extensión de una cultura que teme y odia la muerte en lugar de comprenderla como lo que es, el final natural de la vida, algo que llegará, tarde o temprano, y que hay que asumir, algo con lo que hemos de aprender a convivir si queremos disfrutar y atesorar cada buen momento, cada mirada, cada palabra, cada vivencia y cada salto que damos a la piscina con los ojos cerrados a riesgo de encontrarla vacía, como si fuera el último.
Luego dices que el veganismo sólo modifica el antropocentrismo cristiano extendiendo el derecho a vivir sólo a los seres que más se parecen a nosotros y que las plantas y otras formas de vida son excluídas, porque no tienen sistemas nerviosos o cerebros como nosotros. Sin embargo, esto es, una vez más, una falacia que intenta jugar con las palabras. No se trata de que lxs animales no-humanxs se parezcan más o menos a nosotrxs porque tienen sistema nervioso y cerebro, sino de que dichos componentes les dan la capacidad de sentir y una cierta conciencia de sí mismxs que les convierte en sujetos con deseos y una determinada voluntad, así como la capacidad de establecer razonamientos más o menos complejos. Un cerdo adulto puede llegar a tener la capacidad de raciocinio de un/a niñx de 3 años. ¿Por qué no comemos niñxs? ¡Hala, lo que ha dicho!, ¡vaya bruto, ¿cómo puedes pensar siquiera en comerte a un/a niñx de 3 años?! Ejem, ejem… ¿Y por qué a un cerdo sí? Volvemos al antropocentrismo que criticas. Me he encontrado a mucha gente que intentaba convencerme de que las plantas sufren “de otro modo”, pero nunca ninguna de ellas fue capaz de explicarme cómo con un análisis serio, documentado y libre de falacias y pseudociencia. Cuando alguien lo consiga, me plantearé dejar de comer plantas y o bien me haré frugívoro, o bien volveré a comer carne, pero mientras la cuestión esté entre alimentarme de algo que sé que poseía una voluntad que ha sido truncada por un prejuicio y un capricho alimentario o culinario o de algo que nadie es capaz de demostrar que sufre o tiene conciencia de sí y que es, de hecho, absurdo pensar que la tiene, tengo claro cuál será mi opción. En otro orden de cosas, decir que lxs veganxs excluímos a las plantas no tiene sentido alguno, que nos alimentemos de ellas no quiere decir que no nos importe la destrucción de la flora, de la cual, vuelvo a repetir, una gran parte de la responsabilidad recae sobre lxs consumidorxs de carne. De todos modos, también hay muchxs autoproclamadxs “veganxs” que consideran que por cambiar sus hábitos de consumo es suficiente, y como ya he dicho, esto a mí también me dan asco, por lo que no es mi intención señalar ni repartir culpabilidades, sino intentar mostrar lo absurdo que es utilizar este tipo de argumentos para criticar al veganismo como opción personal.
Para seguir usando las palabras como te conviene, añades que Ted Kaczynski, famoso Unabomber, criticó al veganismo porque ninguna cultura primitiva fue vegana. Bueno, podría criticar ciertos aspectos de la teoría de Theodore que considero retrógrados y sobrantes (lo que no quita que considere geniales varios de sus textos), pero en lugar de eso, me contentaré con responder que el hecho de que ninguna cultura primitiva era vegana no me sirve en absoluto, pues tampoco ninguna de ellas fue antipatriarcal y sin embargo apuesto a que eso sí te parecerá importante, ¿verdad? Por otro lado, yo no estaría tan seguro de que ninguna cultura primitiva fuese vegana. ¿Qué hay del frugivorismo primordial?
No podía faltar en tu crítica, cómo no, el matiz de que el veganismo es una ideología “plenamente urbanizada”. Pasando por alto la cantidad de peña vegana que vive en entornos rurales (yo conozco a varias personas así) a los que se ha largado hastiada de tanta ciudad, si hablamos de que el veganismo es una ideología/práctica cotidiana plenamente urbanizada, también lo es, por citar otro ejemplo, la okupación, ¿también estás en contra de okupar porque significa habitar espacios que han sido construidos utilizando materiales procedentes de la explotación del trabajo migratorio, de la destrucción natural y de otros hábitos pequeño-burgueses? En fin, no haces más que sacar a relucir incoherencias del veganismo, al mismo tiempo que dices no aspirar a ninguna noción de coherencia sino a simplemente avanzar en la lucha contra lo que nos enajena y destruye, sin embargo, si no consideras importante la coherencia, ¿a qué viene sacar una tras otra a relucir las incoherencias que presenta el veganismo si, como se ha dicho trillones de veces, no todas aspiramos a ser un ejemplo de coherencia, salvo que sea para nosotras mismas?
La idea de que la caza y la recolección han sido complementarias desde los inicios de nuestra especie es falsa y si aspiras a denominarte primitivista, deberías saberlo, aunque un gran error presente en la teoría primitivista que ya fue por cierto puesto en evidencia en el texto “Carta abierta a los primitivistas” del colectivo Los Amigos de Ludd (mantengo mis diferencias con ese texto, pero también mis grandes concordancias) es que tendéis a mitificar e idealizar lo primitivo, sin que existan análisis o pruebas realmente irrefutables y fundados que demuestren que vuestras queridas sociedades primitivas eran como os ha gustado pintarlas. No hay que interpretar esto último como un ataque a las personas que se identifican con la crítica y la práctica primitivistas, sino como una opinión al respecto.
Siguiendo con tu línea, apuntas que no es casual que hubiera ninguna cultura cultivadora vegana y que un huerto vegano sólo puede durar unos años. Bueno, yo, y digo esto confiando en que muchxs estarán conmigo, como vegano, considero el especismo hijo de la sociedad industrial y, en concreto, hijo de la Domesticación, concepto que se remonta a los albores de la civilización pero que se ha ido sofisticando y perfeccionando a lo largo de la historia, hasta consistir en una maquinaria industrial atroz. Dentro de un entorno desindustrializado, donde hemos regresado a comunidades liberadas de toda opresión, integradas en la naturaleza y donde las jaulas han desaparecido, yo no encontraría reprobable que alguien cazase para comer, pues se darían unas condiciones en las que podríamos ser nosotrxs lxs cazadxs, con lo que el equilibrio cuya descompensaicón también representa el especismo no se rompería. Yo no lo haría mientras tuviera alternativa, lo tengo claro, pero si no la tuviera, sí, mataría animales para comer y no lo considero algo reprobable. Igualmente, de nada sirve ponernos en supuestos, y lo que importa de verdad es la realidad que hay aquí y ahora, la clase de explotación animal y de estructuras de dominación que hay aquí y ahora, y lo que podemos e, insisto, en mi opinión, debemos hacer en esas circunstancias. Todo lo demás son excusas y descontextualizaciones para desviar la atención del momento presente y centrarla en supuestos totalmente diferentes pero cuyas características puedan serviros para legitimar, en el aquí y el ahora, vuestra falta de empatía hacia lxs animales, vuestros hábitos de vida, o vuestras críticas.
Entiendo por tu texto que vivirás okupando, reciclarás o robarás todo cuanto consumes y utilizas, no trabajarás en ningún puesto asalariado y llevarás en tu día a día una práctica lo más consecuente posible. Sólo así podrías estar en situación de echar en cara a lxs demás todas y cada una de las incoherencias que no pueden abarcar pese a todos sus esfuerzos.
Para finalizar, en lo relativo a la salud haces referencia al problema del hierro en una dieta vegana, por ser el estado que dicho mineral tiene en los vegetales, lo que llamamos Hierro No-Hemo, y que es más difícil de absorber que aquel presente en animales, ya procesado y disuelto lo que facilita su metabolización. Para más inri, sacas a relucir que la carne potencia la absorción de hierro (cierto, como acabo de apuntar) y dices que todas las fuentes que inhiben dicha absorción son de origen vegetal, pero obvias, quizá interesadamente, no lo sé, la cantidad de nutrientes vegetales que potencian la absorción de hierro, bastando con un vaso de zumo de naranja natural o algún otro alimento con vitamina C para lograr una absorción de más del 20%. ¿Te lo callas por interés o ha sido un “descuido”?
Si dices que el veganismo no es sano, pero no hablas sobre lo que nos provoca la ingesta de proteína animal (disfunción renal, cánceres, osteoporosis y problemas de articulaciones y descalcificación ósea…), el colesterol presente en la carne (problemas cardiovasculares y de circulación…) etcétera, nuevamente, caes en la actitud de sesgar a tu favor, y esto te hará perder credibilidad.
Esta crítica, pese a la dureza y aparente mal tono con el que he expuesto algunas de las razones, también parte de la solidaridad y el afán constructivo por enriquecer el debate.
Salud y Veganismo.