Recientemente, un comunicado del compa preso Juan Flores con reflexiones en torno a la realidad carcelaria chilena y a la solidaridad y la coherencia dentro de la misma, fue difundido por la red y publicado en diferentes páginas de contrainformación anarquista, incluída esta misma, donde se publicó tras recibirlo en el correo electrónico (se puede leer aquí).
Dicho comunicado ha generado polémicas y controversias al señalar directamente y de forma personalizada al compañero Ignacio Muñoz, también preso, poniendo en duda su coherencia dentro de la cárcel, pero no aclarando cuál es exactamente el inconveniente con su actitud, lo que indudablemente le deja expuesto a las interpretaciones que otrxs compañerxs puedan hacer del comunicado y la acusación de Juan Flores.
Ahora, y después de que varios espacios de contrainformación anarquista de la red preguntásemos a quienes enviaron el comunicado en busca de más detalles que aclarasen la crítica realizada por el compañero Juan Flores hacia el compañero Ignacio Muñoz, se ha difundido el siguiente escrito, enviado por lxs compas del CAVJ (Colectivo Anticarcelario Vuelo de Justicia), y que pretende arrojar algo más de luz sobre cuál es, en los últimos años, la realidad diaria de las prisiones de Chile, y cuáles han sido las discusiones y tensiones creadas alrededor de determinadas maneras de afrontarla, incoherentes o contradictorias, por parte de algunas personas.
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LA PRISIÓN COMO ESA ESTACIÓN POSIBLE EN LA VIDA DE REBELDES Y ANTIAUTORITARIXS.
“Necesarias reflexiones acerca del camino que no se ha recorrido antes, de los pasos firmes que se han dado y de lo que resta por caminar.»
Desde hace bastante tiempo la realidad de las cárceles $hilenas ha tenido los ojos puestos encima, se trate de centros de exterminio de máxima seguridad o de aquellos en modalidad concesionada, las prisiones han encerrado el último tiempo a distintxs compañerxs, ya sea con largas condenas predefinidas desde hace años, como fue el caso de los compas Freddy, Marcelo y Juan en el contexto del denominado caso Security, ya sea recientemente con extensas prisiones preventivas por porte y colocación de artefactos explosivos y/o incendiarios (molotov) en jornadas de lucha callejera, tras la modificación de la Ley de Control de Armas. Lo cierto es que el poder, con viejos conocidos o jóvenes rebeldes, se ha encargado de encerrar ideas y prácticas con el claro objetivo de desgastar y por qué no decirlo, destruir a distintos grupos e individualidades dispuestxs a pasar a la acción. Hasta aquí, nada nuevo por decir, la historia es continua y el poder no cesa ni cesará jamás en sus intentos por reprimir a quiénes han optado por hacer de su vida una confrontación.
Aun así, una serie de nuevos sucesos han inundado los pasillos/módulos de algunas cárceles en Santiago, $hile: contradicciones, desencuentros, críticas y posicionamientos han tenido cabida entre los muros y fuera de ellos, no como algo reciente sino que a través de situaciones que en su diferente matiz han venido transcurriendo desde hace por lo menos 3 años atrás. Queremos ser clarxs y no dejar espacio a la duda. En este territorio (así como en otros) muchas y muchos compañerxs han transitado por la prisión y han trazado un caminar digno, resistente y aguerrido, mostrando los dientes frente al enemigo a pesar de estar entre sus garras, y han combatido el silencio frente a los entornos solidarios, ese silencio o «bajo perfil» que puede asegurar una posible salida jurídica, pero que también significa necesariamente potenciar el aislamiento que la misma prisión impone, fortaleciendo con esto al poder. Reconocemos, compartimos y valoramos esta actitud, pues nos permite encontrarnos y hermanarnos con una facilidad única con valiosxs compañerxs pese a que estén tras los muros, y en ese sentido, las complicidades pueden seguir forjándose, contraponiéndonos conjuntamente a todo objetivo represivo que la prisión pueda tener. Con tales compañerxs sin duda la afinidad ha logrado afilarse construyendo relaciones sinceras, de apoyo mutuo y recíprocas.
Pero por otra parte, y he aquí el tema principal que nos interesa tensionar en esta ocasión, el último tiempo hemos visto una parte de la realidad carcelaria algo ambigua y para muchxs (incluyéndonos) molesta. Mucho se habla por este territorio, de un lado u otro de las rejas, de cómo se está enfrentando la prisión por parte de una cierta camada de jóvenes que al parecer no están siguiendo ese camino tan bien marcado y que en distintos momentos compañeras y compañeros han sabido enfrentar a punta de movilizaciones, huelgas de hambre, coodinaciones con el exterior, comunicados, en fin, con actitudes de combate que no se achican ante lxs carcelerxs o presxs comunes. Pero decimos al parecer, pues la particularidad de cada caso nos fuerza a entender que nadie traza las mismas pisadas que un/a otrx dió antes, y que un cierto beneficio de la duda puede ser considerado en la historia de compañerxs que aunque dentro de la prisión no han sabido desenvolverse bien, estando a la altura de las circunstancias como se podría decir, ya sea por ignorancia, miedo o las razones que cada compañero pueda dar a conocer, eso no quita que hacia atrás han sido comprometidxs, solidarixs, y han buscado romper la normalidad con distintos medios y formas, no cometiendo grandes errores; y si bien, cuando valóricamente la contradicción ha sido grande y deberán sin duda cargar con ella en el peso de sus propias historias (para que se entienda, nos referimos a lo que ha sucedido con compañeros que en un primer momento de estadía en la cárcel han tenido que hacerse parte de situaciones que valóricamente representan una contradiccion con las ideas que nos hermanan, cayendo en las lógicas carcelarias que presxs comunes han sabido imponer y alejándose de una práctica coherente con las ideas que los llevaron a estar en prisión –a modo de ejemplo, algunos compañeros han compartido al interior de los módulos con los presos con creencias religiosas, asistiendo a las actividades de la iglesia y en algunas ocasiones dando un aporte monetario a la misma, algo impensable para quién dice tener ideas contrarias a una institución tan repudiable-) aun así, creemos que esta es una más de las distintas posibilidades que se pueden dar al interior de las prisiones, y si bien hasta cierto punto el tema fue justificado por los mismos compañeros involucrados indicando que sólo se compartía espacialmente en «la iglesia», reconociendo que no había un interés real en hacerlo, ni valórico ni de ningun tipo, sino la consecuencia de una imposicion de otros presos obligándolos a transitar por la carcel bajo las logicas comunes y autoritarias de los módulos, esta contradicción inicial fue mutando -ya sea por propia iniciativa o por criticas externas- saliendo así cada cual y en diferentes tiempos, de esa situación.
El tema sin duda da para mucha discusión, lo sabemos y por lo mismo lo planteamos abiertamente, sobre todo porque ha involucrado a una generación de compañerxs, y creemos que aunque no nos toca a nosotrxs ser una vocería de quiénes decidieron dar esos pasos, pues insistimos, en su minuto y si así lo estiman los propios compañeros involucrados podrán abordar el tema, quizás nunca lo hagan, no lo sabemos; sí pensamos que el hecho de aportar desde nuestro colectivo a la lucha contra las prisiones, nos debe llevar a tener un cierto pronunciamiento acerca del tema, el que si bien nos contradice y tensiona, también nos empuja, desde nuestras reflexiones, ideas y prácticas a no dejar de lado la solidaridad con tales compañerxs, optando por tensionarles desde un rol activo y no desde la posición más cómoda, que sería el restarse; y si lo hicimos así fue porque somos capaces de leer un contexto carcelario que les impuso llegar a eso, no son nuestras formas, eso es cierto, pero tampoco podemos desconocer que si los compañeros optaron por esa vía siendo ellos los principales responsables, también y aunque en menor medida, hay una cierta responsabilidad colectiva del entorno solidario detrás de esa decisión, y en eso muchas veces es difícil detenerse. ¿O acaso no toca preguntarse por qué razón los compañeros llegan a optar por una vía tan distinta a sus prácticas? Para nosotrxs la respuesta es sencilla: un compañero que escoge refugiarse en prácticas contrarias a sus propios pensamientos refleja la inseguridad y soledad que se percibe al interior de la prisión, por la poca capacidad que tenemos los entornos solidarios afuera para cobijar, apañar y defender a nuestros compañeros adentro; y eso, bien lo saben algunos compañeros, por ello no es de extrañarnos la toma de este tipo de decisiones. Ciertamente hay casos de valiosxs compañerxs que en el fogueo de su propia historia de lucha han sabido levantarse y hacer frente a cualquier adversidad, pero creemos que esta actitud guerrera y combativa también ha surgido o se ha potenciado desde una construcción colectiva, y por el contrario, para el caso de que algunos otros compañeros flaqueen en esa actitud, eso no los hace simplemente desechables. A riesgo de que se nos crea asistencialistas o paternalistas, planteamos esto más bien desde una autocrítica seria, pues desde un comienzo afirmamos que la prisión es un escenario que debe ser enfrentado colectivamente, para que lxs compañerxs sientan verdaderamente que la palabra solidaridad es coherente con la práctica, no sólo como consigna, sino también en las adversidades que la prisión plantea. A nosotrxs, desde este frente, nos sorprende que hoy en este territorio se trate con tanta severidad un tema que no deja de ser importante y discutible, sin duda, pero que no se acerca ni asemeja a ocasiones en donde los límites valóricos se han traspasado mucho más groseramente, ya sea a través de estrategias jurídicas cuestionables o, en su extremo más evidente, cuando se ha caído en la delación o colaboración directa con el poder, situaciones que no han sido ajenas a la historia carcelaria reciente de este territorio. Y por otra parte, en este punto, remarcamos que al otro lado del muro las verdaderas intenciones de relacionarse en toda su complejidad con lxs compañerxs prisionerxs, escasean y el desconocimiento de repente abunda así como también la actitud no menos cuestionable de individualidades o grupos solidarios que hoy por hoy olvidan la ligereza con la que se ha actuado en otras ocasiones también en torno a la prisión, olvidan su propia historia que no es perfecta ni limpia de errores, y simplemente disparan, por medio de comentarios ligeros, un escupo que el día de mañana puede caerles de vuelta en la cara. Y esto último, no queremos que se malentienda, sino que lo decimos por el peso de la historia que cada cual debe saber cargar, no olvidando que hubo momentos en donde la crítica no significó simplemente el cerrar las puertas a unx compañerx.
Ahora bien, tema aparte nos merece el último comunicado público del compañero Juan Flores, publicado recientemente por distintas páginas de contrainformación, y que menciona directamente al compañero Ignacio Muñoz; lamentablemente, por lo poco claro de sus líneas desconocemos cuál fue la idea puntual que al compa le interesó exponer, pero la cercanía a la realidad de las cárceles en este territorio, nos lleva a creer que parte de lo expuesto decía relación con el tema que acabamos de plantear. Por otra parte, pensamos que la crítica apunta también a otra actitud que hoy por hoy se cuestiona dentro de la cárcel, cual es, el silencio que ha rondado una serie de casos/acciones entrelazadas en donde la detención de compañeros ha sido indiferente para quiénes pueden sentir de manera cercana tal golpe. Así, se criticó a quiénes están acusadxs por el ataque a un cuartel de la PDI por no haberse pronunciado cuando el compañero Ignacio Muñoz fue detenido portando una bomba y panfletos solidarios alusivos a su caso, y, entendemos que la reciente crítica del compañero Juan tendría que ver con que Ignacio no ha tenido un pronunciamiento público acerca de la reciente detención de sus compañeros Kevin Garrido y Joaquín García (acusados del ataque a la Escuela de formación de gendarmes en San Bernardo, y uno de los cuales estaba enrolado como su visita), más también entendemos que la urgencia de la prisión y la fórmula que cada cual tenga para enfrentarla no reconoce en todo momento tiempos comunes. Y si bien valoramos enormemente la digna manera en que Juan ha resistido su propio encierro en un caso que en esta región ha sido de los más bullados y represivos del último tiempo, destacando la manera en que junto a la compañera Nataly enfrentaron la detención de su compañero solidario Enrique Guzmán; tampoco podemos desconocer que Ignacio no ha mostrado mayores contradicciones que otros compañeros, ni mucho menos actitudes que justifiquen una crítica pública personalizada sólo en él, a nosotrxs al menos no nos ha llegado información de que estuviera colaborando con la policía o entregando compañerxs (como se pensó en otras regiones al leer el comunicado de Juan). Por nuestra parte, cumplimos con hacerle llegar al compañero Juan Flores las inquietudes que muchos nos han planteado a raíz de sus letras, esperamos también pueda haber algún otro comunicado al respecto.
Para finalizar, nos interesa señalar un punto que varixs compañerxs tanto adentro como afuera de las prisiones han tensionado: nosotrxs sabemos por propia experiencia que el camino anticarcelario no es lineal ni uniforme, que las afinidades se forjan al pulso de la guerra también con lxs compañerxs adentro, y que hay caminos que simplemente se separan. No forzaremos a nadie a entender o compartir nuestra posición, cada cual puede definir sus propios límites de lo aceptable en completa autonomía, y creemos que está bien que así sea; pero también sabemos desde la construcción teórica y sobre todo práctica de la lucha anticarcelaria que hemos forjado, que por mucha experiencia y debates compartidos, la prisión es incierta hasta que no se vive por cada cual, y no hay nadie que no la enfrente con contradicciones latentes encima, y si bien hay una delgada línea entre estas y el abierto desconocimiento de los valores que se dicen sostener, no todos los errores que un compañero pueda cometer en un escenario que, en mayor o menor medida, es hostil, deben llevar a una crítica fácil y a un desmarque inmediato. En este punto, y acá también queremos ser clarxs, respetamos las decisiones y posturas que frente a este tema muchos compañerxs han tenido tras los muros, pues son ellxs los que han debido afrontar directamente las consecuencias de aquellos pasos errados que otros dieron frente a presxs comunes, al carcelero y al poder en general, y son sus propias historias con conocimiento de la prisión las que los llevarán a decidir si estirar la mano a un compañero o simplemente separar caminos.
El desafío para nosotrxs, en tanto, sigue siendo enfrentar la prisión desde múltiples formas, activamente, y de una manera combativa, sin duda, pero para hacerlo, necesariamente creemos que un primer paso es acercarse a esa realidad más allá, entendiendo la complejidad de lo que significa ese escenario; seguramente algunas afinidades se forjarán y otras se separarán, eso ocurre en el transitar permanente de la lucha misma, pero invitamos a que las decisiones que se tomen en relación a ello estén predispuestas no sólo por una parte de lo que queremos ver/aceptar, sino que por el todo, desde la autocrítica y la reflexión colectiva, hasta la retroalimentación fraterna y la tensión permanente entre compañerxs.
Porque entendemos que la prisión no tiene un ritmo único y que cada compañerx va forjando su propio camino en afinidad con otrxs,
¡A POTENCIAR LA SOLIDARIDAD ACTIVA Y COMBATIVA CONTRA LAS CÁRCELES!
¡ABAJO LOS MUROS DE LAS PRISIONES!
“Es hora de actuar, en la cotidianeidad con nuestros afines, por la destrucción de la sociedad carcelaria y de cualquier intento social de reformar este asqueroso sistema de muerte. La solidaridad no debe jamás ser una consigna vacía, sino una acción cotidiana de enfrentamiento con el poder y un apoyo constante a l@s herman@s secuestrad@s en esta guerra a muerte.”
-Mauricio Morales Duarte-
Colectivo Anticarcelario Vuelo de Justicia
Contacto: vuelodejusticia@riseup.net