Recojo de Instinto Salvaje el siguiente comunicado, donde se informa sobre el giro que han dado los acontecimientos en el proceso contra lxs compas Carlos, Amélie y Fallon, quienes recordemos fueron detenidxs el pasado 5 de enero acusadxs de haber participado en al menos 2 ataques incendiarios con cócteles molotov, en concreto contra el edificio de la secretaría de comunicación y transportes y contra un concesionario de automóviles de la marca Nissan.
Ahora, por lo visto, nuevos cargos se suman a los ya existentes, complicando aun más la situación de lxs compañerxs:
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En la madrugada del día 16 de mayo las compañeras Amelie y Fallon fueron notificadas de que serían llevadas al Reclusorio Sur a declarar por nuevos cargos de orden federal.
Alrededor de las 8 de la mañana fueron trasladadas, encontrándose en el juzgado con el compañero Carlos.
Después de una espera de casi toda la mañana, finalmente fueron informadxs de que se trataba de la ejecución de una orden de aprehensión por el delito de Daño en Propiedad Ajena, en la modalidad de “incendio en un edificio donde se encuentre alguna persona”. Lxs compañerxs se reservaron su declaración y una vez concluida la audiencia, fueron regresadxs a las prisiones en las que se encuentran desde febrero pasado después de haber estado 40 días en arraigo Federal (Carlos en el Reclusorio oriente y Amelie y Fallon en Santa Martha).
Esto significa que de aquí en adelante las y el compañero enfrentarán dos procesos penales; uno del fuero local por los delitos de Ataques a la paz pública y Daños agravados, (ataque a una concesionaria Nissan) y por el que no alcanzan fianza y otro más federal por el delito de Daños en Propiedad Ajena (ataque a la Secretaría de Comunicaciones y Transporte).
Lxs compañerxs se encuentran bien, pudieron comentar que no fueron golpeadxs durante el traslado.
La siguiente audiencia del proceso local es el 19 de mayo, mientras que del proceso federal se dictará auto de término el próximo domingo.
Nuevamente se hace un llamado a la solidaridad con lxs compañerxs Amelie, Fallon y Carlos, quienes se encuentran secuestradxs por el Estado mexicano desde el 5 de enero pasado (5-E).
¡El único terrorista el Estado-Capital!
¡Ni culpables ni inocentes!
¡Libertad a todxs!
Si quieres escribirles lo puedes hacer a:
Centro Femenil de Reinserción social Santa Martha Acatitla
Amélie Trudeau / Fallon Rouiller
Calzada Ermita
Iztapalapa No 4037
Colonia Santa Martha Acatitla
Delegación Iztapalapa
C.P. 09560
Reclusorio Preventivo Oriente
Carlos López Marín
Calle Reforma #50
Col. San Lorenzo Tezonco,
Deleg. Iztapalapa
C.P. 09800
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Además, el compa Carlos, apodado «Chivo», ha querido escribir una carta desde el talego para explicar su nueva situación y relatar, de paso, algunas de las dinámicas de clara tortura a las que ha tenido que enfrentarse y, lo peor de todo, no sólo por los propios carceleros, sino también por presos lameculos y cobardes que prefieren aliarse con los torturadores antes que compartir posiciones dignas con sus compañerxs, asumiendo lo que implica. No hay nada más repugnante que un preso que colabora de buen grado con la institución que le encierra y deshumaniza. Sois peores que esos a los que servís.
Tras recogerla de Contrainfo, la dejo a continuación:
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¡¡¡Saludos compañerxs!!!
Escribo esta carta impulsado por la fuerte necesidad que siento de comunicarme con lxs compas del exterior. Estoy convencido de la importancia de estar enteradxs de cualquier acontecimiento de lucha frente a lo que comunmente llamas “el enemigo”, o sea, el Estado/Capital; pasando por sus mezquinas instituciones y sus fascistas métodos de control.
La lucha anticarcelaria también es importante y he aquí mi necesidad de compartir mi situación como preso anarquista, aclarando a priori que en ningún momento he intentado victimizarme por lo que en este momento me toca vivir, pues como ya he dicho (o escrito) antes: no creo ni acepto en la presunta inocencia o culpabilidad de los delitos que se me achacan (acusan), que me reclamo como anarquista de proyectualidad insurreccionalista y revolucionaria secuestrado por el Estado (y no “victima” de secuestro, como leí en un comunicado) y que el hecho de externar mi situación carcelaria es para denunciar públicamente tan sólo una pequeña parte de la forma de actuar de esta asquerosa institución. “Si no se ve no existe” y dentro de mis escasas posibilidades, hacer que se vea por medio de este tipo de denuncia es parte de mi lucha anticarcelaria.
Hace aproximadamente un mes (mediados de marzo), cuando aun estaba en la parte inicial de ingreso de este reclusorio, ocurrió el primer golpe. Alrededor de las 7 de la noche me encontraba con un compa de celda, cuando de repente se acerca un tipo de tosca figura – que por cierto no conocía yo – y me empezó a buscar pleito con agresión verbal y empujones; parte de la dinámica de la cárcel consiste en pelear cuando está en juego tu “reputación” (cosa que a mi me vale un cacahuate) pero al calor de las palabras y el estrés del encierro, caí en esta dinámica.
Después de unos cuantos golpes y como por arte de magia, apareció un par de custodios (es raro o no tan frecuente que los policías entren a los pasillos de las celdas) y nos “cachó” en plena pelea. Ellos suelen bajar los ánimos con unas cuantas cachetadas y golpes con puño cerrado al cuerpo para someter a los que pelean, y así lo hicieron conmigo y el pesado sujeto con quien peleaba (es una tremenda impotencia no poder defenderte frente a los pinches putos policías de mierda, porque hasta otro proceso te abren por agresión a su puta autoridad) y pensé que hasta ahí llegaría la cosa; pero no. Después de humillarnos frente a todos los presos presentes, nos bajaron por las escaleras a empujones, de repente ya no vi a mi inicial agresor y solo me llevaban a mi, hasta hoy no he vuelto a saber de él, y al llegar a la caseta me vuelven a dar golpes; fue hasta ahí que pude soportar y les empecé a responder con insultos verbales con la firme idea de pasar al insulto físico, pero no me dieron oportunidad debido a sus, cada vez más, fuertes golpes. No recuerdo bien el camino pero me llevaron a un cuarto oscuro, y antes de meterme ahí, me desnudan en totalidad y me avientan un bote de agua adentro del cuarto, entonces me dan unos últimos golpes (como para que nunca me olvidara de ellos) y me avientan al cuarto. Era de noche, hacía frio, me quitaron toda mi ropa, el piso mojado, con muchos golpes en el cuerpo, el cuarto sin un solo rayito de luz, ¿te imaginas qué noche pasé? Sentí miedo, rabia e impotencia. Yo me atrevo a calificarlo como tortura física y psicológica.
Nunca he temido a la oscuridad, hasta esa noche, fueron alrededor de 10 horas volteando (sin ver) a todos lados esperando que algo más pasara, hasta que amaneció y fueron a sacarme de ahí. Obviamente era ya otro turno de custodios.
Me llevaron a mi celda – no sin lanzarme una breve amenaza de no decir nada de lo ocurrido – y al llegar a mi celda preferí no hablar con nadie, no por la amenaza sino porque aun me encontraba consternado. Coincidentemente ese mismo día me llevaron a la siguiente fase de ese centro de extermino llamado Reclusorio Oriente, por la noche ingresé a C.O.C (Centro de Observación y Clasificación) donde desde que ingresamos los casi 150 internos, nos recibieron con su habitual “terror psicológico”. Allí en C.O.C. me esperaba otra sorpresita. Muy temprano nos llamaron para hacer la famosa “fajina”, que es la limpieza del edificio, o mejor dicho, la supuesta limpieza, pues en realidad es un pretexto para realizar una jugosa extorsión. Al formarnos a todos nos dijeron: “Al chile (expresión muy utilizada por acá) ¿Quién se va a ponchar y pagar $2500 pesos para no hacer fajina? Porque nosotros nos encargaremos de que no aguanten y de todos modos paguen”. Algunos accedieron a su petición. Pero otros decidimos enfrentarnos a esa fajina. Recuerdo que me decían “mejor paga güerito, tú debes de tener dinero, no te hagas wey, nosotros vamos a hacer que te ponches”. Ese primer día hice la fajina, la cual consiste en hacer “ejercicio” de una manera casi deshumanizada con la firme intención de que tu cuerpo reviente y accedas a pagar y claro está, siempre con unos gorilas detrás de ti exigiendo mayor rapidez y si no vas al ritmo, vienen los golpes. Esto es 2 veces al día, alrededor de 3 horas de tortura.
Al día siguiente me repitieron “mejor pónchate tú solo” y a la media hora de fajina, al estar haciendo una especie de “carritos” que consiste en inclinarte y limpiar el suelo con un trapo mojado, esto a gran velocidad, me caí y fue entonces que me levantaron de un patadón en la espalda-cadera.
Yo de por sí tenía un poco de problemas con mi espalda, pues allí ya no me pude parar de inmediato. El dolor fue demasiado y recuerdo que volté a ver al agresor (un preso borrega que trabaja con los de la fajina) y me dieron ganas de responderle, pero una vez más, no pude, aun iba con los estragos de la paliza de hacía apenas dos días en la pelea y cuarto oscuro, y ahora con la espalda lastimada, ni hablar. Como pude me paré y fui con el encargado de la fajina, él sólo me dijo: “pues si ya no puedes, entonces paga”. Fue así como caí en esa extorsión.
Tuve que llamar a una persona para que me depositaran $2000 pesos. Al hablar con esta persona que menciono no pude evitar llorar, a causa de la gran impotencia y dolor, pero nunca les di el gusto de hacerlo frente a esos asquerosos fajineros.
Hago un breve paréntesis para recordar que en ningún momento me hice la víctima. Ofendido sí, pues intentaban pisotear mi dignidad.
Como “coincidencia”, en dos semanas le negaron el acceso de visita a mi madre, que era la única visita que recibía yo, argumentando que había un problema con su identificación. Al llegar a C.O.C., los borregas te hacen una “inspección” y te roban dinero y tarjetas de teléfono. Yo no llevaba dinero pero si tarjeta, la cual robaron junto con mi agenda de números telefónicos. O sea, que esas dos semanas estuve incomunicado, misteriosamente incomunicado. Sólo pude hacer la llamada para pedir el dinero…
Nunca pensé en ir a quejarme ante las “autoridades” de la institución, pues de sobra sé que es parte de la misma pandilla de culebras de total complicidad. Menos ante los “derechos humanos” pues sus derechos son a conveniencia y yo no les creo nada.
Tocando el tema de las extorsiones, quiero aclarar lo siguiente: Cuando me refiero a extorsión, hablo de una presión que alguien te ejerce para conseguir ciertos resultados favorables para alguien, aun en contra de tu voluntad, pues por “x” causa queda fuera de tu control; no a la “extorsión” de que alguien te pida dinero y tú, por miedo a que no te golpeen, les des cierta cantidad.
Y es que una persona muy querida para mí en una ocasión me dijo “ya no les des dinero”, como si yo hubiera optado por la segunda definición de extorsión, sé que no fue su intención pero comprendo que varias personas se pudieron haber ido con esa impresión.
En relación a las extorsiones con el tema en cuestión, la cárcel y la lucha anticarcelaria, diré que aquí pues cobran por todo, en realidad, por todo y eso a mi me suena ridículo pero también me preocupa mucho que nadie diga nada. Y sé que el hecho de que yo lo diga por aquí no cambia nada, pero no pretendo caer en este borreguismo colectivo.
Te cobran por usar los baños (el que está en la celda no basta por tantos internos en una celdita), por usar agua de la llave, pues se va al servicio en las celdas muy seguido, por tomarte lista, (¿lo puedes creer? ¡por pasarte lista!), por ir a juzgados, por recibir a tu abogadx, por recibir a tu visita y aparte por el uso de la mesa que usas, por bajar la escalera en el día de visita, por poder salir de tu celda (le llaman desapando), en población te cobran los candados, es decir, para poder salir de tu anexo o dormitorio, te cobran en cada una de las 3 facetas (ingreso, C.O.C y población) material como escobas, jabón, botes, jalador y no sé qué más, etc., etc. ¡Un negociazo este!
¡Y cuidado! Donde te niegues a pagar, viene la mano dura.
No puedo dejar de mencionar los laicos, que son como unos piojos blancos y las chinches y las cucarachas, ¡¡¡son parte de la cárcel!!! Pican duro.
Otro aspecto que no me gusta, de hecho a nadie le gusta, es el hacinamiento. En ingreso y población las celdas son muy pequeñas, al menos en mi experiencia en ingreso en una celdita de aprox. 3 metros por 2 y medio vivíamos unos 23 presos y en población en un cuarto más o menos similar vivíamos unos 17. Es muy incómodo y hasta peligroso para el físico la manera en que duermes, si es que duermes, sobre todo los nuevos que duermen hasta sentados en una orilla de la taza del baño cada quien. El hacinamiento en las cárceles mexicanas es de preocuparse, al menos en el oriente a mí me consta.
Y a pesar de que somos muchos, no pasa nada. Aquí los métodos de domesticación son bastante notables, como el caso de la religión, es impresionante la cantidad de personas que te dicen: «quizá por voluntad de Dios estamos aquí, él tiene un propósito para nosotrxs aquí y debemos atender su voluntad» y se ponen a cantarle y a lloriquearle esperando que los saque de aquí pronto. Cuando saben que soy ateo y me parece una tontada que se cieguen por ese dogma, en seguida se alejan de mí o me empiezan a hacer preguntas medio raras, pero ese es otro tema.
Otro caso de tener a los presos pasivos es el de la droga y respecto al tema, siempre he pensado que cada quien es libre de elegir cómo vivir su vida, si meterse droga o no y qué tipo de droga, pero también he sostenido que su uso, muchas veces, es una barrera que frena al individuo en sus ansias revolucionarias y terminan desviando sus objetivos a un letargo de artificial felicidad; sobre todo con las llamadas drogas duras. Esto entre otras cosas.
La cárcel denigra al preso, lo humilla, lo pisotea y busca acabar con su dignidad y formar de él un despojo humano sin voluntad, servil y obediente, premiando con el puesto de “borrega o chivato” a quien muestre fidelidad y lealtad al sistema, y castigando y aislando a quien no acate sus tontas normas o cuestione y desobedezca sus prácticas de terror.
Por eso me declaro preso anarquista en lucha anticarcelaria. Plantar cara al poder desde dentro de prisión es impulsado por conservar nuestra identidad como personas que sentimos amor por la libertad, por nuestra dignidad y por defender lo que somos, liberando nuestros impulsos más salvajes si es necesario, y ante tanta humillación se vuelve necesario hasta lo más destructivo de nuestro ser. Me considero una persona libre aun dentro de prisión y esto será mientras no logren destruir mi individualidad, mientras sus modos de control y dominación no logren traspasar mi negro corazón, mientras siga reconociendo la solidaridad de lxs compañerxs de afuera hacia lxs presxs que nos encontramos en garras de cualquier cárcel, de cualquier centro de exterminio, de cualquier instituto de subordinación.
Las tácticas de terror y miedo de la cárcel no pueden, ni podrán parar ese huracán de pasión creadora, de pasión destructiva y de pasión constructiva, esta proyectualidad liberadora; y aunque enfrentar a su autoridad traiga consigo la eminente consecuencia de la represión, aquí nadie claudica, nadie da un paso atrás contra el odiado enemigo.
El sistema carcelario busca que veamos su violencia hacia nosotrxs como algo normal, que nos acostumbremos, que comprendamos que así se debe llevar la cárcel; en lo personal no pienso dejarme domesticar, no temo a sus represalias, no soy de los que se declaran enemigos del Estado y buscan llevar su vida “normal” y sin buscarme problemas, eso no me suena a convicción. No pretendo ser como el que recibe un golpe y pone la otra mejilla, ni como el que espera a que “las condiciones se den para poder actuar” ¡No! Más bien creo que una agresión debe devolverse al doble, ojo por ojo, a su violencia nuestra violencia antagonista, accionar sin esperar a que los tiempos estén maduros pues tal vez estos lleguen tarde, a una fogata responder con un incendio.
Ya no terminé de escribir todo, pero con eso…
¡Abajo los muros de las prisiones!
¡Fuego a las cárceles!
¡Por la anarquía!!
Carlos “Chivo” reclusorio Oriente.