Días atrás, hablaba en este blog de los fuertes disturbios que se habían producido en la ciudad de Pamplona/Iruña el pasado 11 de marzo, cuando una concentración ilegal por la amnistía para les preses polítiques vasques sufrió una provocadora intervención policial y derivó en enfrentamientos entre manifestantes y antidisturbios por todo el casco viejo, donde los ataques con pelotas de goma fueron respondidos con el lanzamiento de piedras, cascos de vidrio y pirotecnia (bengalas, bombas de palenque…). El día terminó con 4 personas detenidas.
Ahora, vengo de saber a través de diferentes fuentes, que 3 de las 4 personas arrestadas ingresaron en prisión preventiva después de pasar a disposición judicial. La persona restante no fue enviada al talego debido a que se trataría de un menor de edad. La decisión del juez de dictar el ingreso “preventivo” en prisión, según la prensa, se habría justificado con «la extrema gravedad de los hechos», «las elevadas posibilidades de eludir la acción de la justicia» y la «probabilidad de reiteración delictiva a la vista de la propia mecánica de los hechos, cometidos en grupo y de forma organizada y planificada», mientras que la causa habría sido remitida a la Audiencia Nacional, debido a que los 3 detenidos se encuentran acusados no sólo de cargos de desórdenes públicos sino también de terrorismo, a pesar de que según el auto judicial, no se les señala pertenencia a organización terrorista alguna sino que se les acusa simplemente de “lanzar piedras, asi como botellas y formar barricadas”, aunque resalta la prensa comercial el hecho de que los incidentes se produjeron «de manera organizada y planificada», destacando que algunes participantes en los disturbios se habían desplazado para la manifestación desde otras ciudades; ¿Será que en Euskadi viajar a otra ciudad cercana para asistir a una protesta implica directamente una filiación terrorista? No, no es tan complejo. El “terrorismo” entonces, por supuesto, viene dado por una cuestión sobre todo geográfica pero a la vez política, pues todes sabemos que la participación en manifestaciones combativas en Euskal Herria conlleva el terrorismo automáticamente y al margen del calibre de los incidentes, porque, por mucho que desde la organización se anunciase el cese de la violencia, nadie en las instituciones y estructuras represivas del Estado ha olvidado aquello de que “todo es ETA” y el alto el fuego ha sido y sigue siendo unilateral, mientras el Estado español y sus mercenarios continúan reprimiendo los movimientos populares vascos y victimizándose de forma patética e hipócrita cuando su violencia es respondida con algo más que súplicas y «votos de castigo».
Un desenlace repugnante (aunque previsible dado el ya conocido particular contexto represivo en Euskal Herria) para una bella jornada de desobediencia y negación del monopolio en la legitimidad del uso de la violencia que el Estado y sus policías ostentan. Por mi parte, desde la distancia tanto geográfica como ideológica, fuerza a las 3 personas que han ingresado en la cárcel y un saludo con ánimo y apoyo para la otra persona detenida que no ha sido encarcelada.