El pasado fin de semana se llevaron a cabo en la ciudad de Pontevedra unas jornadas anticarcelarias organizadas por el colectivo Terra, una organización independentista de tipo comunista, pero que montó unas interesantes jornadas que vinieron a complementar las actividades organizadas por la Asamblea para la Marcha al Centro Penitenciario de A Lama.
El viernes comenzó con una charla del compañero Fran del Buey, donde se informó sobre el contexto en el que surgió el colectivo de Nais contra a impunidade, y la trágica suerte que muchxs habitantes de barrios precarios en ciudades como Coruña o Vigo corrieron al morir en prisión, prosiguiendo con un relato rápido del nacimiento de este colectivo y de otras experiencias anticarcelarias anteriores, para luego concluir reflexionando sobre el sangriento negocio en el que el Poder ha convertido las instituciones penitenciarias y la propia exclusión social, creando unas macroempresas invisibles, legitimadas por el pánico social a los «hombres del saco» creados por una cada vez mayor criminalización de la pobreza en los medios de comunicación, y donde un potente aparato legislativo asegura la mano de obra barata para multitud de empresas que se enriquecen explotando el trabajo de lxs presxs, que cobran una auténtica miseria, además de estar sometidxs a una maquinaria más amplia, compleja y desde luego brutal de explotación, control y maltrato que vigila y fiscaliza cada pequeño reducto de sus vidas enjauladas. Todo este entramado no está, por cierto, exento de cierta ironía, y buena prueba de ello es que en una prisión del Estado español, por ejemplo, hay presxs cuyo trabajo consiste en confeccionar las togas que luego vestirán a los jueces que seguirán enviando a personas al talego.
Tras la charla y posteriores intervenciones con Fran del Buey, y después de un breve intervalo de descanso, llegó la charla con Lola Ferreiro, que dio una charla sobre la doble condena que supone para una mujer la prisión. Enumerando y desentrañando las distintas diferencias que separan el encierro de un hombre del de una mujer, y analizando los mecanismos específicos que actúan en el caso de ellas, Lola puso de manifiesto que en la prisión, como en la sociedad cuyas miserias son concentradas y ampliadas a escala dentro de la cárcel, ser mujer supone enfrentarse a una doble opresión, y a una serie de sistemas que no sólo encarcelan a la mujer, sino que le asignan toda clase de etiquetas, persiguen y castigan con especial severidad su desafío a las normas y roles impuestos por el heteropatriarcado, su agresividad y su actitud insumisa, además de volver mucho más insoportables prácticas que también han de sufrir los hombres como la dispersión, ya que al existir sólo 3 cárceles especiales para mujeres en el Estado español, más de la mitad de las mujeres presas se encuentra en talegos fuera de su comunidad autónoma. La mayoría, más del 80%, se ven obligadas a vivir en módulos especiales de prisiones mixtas, donde son hacinadas como minoría deliberadamente segregada y especialmente oprimida, ya que se les suele impedir acceder a determinadas instalaciones como gimnasios, bibliotecas y otros por estar éstas dentro de los módulos masculinos, además de sufrir una menor remuneración por sus trabajos (vuelvo a decir que la remuneración de los presos ya es escasa, así que podéis imaginaros cómo es la de ellas), por no hablar de que han de padecer muchas más dificultades para acceder a servicios básicos dentro del talego como la atención médica, además de que los talleres que se les ofrecen acostumbran a coincidir con los roles que el Patriarcado les asigna, ya que suelen estar relacionados con la costura, la cocina o los cuidados, mientras que la oferta para los hombres suele ser más amplia. Todo ésto (y mucho más) sin referirnos al peligro especial que corren al estar permanentemente expuestas a agresiones sexuales por parte de los funcionarios, como ya le ocurrió a Noelia Cotelo y a muchas otras mujeres presas, y como sigue ocurriendo en muchas prisiones. Tras la charla, llegó un debate donde se alcanzaron conclusiones positivas para la reflexión y para considerar de cara a futuras luchas donde, tal vez, la condición de mujer de una persona presa debería ser tenida más en cuenta y analizada con especial detenimiento.
La primera jornada terminó una vez terminada esta charla, y llegó el sábado.
La mañana del sábado comenzó con un buen número de compañerxs llegadxs de toda Galiza y de más allá desplazándose a la localidad pontevedresa de A Lama, donde se encuentra la infame prisión que lleva el mismo nombre, y que se ha hecho tristemente célebre por el gran número de muertes y los numerosos casos de malos tratos registrados entre su población reclusa. Una vez allí, se llevó a cabo una marcha contra la prisión, donde con una pancarta que rezaba «Llamáis reinserción a la más cruel de las venganzas» se gritaron consignas contra las prisiones, el sistema judicial y el Estado, además de gritar en memoria de los presos en lucha muertos recientemente en esa cárcel (como Eugenio García «Gavioto» y Borja Martín Gómez «Volvo») y se agitaron banderas desde dos flancos distintos de la prisión, además de lanzarse pirotecnia para animar la jornada y hacer ruído. Decir que algunxs presxs nos respondieron, ya fuese gritando desde sus celdas o sacando manos o paños por las ventanas, lo que nos recordó que en contra del sentimiento de derrota que el Poder pretende que asimilemos, estas marchas y esta clase de acciones sí sirven para algo, pues rompen el aislamiento que trata de crear la cárcel en torno a las personas a las que encierra, devuelve el apego y el cariño a quienes viven sepultadas en el gris abismo que se abre tras sus muros y demuestra que la solidaridad es más que una palabra, es un sentimiento, una práctica rebelde, un vínculo irrompible, un arma y una declaración de guerra para todas las instituciones y cuerpos de torturadores y asesinos que viven abriendo y cerrando cerraduras tras las cuales encierran a todas aquellas que sobran dentro de las normas y las leyes de una sociedad hipócrita y miserable formada por personas deshumanizadas que compiten y enfrentan sus egos para ver quién es más mediocre.
Durante la marcha, cuando estábamos en un altillo del monte que rodea el talego desde donde veíamos la puerta principal, tuvimos la suerte de coincidir con la salida de algunas visitas a lxs presxs, que saludaron y expresaron su apoyo, lo que también nos subió el ánimo. Cabe decir que los picoletos no nos molestaron demasiado, limitándose a su función de vigilancia sin ponernos trabas ni en el recorrido ni en el desarrollo de la protesta (esperemos que no hagáis como en Teixeiro, y empiecen a llegar «recetitas» inesperadas a casa, que nos conocemos…).
Tras un par de horas aproximadamente de protesta, siendo alrededor de las 14:00 de la tarde nos movimos a la Alameda del pueblo, donde preparamos una comida al aire libre disfrutando del buen tiempo, amenizada por algunxs compas que tocaron instrumentos y que también sirvió para fortalecer los lazos y dar pie a nuevas propuestas y encuentros.
A las 17:00 aproximadamente fuimos a la Casa do Pobo, donde mantuvimos un debate en torno a la prisión y las posibilidades de la lucha contra ella, sus carencias y potenciales. Si bien es cierto que nuestra intención era que acudiese gente del pueblo (para de ese modo intentar que tomasen conciencia del monstruo cárcel que tienen a unos pocos kilómetros, y conocer sus puntos de vista sobre ello), ésto no fue así y al final nos volvimos a encontrar aquellxs que ya sabemos que la prisión es una bestia con la que tenemos que acabar, aunque eso no impidió que del debate saliesen algunas conclusiones que a mí al menos me resultan positivas y me sirven para continuar pensando en por qué fallan nuestras prácticas a la hora de cuestionar la cárcel, y de extender esos cuestionamientos. ¿Qué buscamos a la hora de construir dichos cuestionamientos?, ¿contamos con alternativas, y es más, queremos de verdad ofrecer alternativa alguna a eso, o simplemente destruir un engranaje represivo y a la infame estructura social de dominación que la necesita y sustenta?, ¿de qué puntos parten nuestras críticas?, ¿somos capaces de construir lugares comunes sobre esos puntos en los que encontrarnos para dejar de ser un simple reducto fácil de controlar y criminalizar?, ¿por qué dentro de las prisiones existe tan poca conciencia incluso entre lxs propixs presxs?, y otras preguntas que siguen sin respuesta.
Algunxs nos desplazamos a Pontevedra antes de terminar este debate, pues queríamos acudir a la charla sobre los centros de menores con la cual concluían las jornadas organizadas por Terra. Para esta actividad contamos con tres ponentes, Raúl Asegurado, Alba Pérez y Rubén León, que nos hablaron desde distintos enfoques (profesional y activista), y tras explicar las diferencias entre centros de protección y centros de reforma, se abordaron posibles prácticas alternativas y no basadas en las dinámicas de autoridad y el encierro para tratar las problemáticas relacionadas con lxs menores en situación de exclusión (y aquí personalmente tengo que decir que, en mi humilde opinión, todavía nos hace falta avanzar en la definición de nuestro papel en todo ésto, porque a veces, cuando hablamos de «lo que tenemos que hacer» con lxs chavalxs excluídxs, nos autoarrogamos sin querer y sin darnos cuenta una función asistencialista que en realidad contiene un paternalismo soslayado y una moralidad que no me molan nada).
Se comentaron varios casos en los que el Estado y sus «bondadosas» instituciones «educativas» y «de protección del menor», con la excusa de la supuesta «tutela», raptó a niñxs separándoles de sus padres y madres. Por ejemplo, el caso de una mujer (migrante, por supuesto) que fue separada de sus dos hijos (y ellos, a su vez, separados en dos centros distintos) y a la que el Estado le hizo firmar como condición sine qua non para recuperar a los niños un documento donde ella reconocía que era maltratada por su pareja, cuando eso era totalmente falso. Tras sucumbir a la gran presión a la que era sometida y firmar el dichoso papel, esa mujer continúa sin ver a sus hijos.
También se citaron algunas estadísticas que informan de que una gran cantidad de lxs menores que ingresan a centros de protección terminan pasando, al cabo de un tiempo, por centros de reforma (es decir, delinquiendo), y lo que tal realidad pone en entredicho en cuanto a la supuesta «eficacia» de esos centros.
Para terminar, se habló de O’Belén y otras fundaciones que esconden la tortura bajo la máscara de la «beneficiencia» y la voluntad de «reformar» la conducta de lxs «pobres chavalxs desviadxs». Los nombres de Saray, Hamid, Ramón Barrios y otrxs niñxs muertxs en sus centros de exterminio son prueba suficiente para desarmar todo su vomitivo discurso.
Todas estas razones, y algunas más, nos permiten replantearnos si de verdad esos centros cumplen de verdad la utilidad que se les atribuye o si, igual que las prisiones o los psiquiátricos, son sólo fábricas de sufrimiento y destrucción de la persona, que «funcionan» bajo toda clase de envoltorios y disfraces filantrópicos avalados por «especialistas» y dicen cumplir una «función social», y que, contando con la financiación de todo tipo de organismos y de multinacionales inversoras con intereses económicos (por ejemplo las farmacéuticas que producen y comercializan todos los psicofármacos con los que lxs encargadxs de esos centros atiborran a lxs chavalxs a la menor oportunidad), esconden todo un proceso complejo de rentabilización de la miseria donde lxs pobres y lxs marginadxs (sea por razones económicas o porque por cualquier otro motivo lxs técnicxs de esta sociedad y sus burocracias les han puesto el cartelito de «Inadaptadxs») no cuentan para nada más que para estar encerradas y sin futuro alguno.
Una vez terminada esta charla, se llamó a lxs interesadxs a llevar a cabo sus propios proyectos contra los centros de menores, y de hecho, dado que en Galicia no existen (que sepamos) colectivos ni herramientas específicas para la lucha contra esa clase de instituciones (a diferencia de zonas como por ejemplo Madrid, donde sí existe una asamblea contra los centros de menores), tal vez molaría empezar a trabajar en serio en ese sentido…
Mi valoración es que a pesar de que algunas cosas no salieron tan bien como esperábamos (tal vez sea un error nuestro por poner el listón alto), otras superaron con creces mis expectativas y las de otrxs compañerxs, y nos permitieron continuar sentando un precedente para que esta clase de iniciativas continúen floreciendo, para seguir encontrándonos y conspirando, hasta derrumbar todos los muros físicos y mentales que encierran nuestros cuerpos, nuestros pensamientos y nuestros sueños. Porque como ya dijo en una de sus cartas el compañero Adriano Antonacci, anarquista encarcelado en Italia acusado de participar en varios actos de sabotaje contra la explotación animal y de la Naturaleza en el área de Castillos Romanos:
“Como un prisionero no dejo de soñar con un mundo sin violencia autoritaria, o sin las dicotomías oprimidxs-opresorxs, explotadxs-explotadorxs, un mundo sin restricciones morales ni sociales inhibiendo y reduciendo todos los horizontes, un mundo libre de todas las jaulas… las jaulas son la vergüenza de la humanidad. Un mundo donde la arrogancia humana es dejada a un lado y sustituída con una coexistencia empática entre todxs lxs seres vivos, en el respeto al equilibrio natural, un mundo donde la búsqueda de la libertad individual es el único camino a tomar para una autodeterminación colectiva y auténtica”
Para que algún día podamos abrazarnos de nuevo, bailar encima de los escombros aun llameantes de las prisiones y empezar a construir sobre ellos un nuevo mundo sin amos ni esclavxs.
¡Abajo los muros de cualquier talego!
¡Ni cárceles, ni centros de menores, ni psiquiátricos, ni CIE’s, ni escuelas, ni mataderos, ni laboratorios, ni granjas, ni ningún otro lugar de explotación y encierro para humanxs o no-humanxs!
¡Presxs a la calle, calles para la insurrección!