El siguiente artículo está firmado originalmente por Paulo Cezar Monteiro y fue publicado en la web de la revista brasileira Forum (aquí). Su contenido describe lo que es realmente el Black Bloc, lo que significó su trayectoria dentro de diferentes movilizaciones masivas internacionales y lo que representa en Brasil su presencia, que fue notoria desde los comienzos de las movilizaciones contra el alza en el impuesto del transporte público y que se extendió a más ámbitos de la guerra social en curso en el país sudamericano.
La violencia que puede materializar una movilizacion de estas características ha sido vilipendiada en innumerables ocasiones tanto por los medios de comunicación y demás portavoces oficiales del dominio como por diversos movimientos sociales casposos y reformistas que no soportaron ver cómo la rabia desbocada de quienes ya no soportan más este mundo ponen en ridículo sus procesiones y sus teatrillos reformistas atacando y destruyendo la representación física de todo lo que nos mata los sueños y nos roba la vida, proponiendo tras cada intervención, una reflexión auto-crítica que hace avanzar y sofistica la teoría y la praxis revolucionarias. No obstante, como apuntaba Bonanno en «Malatesta y la violencia revolucionaria»: «La violencia revolucionaria no necesita mis justificaciones y no puede ser vilipendiada por ningún tipo de condena, aún viniendo esta de las mismas filas anarquistas. A fin de cuentas, el pacifismo también es un falso problema y no merece ser refutado recurriendo a demasiadas palabras».
Tras traducirlo a castellano desde el original en portugués, lo dejo a continuación:
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Afirman no temer el enfrentamiento con la policía y defienden la destrucción de «objetivos capitalistas».
«Lxs activistas del Black Bloc no son manifestantes, no están ahí para protestar. Están ahí para promover una intervención directa contra los mecanismos de opresión, sus acciones son concebidas para causar daños a las instituciones opresivas». Es de esta forma que la estrategia de acción del grupo que ha estado ganando notoriedad debido a las manifestaciones en el país es definida por un vídeo que explica parte de las motivaciones y forma de pensar de sus adeptos.
La acción, o estrategia de lucha, puede ser reconocida en grupos de personas vestidas de negro, con máscaras o pañuelos cubriendo sus rostros. Durante las protestas, siempre permanecen juntxs y, usualmente, atacan de manera agresiva bancos, grandes corporaciones o cualquier otro símbolo de las instituciones «capitalistas y opresoras», además de, en caso de juzgarlo como algo necesario, resistir o contra-atacar ante intervenciones policiales.
Debido al actual ciclo de protestas en la calle, el Black Bloc entró en el centro del debate político nacional. Parte de los análisis y opiniones clasifican sus acciones como «vandalismo» o «violencia gratuíta», y también son recurrentes las críticas al anonimato producido por las máscaras o paños cubriendo la cara de lxs seguidorxs de esta táctica. Pero el Black Bloc no es una organización o entidad. Leo Vinicius, autor del libro «Urgencia en las calles – Black Bloc, Reclaim The Streets y los Días de Acción Global» (sobre el pseudónimo de Ned Ludd) la define como una forma de actuar, orientada por procedimientos y tácticas que pueden ser usados para defensa o ataque en una manifestación pública.
Zuleide Silva (nombre ficticio), anarquista y adepta del Black Bloc en Ceará, apunta que tienen como objetivo las «instituciones corporativas» e intentan defender a lxs manifestantes fuera del alcance de las acciones represoras de la policía. «Hacemos lo que lxs manifestantes no tienen el valor de hacer. Ponemos nuestra mejilla por todo el mundo», afirma.
El periodista y estudioso de movimientos anarquistas, Jairo Costa, en el artículo «La táctica Black Bloc», publicado en la Revista Mortal, recuerda que el Black Bloc surgió en Alemania en la década de 1980, como una forma utilizada por la izquierda autónoma y lxs anarquistas para defender las squats (okupas) y las universidades de acciones de la policía y de los ataques de grupos neo-nazis y fascistas. «El Black Bloc fue el resultado de la búsqueda emergencial de nuevas tácticas de combate urbano contra las fuerzas policiales y los grupos nazi-fascistas. A diferencia de lo que muchxs piensan, el Black Bloc no es un tipo de organización anarquista, ONG libertaria ni nada parecido, es una acción de guerrilla urbana», contextualiza Costa.
De acuerdo con uno de los «documentos informativos», algunos de los elementos que lxs caracterizan son la horizontalidad interna, la ausencia de liderazgos, la autonomía para decidir dónde y cómo actuar, además de la solidaridad entre lxs integrantes. Actualmente, hay registros, por ejemplo, de fuerzas de acción del Black Bloc en las recientes manifestaciones y levantamientos populares en Egipto.
Black Bloc en Brasil.
Para Leo Vinicius es «un poco sorprendente» que esta estrategia de manifestación urbana, bastante difundida alrededor del mundo, haya tardado tanto en llegar aquí. «Esta forma de actuar en protestas y manifestaciones ganó mucha fama dentro de los movimientos antiglobalización, en el paso de la década de 1990 al 2000. No es una forma de acción política realmente nueva». En Brasil existen secciones del movimiento de casi todas las capitales y grandes ciudades, la mayor parte de ellas creadas durante el periodo de proliferación de las protestas. La mayor es Black Bloc Brasil, con casi 35.000 seguidorxs, seguida por Black Bloc-RJ, con casi 20.000 miembros. Al respecto de su relación con el anarquismo, Vinicius hace una salvedad. Es necesario dejar claro que la noción de que «toda acción del Black Bloc es realizada por anarquistas y que todxs lxs anarquistas hacen Black Blocs» es falsa. «La historia del Black Bloc tiene una relación con el anarquismo, pero otras corrientes como lxs autonomistas, comunistas e incluso independientes también participaban. Nunca fue algo exclusivo del anarquismo. En la práctica, el Black Bloc, por tratarse de una estrategia de operación, puede ser utilizado hasta por movimientos de ultraderecha», explica el escritor (Nota de Traducción: De hecho, se han dado casos en países europeos como Alemania o Polonia en que grupos neo-nazis autodenominados como Nacionalistas Autónomos con una estética que pretende imitar a la izquierda autónoma y al movimiento anarquista han organizado Bloques Negros para atacar, en el contexto de movilizaciones sociales, a grupos estudiantiles de izquierda o a militantes antifascistas, anarquistas etcétera).
Para algunxs activistas, el proceso de aceptación de las manifestaciones en la calle, llevado a cabo por los grandes medios de comunicación y también por parte del público, de cierta forma impone que, para ser considerados legítimos, las protestas deberían seguir un patrón: pacífico, organizado, con carteles y pancartas bien hechas y en perfecto acuerdo con las leyes. Vinicius reconoce cierta preocupación con la posibilidad de un fortalecimiento de la idea de que esa forma «pacífica» sea vista como el único medio posible o legítimo de protestar. Afirma que no entiende como violenta la acción del Black Bloc de romper un escaparate o defenderse de una acción policial excesiva. «La violencia es un concepto bastante subjetivo. Por eso, no da para etiquetar cualquier acto como violento, es necesario contextualizarlo, entender las motivaciones que hay detrás de cada gesto», evalúa.
Para él, la eficacia de una manifestación está en saber articular bien formas de acción «pacíficas» y «no pacíficas». Fue ese equilibrio, analiza, el que hizo que el Movimiento Pase Libre – San Paulo (MPL-SP) paralizase el aumento de la tarifa en la capital paulista. «Sólo con pancartas y carteles la tarifa no habría caído», atestigua. «Quien tiene el poder político en sus manos sólo cede a una reivindicación por miedo, por sentir que las cosas pueden salir de la rutina, de que puede perder el control del Estado», sentencia.
Por otro lado, Vinicius alerta de que es preciso percibir los límites para evitar que las acciones más «radicales» causen que el movimiento sea criminalizado o se aisle de la sociedad y, con esto, pierda el potencial de realizar cualquier cambio. En su obra, hace la siguiente definición de aquellxs que adoptan la estrategia del Black Bloc: «Practican una desobediencia civil activa y acción directa, alejando así la política del teatro virtual perfectamente doméstico, dentro del cual [la manifestación política tradicional] permanece encerrada. Los Black Blocs no se contentan con simples desfiles contestatarios, ciertamente importantes por su carga simbólica, pero incapaces de sacudir verdaderamente el orden de las cosas», apunta.
Otra crítica recurren es el hecho de que lxs Black Blocs usasen máscaras o paños para cubrirse el rostro. Lxs adeptxs de esta acción explican que las máscaras son un medio de proteger sus identidades para «evitar la persecución policial» y otras formas de criminalización, así como también para crear un «sentimiento de unidad» e impedir el surgimiento de «líderes carismáticxs».
Lucha Antiglobalización.
Con el paso del tiempo, según Jairo Costa, las tácticas del Black Bloc pasarán a ser reconocidas como un medio de expresar la ira anticapitalista. Explica que generalmente las acciones son planeadas para suceder durante grandes manifestaciones de movimientos de izquierda.
El estudioso destaca como uno de los momentos más significativos de la historia del Black Bloc la llamada «Batalla de Seattle», en 1999, contra una rueda de negociaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El 30 de noviembre de aquel año, tras una tarde de enfrentamientos con las fuerzas policiales, un frente móvil de activistas del Black Bloc consiguió romper el aislamiento creado entre lxs manifestantes y el centro comercial de la ciudad. Tras superar el cerco policial, lxs manifestantes promovieron la destrucción de varias propiedades, limusinas y coches de policía e hicieron varias pintadas con el mensaje «Zona Temporalmente Autónoma». Cifras estimadas apuntan a daños con un coste de 10 millones de dólares, además de centenares de heridxs y 68 personas presas.
Para Costa, uno de los episodios más impactantes – y duros – de la historia del Black Bloc fue el asesinato de Carlo Giuliani, joven anarquista de 23 años, durante la realización simultanea del Foro Social de Génova y la reunión del G-8 (grupo de los 8 países más ricos) en Italia, en julio de 2001. Recuerda que, tras varios enfrentamientos violentos – alguno de ellos vencido por lxs manifestantes, que llegaron a provocar la fuga de los maderos, que dejaron tras de sí sus vehículos blindados – ocurrió el episodio que llevó a la muerte de Giuliani: «fue hacia un coche de policía intentando tirar adentro un extintor de incendios. Muchxs fotógrafxs estaban por allí y sus registros hablan por sí mismos. Al acercarse al coche, Giuliani es alcanzado por dos disparos, uno en la cabeza y, en una escena macabra, el coche de policía da marcha atrás y lo atropella varias veces», narra. Los asesinos de Carlo Giuliani no fueron condenados. Dos años después del suceso, la justicia italiana consideró que la acción policial se dio como «reacción legítima» al comportamiento del militante.
Objetivos capitalistas.
Entre las formas de acción directa del Black Bloc destacan los ataques a los llamados «objetivos simbólicos del capital», que incluyen joyerías, cafeterías norte-americanas (Nota de traducción: se refiere a establecimientos como Starbucks, que más que una simple cafetería son una empresa transnacional responsable de la destrucción medioambiental, de los transgénicos y consiguiente transformación de los alimentos en patentes privadas, el esclavismo laboral y la explotación animal masiva) o incluso la depredación de instituciones oficiales y empresas multinacionales. Costa explica que esas acciones «no tienen como objetivo dañar a personas, sino bienes del capital».
Zuleide justifica la destruccion practicada contra multinacionales u otros símbolos capitalistas, porque serían mecanismos de «explotación y exclusión de las personas». «Queremos que esos medios que oprimen y no respetan a un ser humano, exploten, que se vayan, que mueran. Trabajar diez horas al dia para no ganar nada, eso es lo que nos enfurece. Por eso nuestras acciones directas contra ellxs, porque queremos causarles perjuicios para que perciban que hay personas que rechazan aquello y que luchan por la poblacion», explica.
Reconoce que esas acciones directa pueden dejarlxs «mal vistxs» en la sociedad, ya que hay personas que piensan: «Vaya, no voy a poder volver a comer en el ***** porque lo han destruido todo». Sin embargo, Zuleide afirma que el/la trabajador/a, explotadx por esas corporaciones, «adoraría hacer lo que nosotrxs hacemos, pero, por tener familia que mantener y facturas por pagar, no lo hace». «Ese es otro de los motivos que nos hacen ser como somos», apunta.
Vinicius explica que, en las «acciones directas», lxs participantes del Black Bloc atacan bienes particulares por considerar que «la propiedad privada – principalmente la propiedad privada corporativa – es en sí misma mucho más violenta que cualquier acción que pueda ser tomada contra ella». Romper escaparates de comercios, por ejemplo, tendría como función destruir «hechizos» creados por la ideología capitalista. Esos «hechizos» serían medios de «empaquetar el olvido» de todas las violencias cometidas «en nombre del derecho de propiedad privada» y de «todo el potencial de una sociedad sin ella».
¿Sin violencia?
En prácticamente todas las manifestaciones, independientemente de las causas y de lxs organizadorxs, se volvió común el grito: «¡sin violencia!, ¡sin violencia!», que tenía como destinatarios a los policías que, teóricamente, entenderían el carácter «pacifista» del acto. También sería una tentativa de cohibir la acción de «vándalxs» o «gamberrxs» que percibirían el no contar con el apoyo de la masa restante.
Zuleide reconoce que, inicialmente, la acción del Black Bloc era objeto de esos gritos, pero, según ella, cuando las personas entienden la forma en que actúan, eso cambia. «Lxs manifestantes percibirán que el Estado no va a dejarnos hablar, no nos dejará reivindicar algo, y comenzará a reprimrnos. Cuando hay enfrentamiento [con la policía] nosotrxs ayudamos a lxs demás manifestantes retrasando el avance policial o alejándoles de situaciones que ofrezcan peligro, y algunxs percibirán eso», afirma.
A pesar de que los enfrentamientos con policías no son una novedad durante sus acciones, lxs seguidorxs del Black Bloc afirman no tener como objetivo atacar a los policías. A pesar de todo, otro documento titulado «Manifiesto Black Bloc» deja claro que, en caso de que la policía asuma un carácter «opresor y represor», entonces se convierte, automáticamente, en «una enemiga».
En el «Manual de Acción Directa», también disponible en Internet (aquí) la desobediencia civil es definida como «la no-aceptación» de una regla, ley o decisión impuesta «que no tiene sentido, para no someterse a quien la impone. Este es el principio de la desobediencia civil, violenta o no». Entre las posibilidades de desobediencia civil son citadas, por ejemplo, la no-aceptación de la prohibición de la policía de que la manifestación siga por un camino determinado, la resistencia a la captura de algún (o alguna) manifestante o, incluso, la tentativa de rescatar a alguien ya detenidx por los maderos. El manual también enseña tácticas para resistir al gas lacrimógeno, sprays de pimienta y otras formas de acción policial, además de consejos de primeros auxilios y de derechos legales de lxs manifestantes. De acuerdo con el documento, las indicaciones de ese manual tratan sólo de desobediencia civil «no-violenta».
Otra indicación es que sea definido, antes de la manifestación, si la desobediencia civil será «violenta» o «no-violenta». En caso de optar por la acción «no-violenta», esa decisión debe ser respetada por todxs, dado que no cumplir lo acordado puede poner «en riesgo» a otrxs compañerxs, además de ser una señal de falta de respeto.
Sin embargo, el mismo manual deja claro que «lo que ellxs hacen con nosotrxs» todos los días es violencia y que, siendo así, «la desobediencia violenta es una reacción a esto, y por lo tanto, no es gratuita, como ellxs intentan hacer que parezca».
Una breve historia.
1980: El término «Black Bloc» (Schwarzer Block, en alemán) es usado por primera vez por la policía alemana como forma de identificar grupos de izquierda de la época denominados «autónomos, o autonomistas», que luchaban contra la represión policial a las okupas.
1986: Fundada, en Hamburgo (Alemania), la liga autónoma Black Bloc 1500, para defender la okupa Hafenstrasse.
1987: Anarquistas vestidxs con ropas negras protestan en el Berlín Occidental, con motivo de la presencia de Ronald Reagan, entonces presidente de EE.UU., en la ciudad.
1988: En el Berlín Occidental, el Black Bloc se enfrenta con la policía durante una manifestación contra la reunión del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
1992: En San Francisco (EE.UU.) con ocasión del 500º aniversario del «descubrimiento» (invasión imperialista) de América por Cristóbal Colón, el Black Bloc se manifiesta contra el genocidio de pueblos nativos.
1999: Contra-Cumbre en Seattle contra la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Se estima en 500 el número de integrantes del Black Bloc que destruyó el centro económico de la ciudad.
2000: En Washington, durante una reunión del FMI y el Banco Mundial, cerca de mil activistas anticapitalistas del Black Bloc salieron a las calles y se enfrentaron con la policía.
2000: En Praga (República Checa) se forma uno de los mayores Black Blocs de los que se tiene noticia, durante una reunión del FMI. Cerca de 3.000 anarquistas luchan contra la policía checa.
2001: Quebec (Canadá): Miembros del Black Bloc son acusadxs de agredir a un policía durante una marcha por la paz en las calles de la ciudad. Tras ese evento, la población local y varixs manifestantes de izquierda se distanciarán de la táctica del Black Bloc por considerar sus métodos «extremos».
2001: La ciudad de Génova (Italia), al mismo tiempo, recibió la cumbre del G-8 y realizó el Foro Social de Génova, con un gran número de activistas del Black Bloc, además de cerca de 200.000 activistas de otras tendencias y movimientos sociales. La acción del Black Bloc quedó marcada por la violenta muerte del joven Carlo Giuliani, de 23 años.
2007: En Heiligendamm (Alemania) la cumbre del G-8 fue objetivo de una acción con la participación de cerca de 5.000 personas en el Black Bloc.
2010: Toronto (Canadá), durante la reunión del G-20. En este enfrentamiento, más de 500 manifestantes fueron detenidxs y decenas de otrxs activistas fueron hospitalizadxs con innumerables fracturas.
2013: Cairo (Egipto). El Black Bloc aparece con fuerte acentuación en las protestas de la plaza Tahrir, en el combate y resistencia al ejército del entonces presidente Hosni Mubarak.
Nota de traducción: Esta lista cita sólo algunos de los ejemplos más notorios de Bloques Negros, sin embargo, no están todos, y podríamos sumar los que respondieron en Tesalónica (Grecia) a la cumbre del G-20 en 2003, en Coppenhague (Dinamarca) al desalojo de Ungdomshuset 69 en 2007 y a la posterior cumbre del COP-15 en la misma ciudad danesa en 2009, el Bloque Negro con motivo de la cumbre del G-8 en Rostock (Alemania) en 2007, los que asaltaron el centro financiero de Pittsburgh (EE.UU.) en 2009 contra el G-20 o el que reventó Estrasburgo (Francia) en abril del mismo año con motivo de la cumbre de la mayor organización terrorista existente actualmente, la OTAN. Ejemplos sobran.