Recibimos en el correo electrónico el siguiente texto o reflexión sobre la figura de Osvaldo Bayer, de cuyo fallecimiento informamos en este blog. El escrito a continuación es una reflexión del compañero Gustavo Rodríguez sobre Bayer que, independientemente de si se está más o menos de acuerdo con ella, pensamos no solo que aporta datos (muchos de los cuales, sinceramente, nosotres desconocíamos) que desmitifican y muestran las facetas (quizá interesadamente) ocultas del historiador, sino que también es una aportación útil para el debate y para aclarar algunas aguas turbias.
Hemos sido interpelades en el texto por haber sido uno de los espacios anarquistas en reconocer a Bayer como uno de les nuestres (algo que tal vez no habríamos hecho de conocer gran parte de lo que se expone en las siguientes líneas), y por ello asumimos la crítica del compañero Gustavo Rodríguez. Como siempre, a tropezar se aprende caminando.
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Siempre ha sido difícil ser anarquista pero los hay. Seguramente menos de los que se dicen o se cree. Los hay, los hubo y los habrá.
Amanecer Fiorito
Que el obituario se publicara en el tabloide socialdemócrata argentino Página/12 era de esperarse, no solo por los lazos de amistad que le unieron a su fundador Osvaldo Soriano, sino porque desde sus inicios puso su pluma al servicio de este proyecto editorial y político, siendo siempre un consentido asalariado de esta empresa. Que su muerte fuera noticia a lo largo y ancho del territorio argentino tampoco causa sorpresa, era considerado “uno de los intelectuales más respetados que dio el país”, además de haber sido galardonado con el Premio Konex, presea que entrega anualmente la Fundación del mismo nombre desde 1980 en reconocimiento a “las personalidades, empresas e instituciones más distinguidas en las ramas del quehacer nacional” y, desde el año 2002, a “las personalidades vivas más relevantes de los países vinculados al Mercosur en la categoría “Premios Konex Mercosur.”i Que el fallecimiento conmocionara a la comunidad académica de su tierra natal también era natural, había recibido el doctorado Honoris Causa en 2003 por la Universidad Nacional del Centro (UNC), “por su trayectoria en el campo de los derechos humanos, la literatura y el periodismo”; asimismo, lo envistieron con igual título varias universidades argentinas. Que lamentaran su “pérdida” en los círculos político-intelectuales de izquierda, particularmente en la región latinoamericana, y que le dedicaran un par de segundos de silencio los jerarcas de La Habana, Managua, Caracas y La Paz, sin duda se enmarca de antemano dentro del protocolo esperado pero, que la nota necrológica se reprodujera en Portal Oaca y de ahí se remedara en ContraMadrid; La Rebelión de las Palabras; Anarquia.Info; ContraInfo y, un sinfín de páginas de contrainformación afines –ciertamente, con este adjetivo quedan excluidos los portales anarco-populistas del tipo Kaos en la Red y, el circuito neoplataformista (anarkismo.net y alasbarricadas) que, por obvias razones, siempre incorporan a priori al santoral anarquista a cuanto personaje se acomode a su guion–, eso sí nos toma de sorpresa y nos preocupa sobremanera.
Agregar a Osvaldo Bayer al panteón de les ilustres de la Anarquía, bajo el rótulo de “historiador anarquista” por haber incursionado en la historiografía social y elaborar su historia del anarquismo en la región astral –no exenta de acomodos ideológicos, distorsiones, imprecisiones, verdades a medias, mentiras completas y un oportunismo superlativo–, abre la puerta a Ángel Herrerín, Juán Avilés Farré y un larga lista de académicos distorsionadores de similar calaña que, en un futuro nada distante, se tomarán por “plumas autorizadas” de nuestra historia o, una vez fallecidos les cobijarán en nuestras tiendas bajo el epígrafe de “anarquistas” como ahora hacen con el difunto en cuestión al que han llegado a considerar como “el último gran anarquista del siglo XX”.
Si diseccionáramos al occiso –en términos ideológicos, claro está–, extraeríamos por lo menos cuatro o cinco Bayer’s: el peronista, el leninista, el guevarista, el castrista y, el “socialista libertario”, siendo este último término el que con más frecuencia utilizaba a manera de aclaración pertinente cada vez que le preguntaban si él se consideraba “anarquista”.ii En realidad, sin necesidad de someterlo a costosos exámenes post mortem, podríamos afirmar que su ADN arroja un socialdemócrata confeso, que a lo sumo, podríamos empacar bajo el rótulo de “liberal de avanzada”, contumaz izquierdista o, demócrata optimista. Bajo esta etiqueta también se autodenominó en diferentes ocasiones, insistiendo en que “la democracia es un sistema perfectible”, olvidando cínicamente que el Krátos, el poder, es siempre y por naturaleza autoritario, jerárquico y por ende, coercitivo, sin importar si lo detentan las mayorías o una minoría, porque inexorablemente se instituye en (y por) la fuerza.
Al respecto, dejó muy clara su posición en una de las múltiples entrevistas que le realizaran –a lo largo de su vida dio más entrevistas que una estrella de cine–, al ser cuestionado sobre la vigencia del anarquismo:
«Lo que tiene vigencia son las ideas anarquistas, no el movimiento. El Estado se ha complicado muchísimo. Antes el anarquismo no reconocía al Estado, y por ejemplo, los obreros discutían directamente con los patrones las leyes laborales, y no querían para nada al Estado.
Después el Estado se inmiscuyó y mientras los anarquistas hacían las huelgas, los convenios con el gobierno los firmaban los socialistas. Así fueron perdiendo vigencia los anarquistas, por no querer reconocer al Estado. No se lo puede negar hoy, lo que sí hay que hacer es democratizarlo. Eso es un principio anarquista. Después en los principios anarquistas está la educación antiautoritaria, que tiene vigencia. […] Después el antiautoritarismo en la sociedad, la defensa de la ecología. El Partido Verde alemán tiene muchos principios anarquistas. El feminismo y la lucha por la reivindicación de la mujer es iniciada por los anarquistas. Las ideas anarquistas marcan mucho futuro. El problema es que hay muchos intentos que se denominan anarquistas que son muy simpáticos pero no pasan de eso.»iii (Las “negritas” son nuestras, remarcando las convicciones “anarquistas” del interfecto).
Pero, dos meses más tarde, y de nueva cuenta en el suplemento Radar del diario Página/12, aún ahonda más en su contradictorio posicionamiento y puntualiza los motivos que lo llevaron a centrar su obra de investigación en el anarquismo y, a acompañarle “como hombre y como historiador”: «Cuando se le pregunta a Osvaldo Bayer por qué eligió el anarquismo como tema central de su obra de investigación histórica contesta así: “Para rescatarlo del olvido, ya que el peronismo había escondido la historia del movimiento obrero anterior a 1945. Durante muchos años la gente creyó que el sindicalismo y la lucha obrera habían nacido con Perón, cosa que no es así. Trotsky dijo alguna vez que si los anarquistas no existieran habría que inventarlos, porque le han hecho mucho bien a la humanidad con su incorruptible oposición. Demostraron tener una línea que no abandonaron nunca. La cual en éste o cualquier otro tiempo histórico implica mucho sacrificio. El anarquista sabe que nunca llegará a ocupar un cargo político, ni tampoco un cargo sindical. Fue y es una ideología al servicio de la sociedad, y no para ocupar cargos. Es en gestos como ese en donde se hacen visibles sus deseos de una vida digna para la humanidad. Eso me atrae mucho de ellos; por eso los he acompañado como hombre y como historiador. Lo cual no los exime de mis críticas. Creo que el movimiento tiene que superar ciertos totalitarismos de pensamiento, si es que no quiere caer en el sectarismo. Recientemente en La Protesta, me criticaron por una nota que escribí reconociendo la figura del Che Guevara. Digan lo que digan, no renuncio a reconocer a los hombres que fueron protagonistas de la historia, aunque no hayan sido anarquistas. ¿O acaso se puede desconocer a hombres como Zapata o Sandino? Creo que el error está en erigirse como juez de la historia. En casos como esos es cuando se puede caer en el sectarismo. Hay que luchar contra eso: por el bien del anarquismo y por su salud; el anarquista tiene que ser todo menos sectario.”»iv
Evidentemente, con esta respuesta, refiriéndose a los anarquistas en tercera persona, hacía hincapié en “ellos” evitando asumirse como tal, muy a pesar de aquellos compañeros que aún insisten en la pretendida afición ácrata del personaje. Pero, más allá de la distancia que guardaba con “ellos”, cabe resaltar las simpatías que mostraba hacia otros, no solo ajenos al ideal anárquico sino declarados enemigos de todo lo que oliera a antiautoritarismo, como era el caso de San Ernesto de La Higuera, también conocido y venerado como Che Guevara.
Precisamente, quien le “criticaba” su idolatría guevarista desde las páginas de La Protesta por aquellas fechas, era el compañero Amanecer (Negro) Fiorito, inquebrantable expropiador anárquico con amplio prontuario policial a ambas orillas del Río de la Plata. Fiorito, no solo cuestionó su patético “anarco”-guevarismo en esa ocasión sino que le reprochó sus constantes acomodos a nuestra historia y su fidelidad a la dictadura nacionalista de los hermanos Castro en todo momento y en todos los foros que estuvieron a su alcance hasta el último minuto de su incansable vida iconoclasta, desenmascarando el oportunismo de Bayer y cuestionando su inexplicable aceptación en nuestras tiendas.
En la réplica en cuestión, intitulada “La vieja historia del hombre nuevo” Fiorito subrayaba la necesidad “insoslayable” de darle oportuna respuesta a Bayer, con esa ironía inteligente que le caracterizaba:
«El Che Guevara, era leninista, trotskista, stalinista, castrista, guevarista… es marxista. Y para un marxista en el poder, no hay nada mejor que un anarquista muerto… fueron consecuentes […] No necesitamos de estadísticas, para saber de los miles de muertos, desaparecidos y perseguidos por el régimen cubano, en sus casi cuarenta años. Y no hablamos de las minorías derrocadas. El Che Guevara, era la segunda o tercera jerarquía, en la etapa (1959-1967) seguramente más fructífera de éstas matemáticas. […] En una entrevista que hizo a Bayer la revista Acción de Credicoop (Banco del Partido Comunista), una de las preguntas fue: ¿Por qué es siempre tan duro con las Fuerzas Armadas?, y respondió que no atacaba a la institución como tal, sino a hombres que pertenecen a la institución y que tenía amigos entre los militares retirados del C.E.M.I.D.A. Lo contrario de la ideología anarquista, para la cual, las instituciones son “el cerebro” de los individuos; y éstos, soldados de las instituciones. Alguna vez, ante cuestionamientos internos, opinaba que Bayer me parecía más anarquista de lo que a veces decían sus opiniones. Pero sus opiniones tienen peso, y ponen en evidencia las diferencias con el anarquismo. Ante esto, la necesidad de la pública respuesta […]».v
En la contratapa de uno de sus libros reeditados hace un par de años, Bayer afirmaba con exacerbado dramatismo: «Me he propuesto no tener piedad con los despiadados. Mi falta de piedad con los asesinos, con los verdugos que actúan desde el poder, se reduce a descubrirlos, dejarlos desnudos ante la historia y la sociedad y reivindicar de alguna manera a los de abajo, a los que en todas las épocas salieron a la calle a dar sus gritos de protesta y fueron masacrados, tratados como delincuentes, torturados, robados, tirados en alguna fosa común.»vi Sin embargo, el paradójico historiador siempre hizo una puntual distinción entre los verdugos buenos y malos –a pesar de que ambos actuaran desde el poder–, mostrando una piedad superlativa hacia los genocidas “buenos”. Supongo, que durante su primera visita a La Habana, allá por el año 1960, esa haya sido la motivación “piadosa” que le impulsó a rechazar una improvisada reunión con el compañero Marcelo Salinas y una pequeña delegación de anarquistas cubanos que apelaba a la solidaridad de los afines frente a la persecución sistémica; negándose la consecuente oportunidad de descubrir y desnudar ante la historia a los nuevos verdugos y “reivindicar a los de abajo”. A diferencia de Bayer, quien les acusó sin miramientos de ser “mercenarios del Imperio”, su acompañante Pirí Lugones –que ni remotamente tenía relación alguna con la teoría y la práctica anárquica, salvo la sangre ácrata que manchó las manos del torturador de su padre durante la dictadura de Uriburu–, se interesó en conversar con Salinas, de quien decía haber leído algunas de sus obras, y en escuchar las denuncias de los anarquistas al nuevo régimen. Pirí, con los años, también se volvió una defensora a ultranza del castrismo desde el “peronismo revolucionario” pero, en ese instante les recomendó asumir la receta trotskiana de “la Revolución permanente.” A finales de la década del setenta, Pirí sería secuestrada y asesinada por los discípulos de su progenitor.
En los días previos de la visita de Bayer, Castro había expulsado a todos los anarcosindicalistas de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), pese a la activa participación de los anarquistas en la lucha contra la dictadura del general Fulgencio Batista. A comienzos de 1960, la Asociación Libertaria de Cuba (ALC) lanzaba un manifiesto donde refrendaba su apoyo a la Revolución pero, simultáneamente, reafirmaba su firme “oposición a los totalitarismos y las dictaduras”, denunciando el creciente “centralismo estatal” y anticipando el arribo de un “ordenamiento autoritario” de la mano de la iglesia católica y del Partido Comunista de Cuba, empero, concluían el documento con gran optimismo, señalando que “el panorama pese a todo, alienta”.
Al finalizar el año, habían asesinado, después de hacerlo prisionero, al compañero Augusto Sánchez; los compañeros Rolando Tamargo y Ventura Suárez fueron fusilados; Sebastián Aguilar (hijo), fue ultimado a balazos; Eusebio Otero –uno de los que conformaron la delegación que apeló a la solidaridad del “compañero” Bayer– apareció muerto en su habitación; Raúl Negrín, acosado por la persecución se suicidó; la compañera Suria Linsuaín, junto a los compañeros Casto Moscú, su hijo Isidro Moscú, Manuel González, Floreal Barrera, Modesto Piñeiro, José Aseña, Norberto Torres, Sicinio Torres, José Mandado Marcos, Victoriano Hernández, José Álvarez Micheltorena, Plácido Méndez y Luis Linsuaín (estos últimos combatientes del Ejército Rebelde contra Batista), fueron detenidos y condenados a penas de prisión. Casto Moscú y Manuel González fueron liberados en espera de juicio e inmediatamente se asilaron en la embajada de México; Victoriano Hernández, enfermo y ciego por las torturas de la cárcel, se suicidó; y José Álvarez Micheltorena murió a las pocas semanas de abandonar la prisión. Suria y el resto de los sobrevivientes se exilaron después de cumplir sus sentencias.vii
Coincidiría con Bayer en La Habana, también invitado por el gobierno de Castro, Agustín Souchy pero, en contraste con la lambisconería del secretario general del Sindicato de Prensa argentino, al concluir su estancia en la Isla redactaría el folleto intitulado “Testimonios sobre la Revolución Cubana” donde denunciaba las similitudes del régimen castrista con el “modelo soviético”. Tres días después de marcharse Souchy de Cuba, el gobierno incautó el tiraje completo y mandó a destruir el impreso, un año más tarde, sería la Editorial Reconstruir de Buenos Aires quien rescataría y reimprimiría el texto. Bayer, prefirió reunirse con el Che –que entonces estaba al frente de los fusilamientos en la prisión de La Cabaña– y otros dirigentes del PCC y, continuar idolatrando al castrismo y acusando de “mercenarios” a los compañeros, dando inicio a la “Leyenda Negra” de los anarquistas cubanos.viii
Durante sus años de exilio (1976-83) en Europa, el periodista e historiador, no se libró de los cuestionamientos de los compañeros anárquicos italianos, no solo por el execrable “affaire cubano”, sino por su acomodo de la historia. Uno de esos compañeros fue Enrico Arrigoni, también conocido en los medios ácratas como Frank Brand, destacado anarco-individualista originario de Milán, propulsor de las ideas de Stirner y de la «expropiación individual«, junto a su amigo Abele Rizieri Ferrari (Renzo Novatore).
Albañil, dramaturgo y artista plástico, Arrigoni siempre fue reconocido en nuestras tiendas por su larga trayectoria; a comienzos del siglo XX participó junto a Malatesta en diferentes insurrecciones en Italia y aportó su experiencia en incontables sublevaciones destacando su intervención en Suiza, Alemania y Hungría. A finales de la década del veinte, colaboró activamente en el desarrollo del anarquismo de praxis en Cuba y Argentina, donde conoció a Severino Di Giovanni y otros compañeros italianos involucrados en la confrontación cotidiana contra la dominación. Más tarde se trasladó a la ciudad de Nueva York, por invitación de Costantino Zonchello y los compañeros italo-americanos editores del periódico L’ Adunata dei refrattari, donde escribió en repetidas ocasiones, también plasmó sus aportaciones en los periódicos Controcorrente e Intessa Libertaria. En 1928 comenzó a editar la publicación anarcoindividualista Eresia, contando con la colaboración de su amigo Pietro Bruzzi. Durante la Revolución española se unió a la lucha contra la rebelión fascista a pesar de “las constantes desavenencias con las posturas anarco-sindicalistas”, hasta que le hicieron prisionero. Regresó a Nueva York donde vivió como “inmigrante ilegal” hasta su muerte a la edad de 90 años el 7 de diciembre de 1986.
Arrigoni había conocido a Marcelo Salinas en Cuba junto a Manuel Ferro y un grupo de anarquistas isleños. De Marcelo tenía “buenas referencias” de los compañeros italianos residentes en Tampa del Grupo Panapimtos. Durante la década de los sesenta del siglo pasado, apoyó decididamente a sus viejos compañeros perseguidos por el régimen castrista; en su defensa dio la batalla en todos los medios libertarios desde los primeros días del gobierno de Castro hasta los años ochenta confrontando la Leyenda Negra de Osvaldo Bayer y cía.
Los pocos compañeros italianos contemporáneos de Severino Di Giovanni sobrevivientes a la deportación y las cárceles fascistas que fueron contactados por Bayer, también le recordaron su abominable traición a los compañeros cubanos alebrestados por su viejo compañero de lucha, el entrañable Arrigoni; asimismo, narraron la verdadera historia de Severino, reconociendo su valentía y su incuestionable compromiso con la práctica anárquica y haciendo hincapié en que ninguno había sido parte de su grupo. Sin embargo, el periodista argentino acomodó las “grabaciones” ofreciendo una versión edulcorada de su apasionada biografía. Una de las tantas “adecuaciones” de la historia fue la ejecución del despreciable Emilio López Arango a manos de Severino. Bayer decidió en su libro que el protagónico perdería “glamour” si se contaban los hechos tal como sucedieron. Empero, el hecho no necesitaba la menor justificación, tanto Arango como el Abad de Santillán –circunstanciales editores de La Protesta–, abusando de sus funciones, habían tomado el periódico como tribuna personal para desde sus paginas denigrar al compañero Severino acusándolo de “espía fascista y agente policial”. Quizá, lo único reprochable de la acción de Severino fue no haberse cargado a Santillán, tal vez hubiese sido otra la historia de la Revolución española.
Años más tarde, volvía a la carga Amanecer Fiorito, recordándole a Bayer que, según el testimonio de Emilio Uriondo a “Arango sí lo mató DiGiovanni”: «”Estábamos reunidos varios compañeros de los grupos expropiadores, tratando el problema con los redactores de La Protesta. Di Giovanni se levantó del asiento, pidió a un compañero que hacía de chofer de los grupos que lo acompañase, fue a buscarlo a la casa y lo mató”. La Protesta, al menos subjetivamente, no era Arango, Santillán y algún otro. La mayoría de lo que quedaba del movimiento se identificaba con el periódico y no necesariamente con la posición de los circunstanciales redactores, ni con la actitud de estos, en el tema que estamos tratando.»ix
En el programa radial Marca de radio, con Eduardo Aliberti por la Red, el día 29 de abril de 2006, Bayer contaba a la audiencia que le había enviado una carta al “Dr. Kirchner” pidiéndole “que vaya él a la localidad de Las Heras y que no mande a la Gendarmería”. Y añadió que “un político no debe buscar cargos para enriquecerse sino para ayudar a la sociedad”. Al asombro de Aliberti ante tales afirmaciones siguió la pregunta de rigor: “¿vos seguís siendo anarquista?”, Bayer contestó: “Sí claro, en realidad soy libertario, anarquista se decía antes.” En el 2005, Bayer participó en la proyección de “La Patagonia rebelde” en la Casa Rosada, junto al presidente de la república, ministros, políticos y granaderos.
En la lista de los participantes en las actividades culturales del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de ese mismo año, Bayer figuraba primero, seguido por Miguel Bonasso, Rodolfo Terragno y otras muchas figuras del ambiente artístico, político y periodístico. En junio de 2006, colaboraba en el lanzamiento de la “Audiovideoteca de Escritores” de la Subsecretaría de Comunicación Social del Gobierno de la Ciudad e, igualmente apareció promocionando el proyecto en las publicidades televisivas del Gobierno.x
En resumidas cuentas, al fin se fue el viejo Bayer. Falleció el pasado 24 de diciembre. Imagino que a su llegada al Infierno, lo estaban esperando Bakunín, Di Giovanni, Alejandro y Paulino Scarfo, Jorge Tamayo Gavilán, Braulio Rojas, “Paco” González, Jaime Gómez Oliver, Silvio Astolfi, José Nutti, Fernando Pombo, Umberto Lanciotti, Dumpiérrez, Agostino Cremonessi, Gino Gatti, Arrigoni, Fiorito, Roscigna, Vázquez Paredes, los anarquistas expropiadores rusos, los compañeros cubanos: allí le pasarán la última cuenta. Nos toca ahora a nosotros reescribir la historia vivificando la Anarquía.
Los anarquistas no necesitamos de cronistas, biógrafos e historiadores porque llevamos nuestra historia a cuestas y la hemos trasmitido en actos de generación en generación. El culto a la carroña no es la mejor manera de recordar a nuestros muertos, la única forma de mantener vivo su recuerdo es reproduciendo su inclemente accionar. La acción directa no es letra muerta, es nuestra arma más potente. Retomemos la guerra contra la domesticación y la dominación con el mismo ímpetu de nuestros antecesores. Impulsemos los empeños de destrucción de la sedición anárquica. Contra todo Poder. Contra toda Autoridad. Contra todo lo existente. Multipliquemos las expropiaciones, los tiranicidios, los atentados, las fugas de prisión, propaguemos –por los hechos– el fuego inagotable de nuestros negros corazones, procuremos darle vida a la Anarquía.
¡Por la Internacional Negra!
Gustavo Rodríguez, Planeta Tierra, 17 de enero de 2019.
Una acotación, un agregado, una posdata vincular: Sé que para muchos leninistas, socialdemócratas y “anarco”-izquierdistas agazapados en nuestras tiendas, este texto representa un agravio inmerecido contra el nonagenario libretista, también estoy consciente que a infinidad de hipócritas “anarco”-cristianos y apagafuegos, estas líneas (insoslayables –Fiorito dixit) le resultarán ignominiosas y blasfemas; además, estoy convencido, que este escrito provocará la ira de todos los falsos críticos, los amantes de la corrección política, la simulación y los buenos modales (“no se ofende la memoria de los muertos”, solo que igualmente le increpé en vida todo lo expuesto en esta nota y nunca me dio la cara). Por último, seguramente este posicionamiento –tan arrogante como desafiante– prenderá los focos rojos de todos los comisarios políticos y, alarmará las gendarmerías y a los fascistas de todos los colores (pardos y rojos). Esos son los riesgos que tomamos todas y todos los que nos asumimos anarquistas sin remordimientos. Así que: preparen, apunten, fuego. ¡Nos veremos en el Infierno!
i Vale la pena darse la vuelta por su página web https://www.fundacionkonex.org/
ii «-¿Cómo se define usted?
-Como un socialista libertario, o mejor, alguien que trata de ser un socialista libertario en una sociedad que se va complicando cada vez más, en la que cada vez es más difícil ser un socialista libertario.»
Entrevista con Susana Viau, suplemento Radar de Página/12, BB.AA, Argentina, 24 de mayo de 1998.
iv Suplemento Radar de Página/12, 26 de julio de 1998.
v Fiorito, Amanecer, La vieja historia del hombre nuevo, La Protesta No. 8202, marzo-abril 1998. Recogido en El Negro. Selección de artículos de Amanecer Fiorito, Ediciones Libertad, BB.AA, 2007.
vi Bayer, Osvaldo, En camino al paraíso, Biblioteca Bayer, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Planeta, 2016.
viii Barret, Daniel, La Leyenda Negra de los anarquistas cubanos: un ataque más y van…, disponible en línea.
ix Fiorito, Amanecer, “Si es Bayer…”, La Protesta No 8204, BB.AA., julio-agosto1998.
x Publicación anarquista ¡Libertad!, nº 37, BB.AA, julio-agosto 2006,