Recojo y traduzco de It’s Going Down! esta crónica y reflexión sobre los acontecimientos insurreccionales que han estado teniendo lugar en las últimas semanas en Charlotte, EE.UU., donde el asesinato policial de un joven negro desencadenó disturbios en los cuales, para empeorar las cosas, otro joven negro murió de un disparo en la cabeza a manos de un madero. Los dos asesinatos han iniciado una espiral de revueltas, represión y procesos organizativos espontáneos muy interesante y digna, donde ya no sólo se busca destruir o dañar los distritos financieros o unos ciertos equipamientos y símbolos del orden socioeconómico, o las propiedades y recursos de la policía, sino aumentar las posibilidades poniendo en marcha espacios, momentos y dinámicas que hagan posible a la revuelta durar y prolongarse, contra las mentiras y las intenciones recuperadoras y desmovilizadoras de reformistas, pacifistas, sacerdotes, periodistas, izquierdistas, asistentes sociales y demás apagafuegos.
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Nada puede cerrar la ventana del descontento masivo abierta por la revuelta en Ferguson. La interminable marea de críticas dirigidas contra el movimiento insurreccional, los pacificadores de la izquierda y de las organizaciones «comunitarias», la Guardia Nacional y el resurgimiento de las bases fascistas han sido una estructura de staccato para las rebeliones, pero hasta ahora han fallado en aplastarlas completamente. Ninguna falsedad puede revertir los efectos intoxicantes de la verdad.
Nadie puede dudar de la absoluta claridad estratégica de lxs insurgentes del 20 de septiembre, quienes rompieron con los demenciales delirios a los que millones se aferran y sobre los cuales les privan de las habilidades básicas de enfrentamiento a la luz de ejecuciones policiales racistas. En un bello y creativo desarrollo de una táctica común desde los últimos dos años de revuelta, se lanzaron sobre la I-85, saquearon los contenidos de semi-camiones estancados y los quemaron en medio de la interestatal.
21 DE SEPTIEMBRE – DÍA 2
En la segunda noche de desorden, llevó sólo 30 minutos desenmascarar la polarización ética apuntalando todo el movimiento de Black Lives Matter*. Lo que es comúnmente descrito como un movimiento es, en realidad, al menos dos. Incluso esto es una simplificación. La estructura capilar de poder probablemente ha producido 5, 10, 20 bases de reagrupación y transformaciones afectivas, todas bajo los mismos eslóganes. En cualquier caso, está claro que hay fuerzas invertidas en la re-estructuración amistosa con la policía alrededor de la formación para la diversidad, las acusaciones, las cámaras corporales, las Juntas de revisión, etc. Estas facciones – de las cuales los «capítulos» organizados de la BLM, los grupos izquierdistas, las iglesias, las organizaciones estudiantiles, y los «aliados blancos», más o menos componen la base – son las obvias tendencias revisionistas en una secuencia histórica abierta por proletarios negros insurreccionales, anarquistas, grupos comunistas, bandas callejeras y elementos furiosos de la clase trabajadora.
Sólo a las 19:00 de la noche del 21 de septiembre, 600 marcharon a una iglesia en el centro de Charlotte. Tan pronto los rezos comenzaron, juventud encapuchada en la multitud interrumpió. «¡Que se joda esta mierda de Jesús!», gritaron. Una demarcación clara fue hecha entre los elementos que querían la noche para continuar el desorden de la noche anterior y aquellos intentando impedirles llegar a ese umbral. La mayoría de la multitud persiguió a la policía. Un pequeño grupo de policías buscó refugio en el Hotel Omni, el cual fue atacado. Justin Carr, un manifestante, fue disparado en la cabeza. La sangre salpicó a lo largo de la acera. La situación había cambiado. Miles saquearon la tienda de los NC Hornets** justo al doblar la esquina. Una tienda de productos básicos, una bocatería.
«Recibimos mensajes de que alguien ha sido disparado en el Hotel Omni. Aparcamos y corremos hacia la manifestación. En cuanto recuperamos el aliento, gas lacrimógeno es disparado a la multitud. Granadas de choque explotan a nuestros pies. A mi izquierda y mi derecha, gente encapuchada está pateando y arrojando de vuelta los botes de gas que giran en el suelo. Me puse una camiseta sobre mi cara. Cientos de personas están saltando y aplaudiendo, unos pocos están tosiendo. Un hombre joven con tatuajes por todo su torso y sus manos me mira y dice, a través de su máscara, «¡Este es!, ¡bienvenido al fin del mundo!». Frente a mí, una nube gigante de gas lacrimógeno apenas oculta un muro de policías con equipo antidisturbios.»
Durante una hora la multitud controló las calles alrededor del Epicentro, utilizando las barricadas de la policía y los contenedores para bloquear la carretera. Los revoltosos metódicamente destruyeron la chapa y los ventanales de Hotel Hyatt y de otros negocios más en ese tiempo, mientras que las barricadas fueron dejadas indefensas. Cubos de basura fueron incendiados y coches de policía fueron reventados con martillos. Los elementos en la multitud atacaron coches aleatorios, mientras otros fumaban hierba y rapeaban el ahora famoso «Fuck the Police» de Lil’ Boosie, el himno del movimiento.
Cuando la línea de policías antidisturbios finalmente se acercó a la multitud, bajo una granizada de piedras y algunos fuegos artificiales, empezaron a disparar más gas lacrimógeno y balas de goma. La multitud se dividió en al menos dos secciones, participando en el vandalismo y el saqueo donde fuera posible durante el resto de la noche.
Un chico está agonizando mientras su amigo da unos toques en sus ojos con una sudadera para detener el ardor. Cojo la botella de agua de alguien, hago un agujero en el tapón y enjuago sus ojos. Aparece de nuevo en pie, coge algo de su bolsillo y grita, «¿Quién sabe cómo tirar del pasador de una granada?» antes de lanzar una de las granadas de contusión de la policía de vuelta al cordón de policías en moto. «¡Sí, nosotros también tenemos de esa mierda!». Después de algunas pedradas más se largan en moto. La multitud aplaude.
SE ESTÁ VINIENDO ABAJO EN UPTOWN
El disparo a Keith Scott ocurrió en un área de North Charlotte, lejos del racimo de torres financieras y potencias económicas por el que Charlotte es bien conocida. Es notable observar que la revuelta del miércoles ocurrió en el propio corazón de Charlotte y que las manifestaciones que han seguido continúan ocurriendo en ese área. Esto las diferencia de los disturbios que recientemente tuvieron lugar en Milwaukee. En la segunda noche de disturbios en Sherman Park (Milwaukee) casi todos los negocios en la zona o bien habían sido quemados, o saqueados, o destrozados con los únicos objetivos inmediatos de la policía y los medios. En Uptown Charlotte todo estaba allí para ser destruido, incluso el Museo de Nascar.
Por supuesto el hecho de que la revuelta tuviese lugar en un importante centro financiero también significó que hubiese diferentes límites. La mayoría de centros urbanos han sido totalmente renovados para encontrarse con las nuevas demandas de contrainsurgencia que siguieron a la última gran oleada de rebeliones en la década de 1960. Todo lo que puede ser atornillado se atornilla, las cámaras están por todas partes, y la gente es canalizada a la perfección a través de la infraestructura «inteligente» entre variadas empresas y corredores comerciales. A lo largo de la noche, la escasez de proyectiles dificultó defenderse contra las incursiones de la policía. De hecho, sin personas con experiencia táctica, pudo no haber habido casi ningún proyectil. Esto demostró ser un gran obstáculo para el final de la noche cuando una barricada no fue defendida y un número relativamente pequeño de policías antidisturbios en un carrito de golf blindado fueron capaces de dispersar a un grupo mucho mayor de luchadorxs que fueron incapaces de aparecer con algo con lo que combatirles. El carrito de golf fue una importante ventaja material para la policía, que pudo usarlo para transportar policías antidisturbios muy rápidamente. Jugó un papel clave en romper a una multitud que había estado moviéndose junta durante horas. Les dio una dimensión móvil que no está típicamente asociada con el control de disturbios en los Estados Unidos, pero que es la norma en lugares como Grecia o Cataluña. Desarrollos como este deben ser contrarrestados en el futuro. Hacia ese final, enviamos: Esos carritos de golf son como cualquier otro, tienen neumáticos normales que pueden ser pinchados y no tienen ventanas ni puertas, dejando a los ocupantes vulnerables al ataque. Están equipados con un cañón de ruido alto y caben hasta 5 policías antidisturbios totalmente equipados (si 1 o 2 se ponen detrás).
RÁPIDAMENTE, EN DINÁMICAS INTERNAS DE LA MULTITUD
En la noche del 21, la multitud parecía estar casi enteramente unificada en su objetivo: Ocupar espacios fuera del control policial y saquear y destruir todo lo que hubiera en ellos. Con Uptown Charlotte siendo nada más que un glorificado distrito comercial, realmente no había nada que perder. Tan sólo hicieron falta unas pocas granadas de choque para enviar a los pacificadores corriendo de vuelta a casa por la noche. Los reventadores de ventanas podrían esperar aplausos para acompañar su coraje. Cientos de personas estuvieron ayudándose unas a otras a enmascararse, a prender fuego a cosas, a devolver los botes de gas a patadas, a hacer proyectiles, y a mantenerse a salvo de la policía. Sin embargo, las hostilidades no fueron solamente dirigidas a la policía o a la propiedad, y hacer hincapié en las dinámicas «raciales» dentro y fuera de la multitud es de gran importancia estratégica.
- Los revoltosos blancos fueron más o menos aceptados por la multitud mayoritariamente negra, como también fue el caso en Milwaukee. Como un participante influyente declaró tras ver a algunas personas blancas participando en los disturbios, «esta noche todo el mundo es negro».
- Motoristas blancos fueron sometidos a una especie de «santo y seña», pidiéndoles que levantasen sus puños y declarasen que «Black lives matter» (Las vidas negras importan). Para aquellos que se negaron, sus vehículos fueron reventados o pisoteados. Esto le ocurrió ocasionalmente a motoristas negros también, sugiriendo una corriente antisocial general en la multitud, pero la tendencia general era a ordenar «racialmente» la situación.Esto principalmente estuvo ocurriendo cuando no había nada a lo que prender fuego, ni policía, ni ventanas que romper.
- Por tanto, parece que la «raza» fue usada como un vector para la determinación de la ética.
Hemos estado manteniendo la intersección por el Hyatt durante alrededor de una hora, prendiendo fuegos y destruyendo el hotel. Dos niños encapuchados empiezan a mover un gran trozo de cemento dentro de la multitud para que pudiese ser hecho pedazos en proyectiles que usar contra la carga policial que parece inminente. Una mujer empieza a gritar a nadie en particular que «esa gente blanca no está con nosotros y necesitan marcharse». Ella se acerca y empuja el trozo de cemento fuera de sus manos. Un gran grupo ve esto y anima a los niños a devolver el cemento. Mientras sigue gritando que lo dejen, un hombre negro coge el trozo de cemento él mismo y empieza a romperlo. La policía lanza gas lacrimógeno y despeja la zona.
LA NECESIDAD DE LA FIESTA
La policía antidisturbios carga por la rampa de salida hacia nuestro bloqueo de la autopista. Todo el mundo empieza a trepar una colina hacia la que creíamos que estaba la calle, pero en realidad es una estación de tren ligero. Finalmente tenemos suficientes piedras y lanzamos docenas desde el puente a los policías que están debajo. Uno de ellos debe haber tenido buena puntería porque unas pocas latas de gas lacrimógeno aterrizan sobre el puente. Nos movemos a través de un hotel, bajamos varios tramos de escaleras y volvemos a la calle. Las ventanas caen en todas partes. Un 7-11 está siendo saqueado. Piedras arrojadas a los policías montados en bici fallan y rompen ventanas tras ellos. «¡Romped esa mierda, romped esa mierda!», alguien grita a pleno pulmón mientras alcanzamos la cima de la colina y vemos el vestíbulo brillantemente iluminado de un Bank of America. El bloque entero es destruido. La policía está más decidida a dispersarnos ahora y nosotros mismos estamos un poco nerviosos. Hemos estado manteniendo el espacio bien durante unas horas pero nuestra habilidad para hacer esto se está volviendo limitada.
El 22 de septiembre, 3 días después del disparo a Keith Scott, otra manifestación fue programada para tener lugar en Uptown Charlotte. Los arrestados de la noche anterior seguían encerrados, según se informó a petición de la Guardia Nacional. El congresista Robert Pittenger cuenta a las noticias que todos los manifestantes odian a la gente blanca «porque la gente blanca tiene éxito». Las agencias de noticias de derechas fabrican y exageran tensiones «raciales» que fueron mínimas o inexistentes. Las personalidades de la izquierda deliberadamente y de forma ingenua rinden la agencia a la policía, reposicionando a la parte insurgente como un mero movimiento de protesta vergonzosamente victimizado por un enemigo excesivamente militarizado.
Cientos se reunieron y consiguieron cortar brevemente la I-277. La policía lanzó gas lacrimógeno y balas de goma a la multitud. Clérigos, abogados, izquierdistas y otros usaron fuerza física e intimidación para asegurar la relativa docilidad de la multitud, a veces empujando y expulsando a la gente encapuchada, lanzando botellas o incluso insultando a la policía. Aquí, contra-revolucionarios, reaccionarios, pacifistas y reformistas esperan superar tácticamente la insurrección y aplastar su horizonte revolucionario. Esto debería ser imposible.
Los poderes y ritmos experimentales que están dividiendo América, exponiéndola a la incertidumbre y la transformación, deben componerse a sí mismos en un plano de consistencia. Debería haber habido el espacio y el tiempo establecidos para encontrarse y discutir. Necesitamos iglesias, parques, emisoras de radio, casas colectivas, centros, negocios, o cualquier lugar que pueda acoger un evento público para combatir la idiotez de los reformistas y de la policía. Quizás un grupo de falso frente organizativo podría haber hecho una declaración en negrita a la prensa llamando a formas más profundas y audaces de desorden. Quizás una pequeña banda de gente dedicada podría haber extendido la imaginación de los alborotadores con una interrupción oportuna de la estación de noticias – como ocurrió durante la insurrección griega de 2008 – o con una «flashmob»* altamente destructiva podrían haber renegociado la correlación de fuerzas para la semana que viene. ¿Es demasiado imposible imaginar un colectivo de herbalistas y estudiantes de acupuntura organizando una clínica temporal, anunciando tratamientos para el gas lacrimógeno, para el spray de pimienta, para las balas de goma? ¿Qué complejo de apartamentos recientemente desahuciado podría haber sido okupado y transformado en un laboratorio de potencial revolucionario? Estas habilidades, poderes, capacidades y herramientas no se desarrollan de la noche a la mañana.
Está claro que algo está creciendo entre el bloqueo de No Dakota Access Pipeline, la huelga nacional en marcha en las prisiones y los movimientos y levantamientos contra los asesinatos policiales por motivos raciales. Ha habido una gran explosión de energía protesta desde lo de Ferguson, y especialmente desde el comienzo de este año. Debemos continuar elaborando e intensificando el proceso insurreccional, construir lo que podamos, donde podamos y reventar lo que esté dentro de nuestro alcance. Viviendo y luchando juntos. Los poderes establecidos en la descomposición de sus aparatos deben hacerse irreversibles, o surgirán nuevos controles los cuales serán menos atacables, más oscuros, más resistentes. Los más dedicados no podemos satisfacernos a nosotros mismos sólo con disturbios.
La verdad está en la revuelta.
D.E.P. Keith Lamont Scott y Justin Carr
INTERNACIONAL DE AGITADORES
Septiembre 2016
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Notas de traducción del blog:
* Black Lives Matter (Las Vidas de los Negros Importan) es un movimiento informal surgido en EE.UU. tras las revueltas por el asesinato policial de un joven negro en Ferguson y que tiene como objetivo combatir desde distintos enfoques la impunidad de la policía para asesinar población negra (especialmente de estratos sociales pobres) y la maquinaria racista del sistema.
** Los NC Hornets son el equipo de baloncesto de la NBA de la zona de North Charlotte.
*** Flashmob es un concepto que se usa para designar un tipo de acción (no necesariamente de contenido político) y en la que un grupo de personas se reúne, realiza de manera repentina algún acto inusual y escandaloso (no necesariamente ilegal) y acto seguido se dispersan. Tiene como fin generar desconcierto y su motivación puede ser desde lúdica hasta reivindicativa. Ha sido adoptado como táctica por varios movimientos políticos para sembrar el caos o para atacar objetivos puntuales de forma rápida y espontánea, así como también para simplemente perturbar o alterar el orden de la ciudad, de un centro de producción o consumo o de un evento determinado.