Reflexiones en torno a lo sucedido este año en el contexto del International Animal Rights Gathering (Bélgica).
Este texto pretende contener una serie de reflexiones propias acerca de unos hechos acontecidos en el contexto del International Animal Rights Gathering (Encuentro Internacional por los Derechos de lxs Animales), evento realizado en Bélgica entre los días 16 y 18 de agosto. Es cierto que ha pasado una temporada ya (¡tres mesecillos de nada!), pero yo, que soy un poco vago a veces (que no, que es culpa de mi ordenador que no iba y de la conexión que… bueno, que no fue culpa mía joder, ¡creedme, creedme!), pues leí ayer la crónica de lxs compas de Panteras Rabiosas y tras alucinar bastante decidí escribir algo al respecto, obteniendo como resultado lo que sigue a continuación. Aunque no he estado allí personalmente para corroborar todo lo que dice (y menos mal), dicha crónica, publicada en castellano en el portal Material Anarquista, resume muy bien lo que pasó cuando las estrechas relaciones entre la organización del evento y la ultraderecha francesa y belga fueron expuestas y varias compas anarcoveganas y antifascistas sufrieron exclusión, rechazo y críticas, todo ello en un ambiente marcado además por la homofobia, el sexismo y otras violencias sutiles pero reales. Además, desentraña esas relaciones, las cuales yo también he intentado resumir un poco.
Como explica el texto colgado en Material Anarquista (que aconsejo leer antes de seguir leyendo este para una mejor contextualización y comprensión del contenido), las relaciones entre el área animalista y la extrema derecha son férreas y muy positivas para el fascismo tanto belga como francés. En concreto, el refugio de Animaux En Péril, donde tuvo lugar el International Animal Rights Gathering 2013, ha acogido en repetidas ocasiones a conocidxs miembros de la organización fascista 3ème Voie, conocida por ser la organización donde milita Esteban Morillo, neonazi español residente en París y actualmente en prisión por ser el responsable del asesinato del joven antifascista Clément Méric, el cual, por cierto, también sería cercano a la lucha por la liberación animal según algunas informaciones.
Nathalie Krier, activista fascista desde hace tiempo presente en la lucha contra el especismo a través de la Fondation Brigitte Bardot y más recientemente por su pertinencia al grupo fascista 3ème Voie, fue fotografiada primero en el refugio de Animaux En Péril, y posteriormente en una manifestación contra el uso de pieles en París en 2013 (donde por cierto lleva un abrigo de piel falsa, ¡qué ironía!) acompañada de Esteban Morillo y de su amiga Katya Veloso, antes del asesinato de Clément. Ésto debería ser suficiente para demostrar la estrecha relación, consentida y pasada por alto, entre la ultraderecha filonazi y el animalismo de Francia y Bélgica. No obstante, hay más.
Según personas del colectivo de Toulouse Panteras Rabiosas (el cual participó en el International Animal Rights Gathering de este año realizando un taller sobre la intersección entre la lucha por la deconstrucción y la disidencia de género y la lucha por la liberación animal, y que denunció abierta y reiteradamente la presencia de neonazis en la zona del evento así como la homofobia de varixs de lxs asistentes), otro punto de polémica en el debate sobre la importancia de vincular el antifascismo con el antiespecismo lo puso la presentación de la nueva película «ALF» de Jérôme Lescure, la cual, pese a tratar sobre el Frente de Liberación Animal, organización informal de acción directa por la liberación animal estrechamente relacionada con el anarquismo, contó con una suculenta financiación de la Fondation Brigitte Bardot, hecho que fue celebrado en su página de Facebook por el director, a pesar de que es perfectamente consciente de que en esa fundación participan varixs elementos neonazis con total normalidad y aceptación ya que Brigitte Bardot, fundadora de la entidad «benefactora», está casada con un militante del Front National, apoya a Marine Lepen en las elecciones presidenciales y ha sido condenada en cinco ocasiones por odio racial y homofobia. Por si ésto fuera poco, en una manifestación en Emagny, en junio de este mismo año, la antes mencionada militante neonazi Nathalie Krier se dedicó a fotografiar los rostros de varixs militantes antifascistas veganxs que se encontraban participando en la marcha. Posteriormente, la bastarda ruló las fotos a sus colegas mediante su perfil de la red social Facebook (el nombre con el que se mueve por Facebook es Nath Animaliste) y, entre ellxs, estaba Jérôme Lescure, el director de esta peli, el cual, tras ser informado, respondió a Nathalie Krier lo siguiente, con el fin de animarla en su tarea de descubrir la identidad de lxs compas con el fin de identificarles, perseguirles y pegarles o algo peor:
«¡Vergonzoso! Puedes decirme de quién se trata por mensaje privado, debemos excluirles de ciertos proyectos que organizamos y hacer correr la voz. Esta gente es peligrosa para el buen funcionamiento de las acciones».
Las fotos de amistad de Jérôme Lescure con Nathalie Krier y varixs militantes neonazis más del entorno de la 3ème Voie terminan de confirmar que el director de esta nueva peli, ALF, es también un ejemplo de simpatizante neonazi que trata de colarnos su mierda apropiándose de luchas y espíritus que nunca les han pertenecido ni les pertenecerán.
Cabe señalar que, aprovechando la promoción de su película sobre el FLA/ALF, Jérôme Lescure montó en uno de los hangares principales del refugio donde se estaba realizando el encuentro un stand de propaganda y merchandising que incluía camisetas del FLA a 25 € y sudaderas a 65 €, usando como base prendas fabricadas en Bangladesh. No voy a entrar en si las prendas fueron fabricadas en Asia por niñxs explotadxs en subcontratas superpobladas porque la ropa que yo llevo ahora mismo, por mucho que lleve parches o diseños estampados adquiridos en una distri afín o hechos por mí en un taller de serigrafía, al final la prenda usada como base posiblemente tenga el mismo origen y hasta que no me cosa mi propia ropa criticar esto me parecería bastante contradictorio. A lo que sí quiero hacer referencia es, por un lado, a que resulta curioso que lxs amigxs neonazis de Jérôme Lescure no le destrozasen el stand por vender productos fabricados por una minoría étnica «inferior» y traída a Francia por la globalización sionista infectando la «cultura genuína de la patria» y demás gilipolleces chovinistas. Por otro lado, al desorbitado precio que, con el pretexto de la película, este fascista puso a las prendas, convirtiendo el FLA/ALF en un artículo, en un producto del capitalismo, similar a la cara del Ché y otros ejemplos de fagocitación de logos, ídolos e imágenes. Si es que a la hora de forrarse sois tan despreciables como vuestrxs amigxs capitalistas…
Dejo a continuación este cartel en el que compas francesxs «le quitan la máscara», nunca mejor dicho, a este directorzuelo fascistoide y a su película sobre el FLA.
El contenido del cartel dice:
Jérôme Lescure está orgulloso del apoyo de Briggite Bardot, militante implicada del Front National, para su película.
Porque el A.L.F./F.L.A. es una organización antiracista de acción directa por el rescate de animales: ¡No vayáis a ver esta película!
Contra toda forma de discriminación.
http://reseau-ethique.org
Cuando todos estos vínculos entre el realizador de la película sobre el FLA presentada en el evento y la ultraderecha fueron expuestos durante una asamblea por varixs antifascistas presentes, Jean-Marc Montegnies, uno de lxs organizadorxs del evento y propietario del territorio donde se encuentra el refugio de Animaux En Péril, pidió la palabra y defendió con uñas y dientes tanto a Jérôme Lescure como a Nathalie Krier, afirmando que ambxs eran como hermanxs para él y que no se preocupaban de política sino simplemente de lxs animales, intentando mantener como cuestiones aparte su militancia en defensa de lxs animales y su actividad racista, homófoba y fascista. Esto originó nuevas discusiones que concluyeron con el propietario del lugar amenazando con expulsar a varixs de lxs veganxs antifascistas que, según él, sembraban la intolerancia en medio de activistas internacionales de lo más admirables, es decir, en medio de aquellxs que no entendían nada (el propietario del lugar habló en francés y nadie tradujo, con lo que sólo aquellxs de lxs presentes que hablaban francés pudieron entender lo que decía y saber por qué se discutía) o que no reaccionaban ante las facilidades que de manera encubierta el evento estaba proporcionando a los ideales neonazis para campar a sus anchas por los espacios y luchas donde por lógica y por asociación de ideas no deberían ser bienvenidxs.
A la mañana siguiente, por lo visto, cinco compañerxs habían sido señaladas por el propietario para ser expulsadas del evento bajo acusaciones de haber perturbado la paz la noche anterior. Las personas escogidas eran dos veganxs antifascistas a lxs cuales Montegnies ya conocía por encontronazos en París motivados por las amistades neonazis de Montegnies y tres miembros del colectivo Panteras Rabiosas, casualmente las tres que llevaban estética queer (el miembro del colectivo Panteras Rabiosas que no llevaba pintas no recibió orden de marcharse). Si antes y ahora menciono tanto la homofobia y el sexismo recalcitrantes en el evento es por varios ejemplos que a lo largo del texto colgado en Material Anarquista se citan de discriminación heteropatriarcal y contenidos abiertamente sexistas del tipo de llamar «Just like your mom» al servicio de cátering que se encargaba de cocinar para lxs asistentes, estableciendo una relación entre la actividad culinaria y las personas sociabilizadas como mujeres y vinculadas al rol de madre dentro de la estructura familiar tradicional, poner un cartel en el baño seco donde pedían que todos los hombres fuesen a mear de pié fuera del baño seco, como si «ser hombre» implicase necesariamente mear de pié o tener unos genitales adaptados para ello, como si no existiesen las personas trans o las personas sociabilizadas como hombres que mean sentadas o un comentario el compañero encargado de realizar el pan para el evento escuchó al entregar uno de sus panes a uno de lxs asistentes, que habría respondido, según declaraciones del panadero, diciendo «¡Al menos, éste no es un pan de mariquita!». Este tipo de problemáticas son el resultado, uno más, de la carencia de conexión e intercambio constante entre las diferentes luchas.
Cuando las personas que habían sido «invitadas a irse» fueron informadas de ello, tomaron la tarima e informaron al resto de personas venidas de diferentes países de su situación y de lo que había pasado la noche anterior, y debieron hacerlo bien porque según informó el colectivo Panteras Rabiosas sobre 60 solidarixs se subieron a la tarima para ponerse de su lado y declarar que había nacido un vínculo internacional de solidaridad antifascista que duraría lo que fuese necesario, y calificar de inadmisibles los sucesos acontecidos. Por su parte, Montegnies montó en cólera y afirmó que su decisión de expulsar del evento a aquellxs 5 antifascistas no era política sino emocional (¿?) ya que en la discusión de la noche anterior habían herido sus sentimientos al acusarle de fascista cuando, según él, su abuelo fue miembro de la resistencia contra lxs nazis y eso hacía imposible que él pudiese tener amistades con neonazis (ahora resulta que tener parientes antifascistas te hace automáticamente antifascista, el antifascismo es genética pura, es hereditario ¿sabe usté?). Además, acusó a lxs antifascistas de París de «jovenzuelxs que estaban allí para tocar los huevos» y les dijo que lxs verdaderxs fascistas son ellxs (típico de lxs fascistas el señalar a otrxs como tales, de intolerantes fascistas, cuando sus tapaderas se destapan y queda al descubierto su verdadera identidad).
Una vez que lxs compas habían terminado de informar al respecto, lxs cinco antifascistas parisinxs y un nutrido grupo de solidarixs empaquetaron sus cosas y se reunieron en la carretera para marcharse, no sin antes colocar en las cercanías del refugio nazi-animalista una pancarta con el lema «¡Contra todas las dominaciones! ¡Hazte Veganx!». Más tarde se supo que Montegnies, asustado por la posibilidad de una respuesta contundente, había llamado a la policía para retirar la pancarta y vigilar el campamento. ¡Viene la policía vegana! En fin, una vez más lxs fascistas recurriendo a los servicios de sus colegas de uniforme.
Lxs compañerxs se largaron finalmente y gracias a uno de lxs solidarixs, cantante de un grupo de punk que ofreció su terreno, pudieron continuar su encuentro en otra parte, dentro de sus propias normas y sin autoridad ni grupos neonazis ocultos tras la sombra.
Ahora, antes de continuar mis reflexiones, quisiera reproducir aquí, íntegramente, la última parte del texto publicado en Material Anarquista y ya mencionado antes. En concreto, se trata de la parte en la que resumen el encuentro auto-organizado entre lxs compas una vez fueron expulsadxs del evento animalista-neonazi:
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Illegal International Animal Liberation Gathering: de la autoridad a la autoorganización.
Pasamos de un sitio de alta seguridad con cámaras de vigilancia, una jerarquía muy marcada por las decisiones autoritarias y definitivas del propietario y una organización que gestionaba por completo la vida colectiva en la que era difícil implicarse, a un espacio más limitado pero mayor en su autonomia y su desarrollo colectivo.
En efecto, si lxs habitantes del lugar pusieron a nuestra disposición todo el confort material posible (aseos, electricidad y agua potable) nosotrxs pudimos organizar juntxs la comida, mediante la cosecha de ortigas en los campos para la cena. También organizamos una colecta de dinero para hacer algunas compras (papel de váter, bebidas, cebollas, etc.). El panadero, quien lógicamente había decidido participar en este nuevo encuentro, nos hizo el don de 35 kilos de pan y fue de una ayuda preciosa y de una gran amabilidad por su horno, sus mesas y sus bancos, sus crêpes preparadas desde las 6 de la mañana para el desayuno del día siguiente…
L’Illegal International Animal Liberation Gathering se terminó con un centenar de personas que afirmaron su antifascimo y su rechazo a toda autoridad, por la solidaridad con lxs veganxs antifascistas francesxs, pero también por una reacción colectiva de gran amplitud para crear un encuentro rechazando toda dominación.
En 2013, el propietario del emplazamiento del encuentro excluyó a lxs antifascistas por haber osado poner en cuestión la más que evidente intimidad del refugio y del realizador Jérôme Lescure con el movimiento fascista francés.
El movimiento vegano internacional no puede aceptar ningún compromiso con el fascismo, el racismo, la homofobia, el sexismo, la transfobia… ya venga éste de grupos fascistas claramente reivindicados o de asociaciones por los derechos de lxs animales. Esta escisión en este encuentro ha sido a la vez un desgarro, pues personas que nos apoyan no pudieron seguirnos, pero también porque esto ha sido una reacción a la infiltración del fascismo en la lucha antiespecista.
Agradecemos de nuevo sinceramente a todas las personas que han sido solidarias con nosotrxs. Agradecemos también particularmente a una persona en la organización que ha sido de un enorme apoyo, muy atento a los comentarios sobre el sexismo y la transfobia. Sabemos que esta división ha sido un momento difícil de vivir. Agradecemos asimismo a lxs habitantes del lugar que ha acogido la segunda parte del encuentro y al panadero.
Este encuentro se rige bajo el signo de la lucha antifascista y esta escisión no ha sido solamente una reacción sino también la afirmación del movimiento vegano antifascista. Este movimiento ya muy presente en cada país es ahora internacional. El encuentro, los lazos y los intercambios han sido reforzados y no se quedarán aquí.
Reafirmamos que nuestro combate antiespecista no puede separarse de las otras luchas.
No podemos defender la liberación animal en detrimiento de otras opresiones.
La liberación animal es una lucha total y un rechazo hacia TODAS las opresiones.
Ser veganx es rechazar todas formas de explotación y de dominación.
Este encuentro ha demostrado que nadie puede parar el movimiento revolucionario por la liberación animal, ni el autoritarismo, ni el fascismo, ni Jean-Marc Montegnies, ni otras instancias represivas. Nuestrxs camaradas de combate son increíbles. Están en marcha para la revolución, ¡nada nos parará! Gracias a todas y todos.
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Ciertos aspectos de este evento, como la presencia de detalles muy sexistas antes mencionados, así como la participación frecuente y de buen grado de elementos ultraderechistas en el mismo espacio donde se ha acogido este año el susodicho evento con el beneplácito de una parte de lxs asistentes deberían ser indicativos suficientes de un problema que tiene dos orígenes principales, los cuales, además, se encuentran estrechamente relacionados; Por un lado, tenemos a unos movimientos sociales que, por norma general, permanecen pasivos e indiferentes en lo relativo a la lucha y cuestionamiento del especismo. Desconozco cómo está la balanza al respecto en otros países de Europa (fuera del Estado español sólo sé la situación del antiespecismo en Grecia, donde, por cierto, todxs lxs colegas y compas que han ido me comentaron luego que es muy precaria y que a muchxs compañerxs incluso les parece irrisorio, aunque yo no he estado todavía así que me guardo las opiniones para cuando vaya), pero en el Estado español, si bien ciertas ciudades han sabido interconectar las luchas antiautoritarias con la crítica al especismo y cuentan hoy con numerosos espacios donde el veganismo es algo bastante presente (si bien no tal vez de la manera en que a muchxs nos gustaría, pero bueno), en otras continúa siendo residual, y se toma a risa o se infravalora como lucha ridiculizando los objetivos y a las personas que se implican (que nos implicamos) en ella. Pasando por alto los típicos debates sobre si el antiespecismo es o no tan importante como otras luchas (un debate cansino y poco fructífero como pocos, la verdad), considero que este es uno de los problemas que tenemos que abordar cuando hablamos de la cada vez mayor presencia fascista en las áreas animalistas o antiespecistas y con las mirada atónita más de unx se lleva las manos a la cabeza y se pregunta cómo es posible que alguien que fundamenta sus ideas en el racismo, la xenofobia y el abuso de poder se declare en defensa de lxs demás animales y cuente con credibilidad. ¿Por qué lxs fascistas se están apropiando, poco a poco, de una parte de la lucha por la liberación animal? Porque no existe un núcleo fuerte en esa lucha capaz de dar una respuesta potente y contundente contra la infiltración de estos elementos. ¿Por qué no existe dicha fuerza? Porque para muchxs marxistas-leninistas y muchxs anarquistas seducidxs por el antropocentrismo de la ciencia y la biología oficiales, el veganismo es un chiste y es más importante «salvar» al proletariado del capitalismo malo-malísimo pero en cuyas miserias, al fin y al cabo, no parece tan incómodo ese «pueblo pobrecito» (ir a currar o quedarse en casa en una huelga, ceder a reivindicaciones reformistas, dogmatismo pacifista, conformismo, ignorancia deliberada, participación masoquista en el circo electoral cada cuatro años…). Pero claro, si dices algo al respecto no tarda en aparecer algún/a imbécil con «bromitas» del tipo de: «¡Sois unos comeflores, joder, akí lo principal es destruir al kapitalismo opresor y machakar a lxs nazis faszistas y a los txungos vurgueses!, ¡ánimo kamaradas hovreros, a por el Palacio de Invierno!» Ojo, con esto no es mi intención invisibilizar al gran número de personas que, pese a sus convicciones especistas, saben tomarse en serio y respetar a quienes empatizamos más allá del género humano y extendemos nuestro círculo de empatía y sensibilidad a otras especies que sufren y sienten igual que nosotrxs. A estas personas, pese a las diferencias abismales y tal vez irreconciliables que nos separan en este ámbito, como digo siempre, las animo a plantearme sus dudas (preferiblemente en la calle, las conversaciones de este tipo por chat o por e-mail me dan cada vez más asco), a participar en las charlas, debates y demás actividades sobre algún aspecto de la liberación animal, a informarse, a escuchar y a aprender, y a tomar decisiones por un avance de la ética y por la coherencia con el rechazo a la autoridad. Lo que intento decir con todo esto es que la actitud de descalificación fácil que caracteriza ciertos discursos pero sobre todo la jerarquización de las luchas resultan contraproducentes a la hora de articular un proyecto amplio de supresión de las relaciones de poder en todas sus formas. Del mismo modo que un feminismo/antisexismo no dotado de contenidos revolucionarios está condenado a ser absorbido por la socialdemocracia y sus ministerios de «igualdad» (igualdad sí… ¡y una mierda!), un antiespecismo donde la participación de elementos radicales está ausente o es minoritaria se dirige inevitablemente a ser copado por toda clase de elementos oportunistas que aprovechen dicha lucha para proyectarse y aumentar su visibilidad asegurándose más votos o más simpatizantes, aun a riesgo de contradecirse totalmente en el intento (caso por ejemplo de lxs neonazis que mientras promulgan la exclusión social, persecución, hostigamiento y discriminación de las personas por su nacionalidad, sexualidad o etnia dicen luchar por la construcción de relaciones de igualdad y de respeto con lxs demás animales).
No obstante, no todo es culpa de esos movimientos o espacios o ámbitos revolucionarios que dan de lado a todo aquello que implica luchar por algo que no sea un ser humano, y dicha falta de interés tiene varios orígenes, de los cuales uno de los principales es, de hecho, la comodidad, el egoísmo; no obstante, también está la amplia gama de organizaciones, asociaciones, colectivos, ONG’s y demás chiringuitos que promueven las bases y principios éticos del antiespecismo pero, eso sí, incorporándolos al mundo actual y sin mostrar el más mínimo interés en una crítica más radical ni más amplia al mismo. Desde organizaciones del tipo de Igualdad Animal, que dicen querer abolir los privilegios de la especie humana sobre lxs demás animales y afirman aspirar a relaciones de igualdad aunque proponen para ello la modificación de las leyes, la concienciación de masas orientada a un consumismo en clave vegana (los ciclos de producción y consumo impuestos no se cuestionan, que eso es demasiado radical) y la introducción de nuevos artículos en el Código Penal con «derechos» para lxs animales no-humanxs (reforzando instituciones represivas y de tortura como lo son las prisiones a cambio de dar a lxs animales no-humanxs «derechos» como los que las leyes nos ofrecen a lxs humanxs, o sea, puro papel mojado, que es lo único que se puede conseguir, si es que se consigue, desde los aparatos burocráticos y los escenarios posibilistas del sistema), hasta otras bienestaristas como PETA (corporación transnacional de gran caudal económico que encuentra en la pornografía patriarcal y asesina del márqueting y la exaltación de los cánones estéticos femeninos en su propaganda su principal reclamo publicitario para vegetomachirulos que piensan con la polla y se leerán cualquier panfleto pidiendo jaulas más grandes y muertes indoloras si es anunciado por una top-model en tanga y con las tetitas operadas), PACMA (Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal, partiducho político de aires progres rollito Greenpeace que tras llevar a las urnas diversas iniciativas infructuosas de abolir la tauromaquia incorpora otros discursos de reforma de las condiciones de explotación animal, aunque eso sí, desde sus escaños y sus estructuras dominantes, que eso de funcionar de forma autónoma al sistema que, históricamente, ha sometido a toda forma de vida, no va con ellxs) o como cualquier otra de éste y otros catálogos forman parte de una subcultura que es meritoria de un estudio sociológico propio, aunque se resume en que el capitalismo y su imaginario absorben todo aquello que identifican como una amenaza en cuanto a que puede crear una ruptura en su hegemonía y llevar a un cuestionamiento de sus directrices y, tras haberlo absorbido, lo regurgitan vaciándolo de todo su contenido genuíno, original y potencialmente subversivo y finalmente lo vomitan, devolviéndonos una imagen falsa, estéril, deformada, de la misma lucha que había ingerido; una imagen, por supuesto, que encaja perfectamente en sus planes y no puede dañarle en modo alguno. En este caso, los sucedáneos que nos han potado encima los técnicos de este «mundo feliz» al más puro estilo Aldous Huxley es ese veganismo de consumo, incapaz y levantado sobre los mismos valores podridos que lo demás sólo que revestido de aires progres y modernos.
Está muy bien echarle la culpa al/a la anarquista que come carne, y es correcto, pues su parte de culpa la tiene, eso es innegable, pero si a la hora de buscar referencias en cuanto a lucha contra el especismo lo que encuentran es un paisaje tan deprimente, con organizaciones verticales, corporativizadas hasta los cimientos, vendidas y que cargan sus tintas (y nada más, pues igual que sus homólogos reformistas de cualquier otro ámbito, son «todo un ejemplo» de valor y entereza a la hora de quejarse de las formas de lucha que no les gustan) contra cualquier asomo de resistencia fuera de su cuadriculada moralidad burguesa (¡a veces incluso sacan la lengua a pastar cuando la ley es traspasada para liberar animales de su esclavitud!), pues normal que se nos vea como a cuatro hippies democratillas que viven de ilusiones y quieren cambiar las cosas abrazando árboles mientras comen tofu industrial y beben leche de soja transgénica.
Personalmente, y haciendo autocrítica, echo en falta desde dentro de los ámbitos anarcoveganos o si lo preferís desde el antiespecismo autónomo y anticapitalista, una crítica radical a estxs recuperadorxs de mierda, que por lo visto, disfrutarían liberando a lxs animalitos en cielos arrasados por las chimeneas, los coches y nuestra polución acústica y lumínica, en mares envenenados por las industrias y nuestras aguas fecales, en valles reemplazados por cultivos OMG de miles de hectáreas de terreno, en bosques de eucalipto donde desaparecen asfixiadas las especies autóctonas para beneficio de celulosas y empresarios de la construcción, en montañas horadadas por proyectos de megaminería y tramos ferroviarios de Alta Velocidad y en fin, un largo etcétera. Plantear una perspectiva de liberación más amplia, vinculada a un antidesarrollismo práctico y teórico (sé que es muy fácil decir ésto desde mi estilo de vida urbanita con ordenador e Internet, ahorraros los sarcasmos, no he dicho que yo esté libre de culpa), es fundamental si pretendemos alcanzar algún día un mañana donde todxs seamos libres y se rompan las cadenas que nos atrapan a todxs, humanxs o no, en los engranajes de los prejuicios que cimentaron el viejo mundo.
Llegadxs a este punto (y que también sirva como ejemplo de lo que acabo de comentar) quiero aprovechar para hacer referencia a una información que recibí de varixs compañerxs últimamente, y que hablaba de una nueva campaña puesta en marcha por diferentes individualidades y colectivos antiespecistas de diferentes tipos y áreas (sorprendentemente unidos en una tregua cuanto menos sospechosa) y en la cual, sin eufemismos ni nada, se posicionan en contra de lo que llaman «Supremacismo humano» y apuestan por una inversión del mismo. La campaña, llamada Non-Human First! (¡Lxs No-Humanxs Primero!) plantea nada más ni nada menos que la prioridad absoluta de la lucha por la liberación animal y que ésta se mantenga ajena a lo que describen como «diferencias políticas humanas». De esta forma justifican e incluso incitan y agradecen la participación de elementos ultraderechistas que decidan actuar mediante liberaciones, sabotajes y difusión de la idea aunque sea a costa de contaminarlo todo con su basura racista, sexista y nacionalista, porque para esta campaña los problemas con lxs fascistas son asuntos políticxs humanxs y no deberían afectar a la liberación de lxs no-humanxs. Más allá de la gilipollez absoluta que este «complejo» análisis trae consigo, es inquietante encontrar declaraciones como la de un notas cuyo comentario leí al abrir un enlace que recibí en el correo electrónico y que conducía a la página que esta peña se abrió en la red social Facebook. El comentarista, que decía que se adhería a la campaña, se quejaba de que algunas personas criticasen a lxs activistas que golpearon a la industria láctea en Florencia, Italia, hace una temporada. Omitía el detalle de que esos «inocentes activistas acosados por el purismo vegano» eran neonazis, uno de ellos, por cierto, detenido y confeso tras el sabotaje a la empresa láctea (que consistió en el incendio de varios de sus camiones) y que una vez formalizado fue identificado como un conocido militante fascista de Florencia relacionado también con otro proceso en el que se le juzgó por dar una paliza brutal a un sindicalista de izquierdas en un bar. ¿Y al otro le molestaba que la peña se queje de que semejante escoria se entrometa en una lucha cuyos principios más básicos y fundamentales contradice uno tras otro? En fin.
Campañas como ésta y discursos como éstos, además de ser muy peligrosos por el espacio que ceden en su interior a toda clase de escoria y farsantes, son los que convierten el veganismo y la lucha antiespecista en una simple «alternativa» a lo existente, en una «moda», a los ojos de muchxs compañerxs y si bien no me gustan los colectivos, personas y luchas que van por ahí haciendo proselitismo en un autoreferencialismo patético basado en maquillar sus palabras para ganar simpatizantes, reconozco que nuestra permisividad para con ciertos elementos y dinámicas del llamado «movimiento animalista» puede ser, a día de hoy, uno de los obstáculos que impide un encuentro aun mayor entre posturas de liberación animal y posturas de liberación humana (a todos los niveles), aunque, por supuesto, y como ya dije antes, lxs principales responsables son quienes sabiendo lo que hay detrás de sus sangrientos almuerzos, de sus productos testados en animales o de su ropa hecha de cuero siguen frivolizando y denigrando una lucha tan honorable y necesaria.
En definitiva, tanto la indiferencia de muchxs autoproclamadxs antiautoritarixs (el especismo es una forma de autoridad aunque a muchxs se les olvide con frecuencia) como los discursos democráticamente recuperables y de ingenuidad desproporcionada de una buena parte de ese «movimiento por los derechos de lxs animales» o «movimiento animalista» (del cual como anarquista quiero aclarar que no me siento parte) generan unos vacíos que son cubiertos por grupúsculos de ultraderecha que se apresuran a ocupar cualquier rincón disponible para la difusión de su asquerosa parafernalia y el camuflaje de sus intereses.
Así pues, reflexión, conciencia y coherencia compas. No cedamos espacios a los vasallos del totalitarismo moderno ni a los guardianes del mismo sistema que reduce la vida a cifras, a mercancías que consumir y a recursos que explotar. Hasta que la última jaula haya sido abierta y todas las criaturas del mundo puedan correr/nadar/volar libres y salvajes entre bosques y mares donde florezcan la empatía, la compasión y el respeto de las fértiles cenizas a las que insurrecciones aun durmientes deberán reducir este maldito mundo.
Sin más, animar a quien lo estime oportuno a la difusión, debate, crítica y reformulación de las reflexiones aquí reflexionadas.
Ni nazis ni amigos de nazis. Si les apoyas o si «simplemente» eres su amigx, ¡eres nuestrx enemigx!
Fuera fascistas de los proyectos en defensa de lxs animales.
Por un antiespecismo específicamente anarquista y antidominación.