La siguiente reflexión firmada por «Unos pocos enemigos de la sociedad del espectáculo» fue escrita por algunas compas de los Países Bajos y realiza una reflexión interesante sobre el papel de los medios de comunicación de masas dentro de la represión y de la construcción de una realidad que se adapte a los intereses de esta, creando y definiendo las barreras que dividen o incorporan los terrenos donde se representan factores elementales para su sistema como la legalidad o la normalidad, contribuyendo activamente en la construcción de categorías excluyentes como la de los llamados «enemigos internos» y «enemigos externos», como sujetos que por unas razones o por otras, no encajan dentro de esas lógicas estipuladas por los amos y por sus portavoces oficiales.
El texto fue recogido de 325 (que a su vez lo recogen de Act For Freedom Now!) y traducido a castellano:
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En el transcurso de esperar los procesos de varixs anarquistas que están acusadxs de haber robado bancos en Aachen (Alemania) en 2013 y 2014, la oficina de la fiscalía de Aachen y su voz obediente, los medios, usan cada oportunidad disponible para avanzar en su investigación. Tanto si es en un nivel jurídico o en otro más sutil, todas estas expresiones son diferentes tentáculos del mismo mecanismo de represión.
Como es habitual los medios mainstream están más ansiosos de obtener una «buena» historia por todos los medios necesarios, pervertidamente escudriñando las vidas de las personas independientemente de cualquier ética. Ellos por tanto no dudan en ayudar a la fiscalía en extender sus relatos de fantasía. Leímos esto sin mucha sorpresa – esto es lo que los periodistas hacen después de todo -, vimos el espectáculo histérico que se está creando alrededor de lxs implicadxs. No estar sorprendidxs, sin embargo, no significa que no sintamos la necesidad de aclarar algunas cosas que podrían emborronarse en medio de esta incesante corriente de vómito escrito y televisado.
Tras haber eyaculado numerosos artículos en los cuáles lxs acusadxs fueron retratadxs de acuerdo a la imagen que la fiscalía está intentando extender, los medios decidieron ahora que es hora de crear su propia historia. Un rumor nos llegó a través de la vid* de que cierto periodista holandés publicó una petición en el Indymedia preguntando por información sobre una de las personas acusadas.
Aparentemente no satisfecho con la imagen dictada por la fiscalía, él está buscando «gente del movimiento okupa de Ámsterdam que podría contarme algo sobre X», tras lo cual él afirma que quien decida ser chivatx no tiene que preocuparse, ya que él «no le contará a nadie que estas conversaciones tuvieron lugar». No hace falta decir que estamos disgustadxs por esto. Lo que se debería decir es que hasta el día de hoy ninguna declaración fue realizada por lxs acusadxs ni a la policía ni a los medios, y por tanto – perdonadnos por señalar lo obvio – ninguna declaración debería ser hecha por nadie más tampoco.
Que quede claro que los medios y la policía son dos caras de la misma moneda, y trabajan estrechamente juntos en una manera más refinada: los medios van a la caza de una historia, la fiscalía lanza algunas suposiciones y bocetos de personajes, los medios los publican y así los transforman en «verdad», y voilá, la fiscalía puede reproducir esta «verdad» y usar la caza mediática contra lxs implicadxs. En efecto si los medios lo dicen, debe ser cierto. Si los medios dicen que estos son peligrosxs criminales en fuga, deben serlo – etcétera ad nauseam. Todos estos esfuerzos intimidatorios sólo apuntan a reforzar las acusaciones del Estado y traer a lxs acusadxs al banquillo ya sentenciadxs por una máquina de mentiras, calumnias y propaganda estatal. Estas tácticas no se limitan a este caso; se reprodujeron a sí mismas infinitamente a lo largo de la historia. Los medios no sólo están al servicio de la represión, también son el núcleo mismo de la represión.
La colaboración entre el Estado y los medios siempre fue una receta para la información engañosa, las cazas de brujas y la represión. Los medios juegan un importante papel en la manipulación de la opinión pública, aseguran la hegemonía del apoyo para el Estado, incluso cuando es forzado a quitarse la máscara de «justicia» y muestra abiertamente sus mecanismos represivos. Los medios excusan la represión contra todo o contra cualquiera que se desvíe de la norma, contra aquellxs que no funcionan en una manera que sea productivo o que apoye al Estado y al Capital. Incluso, o a lo mejor especialmente en un régimen democrático tal como este bajo el que vivimos, los medios están entrelazados con la propaganda estatal; ambos nos ofrecen la ilusión de que tenemos la opción de formarnos una opinión, decidir por quiénes queremos ser oprimidxs. Sin embargo, estas «elecciones» están siempre confinadas dentro de los mismos parámetros rígidos de un régimen totalitario que no permite ningún desafío a sí mismo, a sus lógicas, a su Poder.
La Democracia refinó el arte del lavado de cerebros, hasta el punto de hacer pasar la propaganda mediática como una coexistencia de múltiples opiniones, como la transmisión de información imparcial y pensamiento «libre». Su único objetivo, no obstante, consiste en mantener la autoridad de los Estados y del capital. Por supuesto, la Democracia permite que existan algunas divergencias de opiniones ligeramente contradictorias -pero de hecho complementarias- para crear un debate auto-reforzador, pero nunca un desafío a la existencia de la autoridad institucional en sí misma. Crea una participación voluntaria basada en la única afirmación de que la Democracia es menos mala que otros regímenes totalitarios, que deberíamos considerarnos afortunadxs de vivir bajo un régimen democrático.
Sin embargo, todo régimen necesita enemigxs con el fin de ofrecer una solución a los problemas que ellxs crearon, para legitimar su aparato represivo y finalmente legitimarse a sí mismo. La búsqueda y la clasificación de enemigxs también está reforzada y es ejercida por los medios. Nosotros observamos el silencio y las excusas de los medios en la «crisis» económica y los problemas de los bancos; también escuchamos sus enfermizas historias sobre «enemigos externos» merodeando a las puertas de la Fortaleza Europa, acusadxs de querer disfrutar de los frutos del bienestar occidental – frutos que fueron ganados con siglos de saqueo por los mismos países occidentales. Los medios refuerzan la representación de las personas como meros números, refuerzan el clima de miedo en el cual los países occidentales se saturan a sí mismos, y simultáneamente muestran un afán siempre creciente por alabar nuevas «medidas de seguridad» supuestamente para mantener alejadxs o eliminar a lxs indeseadxs, aquellxs que podrían causar que el sistema se tambaleara.
Si esxs indeseadxs denominan a los millares de personas en la búsqueda de una vida mejor en algún lugar del mundo o a aquellxs que rechazan o no pueden inclinarse al Poder (o una combinación de las dos) es irrelevante. Las fronteras asesinas están siendo levantadas alrededor de su Fortaleza para mantener a lxs «refugiadxs» alejadxs, mientras dentro de los muros la represión apunta al silencio y castiga a cualquiera que no pueda ser alejada o eliminada del terreno. Los medios hablan de enemigos externos, el Estado también busca a sus enemigos internos.
Obviamente la represión no está limitada a lxs anarquistas, sin embargo se centra a menudo en aquellxs que deciden combatir la represión. Por ejemplo, en la Haya, muchas personas recibieron una prohibición de área porque se atrevieron a mostrar solidaridad y agitar en un barrio en un tiempo de control, de cámaras, de arrestos preventivos y registros. La prohibición corresponde al barrio de Schilderswijk, donde en el verano de 2015 disturbios tuvieron lugar varios días consecutivos después de que los maderos asesinaran a alguien. Lxs anarquistas fueron luego acusadxs de haber incitado a la revuelta. En aquellos días incluso cuestionar el sistema y llamar a la lucha en un cartel refiriéndose a la revuelta era suficiente para ser acusadx de incitación.
Los golpes represivos no obstante no pueden ser vistos como eventos aislados y simples, no existen en un vacío. Forman parte de una agresiva campaña multiforme, que apunta a conseguir un paso más, distinto, en la devoración de la libertad, en expresar violentamente la dominación del Estado. Tanto si respecta a justificar la militarización de las calles, medidas de emergencia, legitimizar la construcción de muros en las fronteras, masacrar personas o perseguir sus campañas contra lxs rebeldes y revolucionarixs, ciertamente necesita de una voz que cree una realidad y una atmósfera en las cuales la represión es posible, aceptable y ojalá no cuestionada. Estos son los mecanismos de la propaganda del Estado, este es el propósito de los medios.
Los medios son una parte integral y esencial en la autoridad guardando su control y dictando la dependencia y aprobación que necesita para mandar. Los millares de palabras e imágenes que cubren las pantallas y papeles (del váter) de los periódicos no son un eco o un reflejo de la realidad, forman una parte integral de la creación de esa realidad, de la imposición de la moral, las reglas y las lógicas que permiten la existencia del Estado.
Cuando alguien desafía esta realidad – el marco de la autoridad en sí misma -, cuando alguien pelea contra ella o simplemente la rechaza, no hay piedad mostrada al aislamiento o neutralización que ésta desata por todos los medios contra esxs individuxs o grupos. No sólo a través de las sentencias del sistema de justicia, sino también a través de la estigmatización de esxs individuxs hacia el resto de la sociedad, asegurándose de que llevarán su letra escarlata durante el resto de sus vidas. Los medios ayudan al Estado a apoyarse en la opinión pública para continuar su trabajo: juzgando, especulando y representando tan asépticas como sea posible las ideas y prácticas que aquellxs incompatibles con el sistema defienden o están acusadxs de defender. Cuando los medios se retratan a sí mismos como una sala del tribunal, buscan jueces y fiscales en el público. Y esto es donde necesitamos tener cuidado, donde necesitamos considerar nuestro (a lo mejor inconsciente) papel en la continuación de esos mecanismos, y preguntarnos a nosotrxs mismxs cuánto contribuímos a la especulación y creación de roles y de una realidad que sólo se adapta a la narrativa de la dominación.
No olvidemos que la represión puede ser combatida en muchas áreas. Un tribunal y los artículos del periódico sin embargo no están entre estas, ese no es el terreno de nuestras luchas, métodos e ideas. Dejemos la especulación y la distorsión de la realidad a los expertos – el Estado, los medios y sus defensores -, entendamos e intervengamos en la realidad en nuestros propios términos.
Unos pocos enemigos de la sociedad del espectáculo
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*N. de T.: La expresión «a través de la vide» («Through the grapevine» en inglés) se usa en el inglés para referirse a una información dudosa que llega por un canal poco fiable o por medio de rumores.